En el norte de Portugal, una pequeña comunidad rural se enfrenta ala amenaza de una gran mina de litio. A través de una mezcla única de documental y ficción, los propios habitantes interpretan su historia de resistencia, defensa del territorio y amor por su tierra.—ESTRENO 31 DE OCTUBRE-
El cine de Paulo Carneiro era muy desconocido para mí, y acercarme a él ha sido un gran descubrimiento y un lujazo.
Esta película puede parecer un documental por la manera en la que se resalta la lucha de la comunidad por su tierra y la forma en la que se narra la historia.
Pero, te das cuenta de que es ficción por algunos detalles sutiles que hacen de la sabana y la montaña
una producción estéticamente hipnótica y muy original.
Este director nos regala una historia que podría pasar en cualquier parte del mundo y lo hace bajo una mirada muy honesta y diferente a lo que estamos acostumbrados.
Los planos que utiliza para dar forma a las tramas resultan evocadores y aportan frescura a la historia.
Personalmente, me quedaba atontada viendo esas imágenes que, con ese plano, me transportaban a ese pueblo y me daban ganas de conocer a sus habitantes.
Entre diálogos y conversaciones cotidianas, las estaciones van pasando y nos dejan momentos de reflexión e introspección.
Aunque al principio parece un pueblo unido, empezamos a ver discrepancias entre vecinos y vemos la forma de cada uno de afrontar lo que les viene encima.
Es una crítica cruda, aunque en algunos momentos se enmascara con un humor ácido a las grandes empresas y a los políticos.
¿Por qué a las empresas? Pues, por una sencilla razón: se erigen como salvadores, como alguien que transformará a ese lugar y lo que prometen, pues se lo lleva el viento.
¿Y los políticos? Siempre sacarán tajada de una manera u otra, así que vemos como ellos no hacen nada por el pueblo.
La sabana y la montaña destaca por sus personajes que son los habitantes de esta pequeña aldea del norte de Portugal. Ellos y el paisaje se roban alternativamente el protagonismo por momentos y nos desvían del argumento principal. Pero, no me importa que estos habitantes con su frescura, con sus diálogos y su ingenio aporten espontaneidad, ingenio y osadía.
Me contaba Paulo en la entrevista que le hice y que podréis escuchar el viernes que, no eran actores/actrices profesionales y me sorprendió mucho, pues no lo hubiese dicho.
Creo que los habitantes de este pueblo se lo pasan en grande, disfrutan, y su entusiasmo se proyecta con autenticidad en la pantalla. Incluso cuando el silencio se apodera de la historia se crea momentos magnéticos alrededor de cosas tan banales como ver la televisión o estar en el monte.
Empatizas tanto con la lucha de esta película que te sientes como un habitante más. La sabana y la montaña aporta un telón de fono muy interesante y puede suscitar debates complejos, pero ¿qué es el cine sin esto? Yo quiero que el cine me remueva, me haga cuestionarme, me cambie y esta producción lo ha hecho con creces.
El final de la película me pareció muy poderoso y perfecto. Aunque, pienso que el principio y el final están unidos por un caballo que es una metáfora sobre la libertad o el destino.
Paulo Carneiro nos recuerda que la ficción es un poderoso vehículo para narrar luchas y escenarios reales en nuestros días.
Muy recomendada.

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