Psicóloga especialista en psicología clínica. Terapeuta relacional. Co-fundadora del centro psicológico Hogar Relacional en Barcelona. Consulta privada. Miembro de la IARPP (International Association for Relational Psychoanalysis and Psychotherapy).
Coordinadora del Grupo de Trabajo del COPC (Colegio Oficial de Psicología de Cataluña) en Psicoanálisis Contemporáneo: relacional e Intersubjetivo. Supervisora y docente en AMPPR y en el postdoctorado de la UIC (Universidad Intercontinental de México), así como en la Formación Relacional impartida en Hogar Relacional.
Autora del libro El dolor es sordo, ha participado como conferenciante en congresos nacionales e internacionales de la IARPP y de la IFPE (International Federation for Psychoanalytic Education). Ha sido invitada a la Universidad de San Luis y a la UIC-Universidad Intercontinental de México. Sus trabajos psicoanalíticos han sido publicados en revistas especializadas como Aperturas y CeirR. Su ultimo articulo, titulado “Caso clínico de una liberación en que los fantasmas fueron transformados en ancestros y pudieron descansar”, apareció en Clínica e investigación relacional, CeirR, Vol. 17 (2), octubre de 2023.
-La escritura es una herramienta terapéutica y sanadora, pero ¿cuál es el impacto de crear un diario en vídeo y compartirlo públicamente en el proceso de sanación de una persona?
Creo que la escritura supone un registro de experiencias, y este hecho es, en sí mismo, sanador; supone identificar, pararte a sentir, reflexionar y poder imaginar posibles vías de salida a la situación que estás viviendo; lo que me preguntas, crear un diario en vídeo, creo que es distinto en cuanto al impacto visual-emocional que pueda tener tanto para quien lo ejecuta como para quien vaya dirigido. El poder de las imágenes, o el lenguaje visual, y el de la escucha, oír lo que se está grabando en el vídeo siempre será más impactante que leerlo, por muy bien descrito que esté. Mira, se me ocurre un ejemplo muy actual: la serie “Adolescencia” hubiera tenido el mismo impacto social si hubiera sido una novela, ¿un relato? O el gran impacto es la secuencia grabada en un plano, las expresiones, el lenguaje verbal y el no verbal, la tensión que se respira y se escucha como un latido en cada episodio…Aunque lo que estoy comentando no es exactamente un diario grabado en vídeo, lo sé, pero me ha hecho pensar en esto. Compartir públicamente un diario puede ser sanador si se consigue el objetivo del mismo, depende de cual sea en cada caso concreto.
- En el libro se habla de Magritte, un pintor de ideas y pensamientos visibles. Se le describe como el pintor de la continua visibilidad de lo invisible. Dada esta descripción de su arte, ¿crees que se podría establecer un paralelismo entre la 'invisibilidad' que Magritte buscaba representar y la naturaleza a menudo 'invisible' de las enfermedades mentales en la vida cotidiana?
¡Me parece un gran paralelismo, María! Por ejemplo, Magritte rehusaba hablar del suicidio de su madre, sin embargo, en muchas de sus obras pintó figuras con las caras cubiertas por una tela -ahí sí que hablaba implícitamente de ello, del gran impacto que debió tener en él cuando la sacaron del río y su camisón le tapaba la cara- Nos habló de ello sin hablar… Esto nos sumerge en el mundo de las emociones donde lo explícito, lo visible no es siempre lo importante, ya que a menudo tapa o esconde a todo lo implícito, lo que no se ve, lo que no se dice, que puede ser esencial o lo verdadero. La cita del Principito “Lo esencial es invisible a los ojos” va en esta línea, creo yo. En nuestra vida cotidiana estamos rodeados de personas que tienen un sufrimiento silencioso, a veces invisible, pero no por ello menos real o doloroso; pienso que es importante compartir que el dolor no es sinónimo de patología psiquiátrica, nos indica y nos informa de cosas, pero es necesario no patologizarlo todo; muchas personas están en tratamiento, ya sea terapéutico y/o farmacológico, y a lo mejor tratan de llevar una vida lo más “normal” posible, no sintiéndose “enfermos” mentales; todo y que hay muchos casos en que no se puede ser muy funcional debido a la gravedad de la sintomatología que padecen. Históricamente se ha tapado, por vergüenza, enfermedades mentales, por el estigma y el miedo al rechazo; hoy en día se puede hablar con más naturalidad de ir al psicólogo…ya no es aquello de ir “al loquero”, con el tono despectivo y de burla con el que se solía decir. Las enfermedades mentales se han hecho más visibles, se han aceptado y hay más conocimiento sobre nuestra vulnerabilidad como seres humanos, insisto una vez más, sin patologizar ni negar el malestar.
-Una obra de arte genuina nos invita a descubrir lo que antes no veíamos. Si bien cada individuo experimenta el arte de forma personal, ¿qué sentimiento oculto podría liberarse y multiplicarse al confrontarnos con una creación artística?
Estoy de acuerdo con que cada individuo experimentamos el arte de forma personal, única, y que nos puede despertar o generar sentimientos u otros dependiendo de nuestra historia, de nuestro contexto de desarrollo, de las experiencias que hayamos vivido. En este sentido, los sentimientos ocultos que se nos liberarán serán los que estén dentro nuestro, en nuestra memoria implícita; a veces nos emociona alguna obra o pieza musical y, de entrada, no sabemos porqué, pero si lo analizamos, encontraremos que nos ha tocado alguna fibra sensible nuestra, o experiencias disociadas/reprimidas/olvidadas que nos dañaron en el pasado y se reactivan en nuestro presente.
- Muchos pacientes han aprendido desde muy pequeños que lo mejor era no pedir ayuda a sus figuras parentales ¿esto que conlleva psicológicamente?
Esto implica un fallo de nuestra capacidad de regular las emociones a través de las relaciones o un “cortocircuito” relacional, ya que lo sano sería haber podido tener figuras parentales disponibles, que sintonizaran con nuestras necesidades y que nos ayudaran a regular nuestras emociones, dicho de modo muy sintético. Y conlleva desarrollar apegos inseguros: pueden ser evitativos o ambivalentes, es decir, personas desconectadas de sus emociones, que evitan hablar de ellas (y por tanto con poca responsabilidad afectiva), o los ambivalentes que son apegos ansiosos, que tiene ansiedad de separación y angustia de abandono, con el gran sufrimiento que supone para quien las padece. A lo largo del proceso terapéutico se restaura este cortocircuito, ya que lo que sana es el vínculo, y se pueden regular las emociones a través del intercambio relacional terapeuta y paciente gracias al vínculo de confianza que se co-construye.
- El terapeuta tolera y sostiene el dolor mental, tanto suyo, como el del paciente ¿Qué papel juegan la autoconciencia y el auto cuidado en este proceso? ¿Cómo se establecen los límites para evitar el agotamiento y el contagio emocional?
El auto conocimiento y el auto cuidado son esenciales en nuestro trabajo. Creo que habernos trabajado terapéuticamente, o dicho de otro modo, haber sido pacientes antes que terapeutas, es muy importante para no confundirnos ni contagiarnos emocionalmente con el malestar de las personas que consultan. Para ello también creo que es necesaria mucha humildad humana, reconocernos y sabernos vulnerables y falibles.
- En varias partes del libro se habla del miedo, pero ¿cómo sería una sociedad sin él? ¿Consideras que existen lugares en el mundo donde el miedo no es una realidad cotidiana, o donde la supervivencia es tan precaria que pasa a un segundo plano? ¿Crees que nos rendimos fácilmente al miedo más ahora que antes?
El miedo es una emoción primaria y básica, necesaria para la supervivencia de la especie, ya que nos informa de situaciones que pueden ser importantes para estar en modo alerta; sin embargo, vivir inundados de miedo es un problema, ya que podría paralizarnos. Creo que es muy importante admitir y reconocer cuando tenemos miedo, sin que nos genere vergüenza sentirlo. No sé si ahora nos rendimos más al miedo, ¿quizás nos atrevemos a decir lo que sentimos con más autenticidad?
- El libro explora el concepto del perdón. ¿Cuáles son las razones por las que, como sociedad, encontramos tanta resistencia a pedir perdón?
Creo que históricamente el perdón ha estado muy asociado a la religión, al confesarte-rezar-buscar el perdón divino, y servía de poco. Hoy en día somos más conscientes de que para pedir perdón convendría sentirlo, porque nos causa remordimientos, malestar, culpabilidad, angustia, etc. Si no te arrepientes de algo que has hecho/dicho, no sirve de nada pedir perdón. Creo que es un sistema muy complejo, amplio, con muchas lecturas…
- ¿Por qué la expresión verbal del dolor resulta tan elusiva, ya sea por la falta de vocabulario o por la saturación emocional? ¿Cómo transformaría nuestra comprensión del dolor si este pudiera ser observado visualmente? ¿Crees que la sociedad colapsaría?
La expresión del dolor es tan subjetiva, tan particular, seguramente habrá tantas expresiones como personas sintientes. También creo que el grado o la intensidad del dolor, cómo y cuánto se experimenta es muy difícil de definir o describir. Es posible que nos falte vocabulario, o incluso que desconozcamos algunos términos que lo definan mejor; también puede haber saturación emocional. Si lo pudiéramos observar visualmente, o medir, seguramente lo comprenderíamos mejor. Recuerdo la pregunta de las enfermeras, tras la operación del cáncer, cuando me pedían que pusiera un número en la escala del dolor, y la sensación de pensar desde qué parámetros calcularlo, y si decir lo máximo era “ser exagerada”, por no hablar de la tolerancia distinta al dolor, aunque ahora me estoy refiriendo al dolor físico, claro, disculpa. Últimamente me planteo si la sociedad no estará colapsando ya… a nivel socio político creo hay tantas incoherencias: hemos avanzado en varios aspectos, pero parece que vayamos hacia atrás en otros. Las guerras, los feminicidios, la cultura patriarcal, la injusticia judicial, no hablo solo del caso de Helen, sino de tantos y tantos otros casos de mujeres que salen a diario a quejarse de sentencias inconsistentes, injustas. Pero luego vuelvo a pensar que las luchas son duras y largas, que avanzamos y retrocedemos un poco, que nos desmoralizamos, nos cansamos, y volvemos a cargarnos de energía y ganas de luchar; al final todo habrá valido la pena.
- Hay una frase del libro que me ha impactado profundamente: 'nuestro cuerpo siente lo que nos sucede antes de que podamos darle un sentido personal a las sensaciones, incluso mucho antes de que podamos expresarlo con palabras. El cuerpo también construye significados...'. ¿Por qué, entonces, a menudo ignoramos las señales que nos envía nuestro cuerpo? ¿Qué implicaciones tiene esta desconexión en nuestra salud mental y emocional? Y, ¿cómo podríamos cultivar una mayor conciencia somática para reconectar con la sabiduría intrínseca de nuestro cuerpo?
¡¡Qué pregunta tan interesante y cómo has leído al detalle el libro!! Todas las experiencias que hemos vivido desde que nacemos, cuando no tenemos lenguaje verbal para expresarlas, se almacenan en nuestro cuerpo, el cuerpo tiene memoria y tiene que ver con este concepto que hemos hablado anteriormente de la memoria implícita: lo podemos identificar en el lenguaje no verbal, por ejemplo. Hay una evolución de los afectos desde su forma inicial, cuando los experimentamos como sensaciones del cuerpo, hasta estados subjetivos que los podemos articular verbalmente: se trataría de llegar a experimentar los Afectos como Mente, o como sentimientos, en lugar de solo sentirlos como cuerpo, tal y como ocurre desde que nacemos; para realizar esta evolución es muy importante tener un contexto evolutivo que nos ayude y facilite en este proceso, ayudándonos a identificarlo; por ejemplo: cuando un niño pequeño tiene dolor de barriga, puede ser que algo que ha comido le haya sentado mal, pero también puede ser que le haya sentado mal algún comentario, alguna mirada, algo que le haya dolido. Si sólo se expresa como dolor corporal, faltará la conexión con la parte afectiva-mental tipo: “Esto que me has dicho me ha dolido o me ha sentado mal”. ¿Me explico bien? Mira, los pacientes que han sufrido abusos sexuales o experiencias traumáticas en la infancia, suelen tener una intuición corporal aguda; pueden decirte cosas como: “al ver a tal persona sentí como una patada en el estómago o mi cuerpo se estremeció” –y ahí tenemos información que el cuerpo ha almacenado y que aún no se ha podido expresar en palabras hasta ahora–. Hay eventos en el presente que conectan con la emoción X del pasado, que se quedó disociada o desconectada, y ahora gracias al trabajo terapéutico, la podemos liberar o transformar. Hay técnicas como el EMDR o el Mindfulness, por citar unas, que nos ayudan a conectar con nuestra respiración, con la sabiduría intrínseca de nuestro cuerpo, y puede ser muy útil incluirlas en el trabajo terapéutico y sanador.
-¿La elección de 'No Surrender' de Bruce Springsteen se debe a todo lo que transmite en sus palabras sobre resistencia, lucha, esperanza y fidelidad a uno mismo? ¿Qué la hace tan especial comparada con otras canciones?
Siempre me han gustado muchas canciones de Springsteen, he sido muy fan, he ido a muchos conciertos, y durante la época de cáncer era una canción que escuchaba mucho, me daba fuerza, esperanza, ganas de luchar y, sobre todo, de no rendirme. Fue como mi himno.
- A lo largo del libro se percibe una intensa carga emocional. ¿Cómo fue el proceso de traducir esas emociones en palabras? ¿Qué emoción predominaba al iniciar el libro? ¿Persistió esa misma emoción al finalizarlo?
Cierto, creo que hay una intensa carga emocional en el libro porque he intentado escribir lo que se vivía en aquel preciso momento, y cómo se vivía, en cuanto a intensidad, tanto Helen como yo misma. Identificar estas emociones, legitimarlas, darles un lugar sirvió para ir aceptándolas, transformándolas. Al inicio del libro predominaba la ira, el sentimiento de injusticia, la humillación, el rencor… todo vivido con mucha intensidad y dolor; poco a poco, estas emociones, en la medida que se validaban, se podían formular sin cuestionarlas, se iban transitando, iban perdiendo fuerza e intensidad, y daban paso otras más sanas y consideradas como el perdón del que hablo en el libro, un perdón sin necesidad de restituir el vínculo con el agresor. Un perdón que aporta paz mental. La escena descrita por Helen de que el cirujano le extirparía un tumor maligno que condensaba los residuos de las emociones intensas que no se habían podido digerir, creo que es muy gráfica y muy reparadora, porque así lo vivió Helen.
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