París, verano de 2010. Zahira, una prostituta al final de su carrera, es una mujer generosa a pesar de las humillaciones y la miseria. Su amigo Aziz, a punto de cambiar de sexo, duda si hacerlo o no. Mojtaba, un revolucionario iraní homosexual que ha huido de su país, se cruza en su camino y ella lo acoge en su casa durante el mes de ramadán. Allal, su primer amor, va a dejar Marruecos para ir a su encuentro.A través de fragmentos de vida que se entrechocan violentamente, Un país para morir sigue a esos inmigrantes, soñadores e invisibles, en su último combate. Destinos desesperados en el corazón de un mundo poscolonial donde encontrar un lugar propio, una segunda oportunidad, resulta imposible.
He tardado en leer un país para morir de Abdelá Taia, porque he tenido que pararme en algunas descripciones y en algunos instantes por lo crudo, por lo duro y por lo bello del libro.
Creo que el autor ha escrito un libro muy complejo y en muchos instantes me ha parecido como si se mezclasen varios géneros literarios en uno.
La pluma del autor sorprende por cómo los protagonistas del libro miran a sus países desde Francia y la forma en la que estando en Marruecos miran a otros países.
Es un libro a caballo entre la vida y la muerte, las metáforas y la realidad, entre los pensamientos en voz alta y una voz íntima.
Cuando me paraba un par de días y luego seguía con esta lectura sentía muchas cosas y es que Abdelá Taia es capaz de traspasar lo que sienten, lo que sientan al lector de una manera que ni se describir.
El amor, la religión, las tradiciones, el sexo...son muchos los temas de los que habla el autor sin tapujos, sin medias tintas, pero de forma clara y concisa.
Me he enamorado de Zahira, de Aziz o Mojtaba y he detestado a muchos hombres en esta novela. No digo que todos sean iguales, pero algunos de los prototipos que aparecen me han dado ganas de llorar, y no es por lo que dicen sino por sus miradas o por cómo Zahira o Aziz nos los relatas.
Por otro lado, me doy cuenta de varias cosas y es que los niños con su forma de mirar sin tabúes, sin juzgar y sin saber son lo más maravilloso del mundo.
En un país para morir vemos un París más gris y menos luminoso de lo que estamos acostumbrados a leer o ver, pero que el autor ha encendido en varios instantes especiales como la visita de Mojtaba.
Por otro lado, vemos como las tradiciones marcan la vida de los protagonistas y no para bien, puesto que existe el miedo por lo que les harán al regresar a sus casas o lo que pensarán.
En algunos instantes de los capítulos se echa de menos y se siente nostalgia de Marruecos y en otros momentos como que se siente asumido que no podrán regresar y que París es su "hogar".
No os quiero contar más cosas del libro, pero descubrir la voz de Abdelá Taia ha sido un gran acierto, aunque tuve que parar o las emociones podrían conmigo.
Muchos diréis que la vida es dura y que el escritor lo ha querido reflejar así, pero es que también he visto mucha humanidad y generosidad en personas como Zahira que no tienen nada que perder.
Me gustaría leer algo más de Abdelá. Por cierto, antes de que se me olvide los capítulos cortos hacen que la novela se lea de manera ágil y le aporta contundencia a cada pequeña parte.
Recomendado.
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