Greg Howard nació y se crio en Carolina del Sur, y su amor por las palabras y la historia floreció a una edad temprana. Quería convertirse en un compositor famoso y pasó muchos años en Tennessee produciendo música para otros, hasta que finalmente retomó su pasión por la escritura.
Greg escribe el tipo de libros a los que desearía haber
tenido acceso cuando era un niño.
Actualmente, reside en Nashville con sus tres pequeños
peludos rescatados: Molly, Toby y Riley.
He tenido la suerte de poder entrevistarle con motivo del
lanzamiento en España de su novela El bosque de los susurros, de
la que puedes leer la reseña aquí.
¡Muchas gracias al autor y a la editorial Puck!
¿Podrías contar en pocas palabras de qué trata El bosque de los susurros para aquellos que no lo han leído todavía?
El bosque de los susurros trata sobre un niño de once años llamado Riley, cuya madre lleva desaparecida varios meses. Riley siente que la policía nunca va a encontrarla, así que decide ponerse manos a la obra y buscarla él mismo. Él cree que los Susurros (unas criaturas mágicas del bosque sobre las que su madre le contaba historias antes de dormir) tienen la respuesta y le conducirán hasta su madre. Así que se adentrar en el bosque para encontrar a los Susurros y, con suerte, a su madre.
Al final del libro hay una nota donde nos explicas que tu propia infancia influyó en el libro. ¿Cómo fue prestar tu historia a Riley?
El bosque de los susurros es la historia más personal
que he escrito. Es una carta de amor a mi madre, que murió de cáncer cuando yo
era muy pequeño. Yo era un «niño de mamá», así que su muerte me afectó mucho. Eso,
unido a saber que me gustaban los chicos del modo en el que la sociedad y la religión
me habían enseñado que solo debían gustarme las chicas, convirtió mi infancia
en un periodo de mi vida muy solitario y deprimente.
Sé que hay otros niños ahí fuera pasando por lo mismo que pasé yo. Lo sé porque me escriben y se acercan a mí en las firmas de libros para contarme sus historias. Así que no me importó desnudar mi alma y contar una versión «con grandes dosis de ficción» de mi historia para aquellos niños que necesitan sentirse comprendidos y saber que sus historias también importan.
El bosque de los susurros ha sido una lectura muy conmovedora y poderosa para mí. ¿Qué supuso para ti como autor?
Escribir El bosque de los susurros fue, de algún modo, catártico. Como he dicho, yo era muy joven cuando murió mi madre; a mi hermano y a mí nunca se nos dio el permiso o el espacio necesario para pasar realmente el duelo. En aquel entonces, en el sur de Estados Unidos, guardabas el dolor en tu interior. No se hablaba sobre una persona fallecida. Las fotografías de mi madre desaparecieron de casa de mis abuelos porque para ellos era demasiado doloroso verlas a diario. Más de cuatro décadas después de la muerte de mi madre, escribir este libro fue la herramienta que necesitaba para permitirme finalmente llorar, no solo por su muerte, sino por todos los años en los que necesité a una madre y ella no estaba allí. El bosque de los susurros es, de alguna manera, una carta de amor a mi madre. Quería rendirle un homenaje a ella y a la persona que fue.
Creo que Riley, como narrador, aporta mucha honestidad a la historia. ¿Cómo fue escribir desde la perspectiva de un niño de once años?
Por extraño que parezca, me resultó bastante fácil encontrar la voz de Riley y perderme en su interior. Creo que es porque la historia es tan personal que, cuando la estaba escribiendo, simplemente me imaginaba a mí yo de once años como Riley. Utilicé mis propios recuerdos sobre mí mismo de esa edad para crear el personaje. Utilicé a los miembros de mi familia como personajes en la familia de Riley. Recurrí a mi memoria para crear muchas de las escenas de la vida de Riley. En muchos sentidos, sentía que estaba escribiendo la historia desde mi propia perspectiva, pero a través de los ojos de un niño de once años.
Me gustó mucho la atmósfera de cuento de hadas oscuro, con el bosque, los ruidos y todo lo que ocurren allí dentro. ¿Dónde encontraste la inspiración para la leyenda de los Susurros que la madre de Riley le contaba cada noche?
Llevaba tiempo queriendo contar la historia de Riley y su madre desaparecida, basada a grandes rasgos en mis experiencias de la infancia, pero no había encontrado el marco en el que narrarla.
Un día me invitaron a una
cena en casa de unos amigos que viven en el campo, en una zona muy boscosa.
Después de cenar, nos preguntaron si queríamos ver las «hadas azules». Yo no
tenía ni idea de lo que estaban hablando, pero nos llevaron fuera y nos guiaron
al interior del bosque que hay detrás de la casa. Estaba tan oscuro que apenas
podías ver la silueta de la persona que tenías delante. Entonces, nuestros
amigos nos indicaron que permaneciéramos quietos y callados. Y lo hicimos. Tras unos momentos inquietantes, empecé a ver
unas luces azules brillantes flotando a nuestro alrededor. El efecto del
movimiento y el resplandor azul mientras se deslizaban por el aire hacía que parecieran
hadas aladas.
Crecí en el sur de Estados Unidos, cazando «bichos de luz» o luciérnagas, como algunas personas las llaman, pero nunca había visto unos insectos brillantes como aquellos. Aprendí que se llaman luciérnagas azules fantasma y que solo aparecen en ciertas épocas del año en algunas regiones del sur de Estados Unidos. Era una visión mágica. En aquel momento supe que quería incorporarlas a la historia de Riley y trasladar ese sentimiento de asombro y magia al libro. Me marché a casa y, al día siguiente, escribí el prólogo del libro, que es el cuento sobre los Susurros que la madre de Riley le cuenta antes de dormir.
¿Crees que es posible hablar de cualquier tema en un libro middle grade?
Mi lema siempre ha sido: «si los niños lo están viviendo, escribiré sobre ello». Y nunca son los niños los que tienen problemas con ninguno de los temas sobre los que escribo, son los adultos. Creo que es volver al viejo pensamiento de «si no hablo sobre ello, no está ocurriendo». Algunos adultos no quieren creer que sus hijos, a esa edad, se están planteando su orientación sexual, o su identidad de género, o están lidiando con la depresión o incluso sufriendo abuso físico. Así que algunas veces los limitan el acceso a los libros que hablan de esos temas, mientras los niños están pensando acerca de esos asuntos tan serios y de muchos otros. Limitar el acceso a los libros que hacen que se sientan comprendidos, representados y que los ayudan a abordar esos sentimientos sobre los que los adultos no siempre están dispuestos a hablar es, en última instancia, perjudicial para los mismos niños a los que creen que están protegiendo.
¿Qué te gustaría que los lectores sacaran del libro?
Lo más importante es que, cuando los lectores lleguen al
final del libro, quiero que sientan esperanza. Riley menciona a lo largo de la
historia algo que su madre siempre le decía, y mi deseo es que los lectores se
lleven con ellos ese mensaje: «¿Por qué no tener esperanza?»
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