Infiltrada en el búnker cuenta la historia de Carlota Saorsa (nombre ficticio), una loba solitaria que lo sacrificó todo por mostrar al mundo la cruda realidad vivida durante dos años dentro de un laboratorio de experimentación animal. Su investigación, dentro de lo que ella acabó bautizando como «el búnker», se plasma en cientos de horas de material grabado con cámara oculta que muestran gran sufrimiento animal. Infiltrada en el búnker es un thriller que pone al descubierto la infiltración más larga en un laboratorio farmacéutico en el mundo, y arroja luz sobre un debate social ineludible: el del uso de animales en la experimentación científica.
Creo y pienso que solo Pablo de la Chica podría haber sido el guionista y director de infiltrada en el búnker.
Su visión, tan diferente del resto de cineastas en las que percibe historias que merecen y tienen que ser contadas, le hace un narrador contemporáneo de una profunda mirada y de una gran humanidad.
Por no hablar de los montajes de sus producciones que son realmente fascinantes en donde las capas y texturas de la historia se irán asentando lentamente para hacer que el espectador digiera toda la historia detrás de ese documental.
Lo tengo que confesar, me pensé mucho si ver o no ver infiltrada en el búnker porque sabía que su crudeza y su crueldad en muchas de las imágenes me iban a afectar. Ver este documental ha sido como un disparo a bocajarro, el estómago se me ha cerrado y en algunos momentos he tenido que parar de verlo.
Sentí que no iba a poder continuar en algunos momentos. Pero, por Carlota Saorsa y todas esas personas que se juegan la vida y el cuello por destapar todo lo que ocurre en estos laboratorios, criaderos y muchos lugares, sentía que se lo debía.
Una rabia enorme se ha apoderado de mí y me han entrado unas ganas increíbles de meterme en la pantalla y salvar a todos esos animales.
No puedo creer y no me cabe en la cabeza que suceda esto, pero al mismo tiempo no me sorprende mucho.
Lo que vemos en el documental es la punta del iceberg y está muy claro que grandes empresas, grandes farmacéuticas y grandes gobiernos son conocedores y cómplices de lo que ocurre dentro de los laboratorios.
Estos lugares o mataderos debían de ser clausurados en su totalidad, pero ¿sabéis lo que me ha generado? Inquietud.
¿Cómo sé yo que ese sello de no crueldad animal es verdadero? ¿Cómo cuando salen investigaciones en los medios de comunicación alentadores no son una estafa?
Sí, me han creado ansiedad y una tristeza terrible por lo que sucede dentro con todos esos animales, pero ¿y por esas personas que buscan una cura al cáncer, Alzheimer?
Ahora, lanzaré una pregunta al aire, ¿duermen bien esas personas que pueden trabajar en esos laboratorios mortales? ¿Tienen conciencia?
Yo, os juro que no duraría más de un día. Saldría corriendo y sin mirar hacia atrás. Por lo que Carlota Saorsa, para mí, es alguien admirable, alguien que ha seguido adelante para que se hiciese justicia, para que esto no volviese a encontrar.
Pues, me he sentido estafada por la justicia y por los procedimientos. Luego, me puse a pensar ¿qué amigos tendrán este laboratorio para volver a funcionar con una multa irrisoria?
Este documental ha sido una montaña rusa emocional que me ha dejado completamente devastada.Si la narración e interpretación de Goize Blanco me dejó sin palabras, no puedo ni imaginar lo que habría sido escuchar a la verdadera protagonista durante todo el documental.
Tras terminar de ver infiltrada en el búnker me gustaría saber o preguntar ¿se hará algo en Europa y fuera de la Unión Europea? O como es tocar el dinero de grandes fortunas y empresas, seguiremos como hasta ahora.
Carlota Saorsa se enfrenta a varios dilemas muy complejos a lo largo de esta narración y siento que el arrebatar vidas para conseguir lo que consiguió debió de ser muy duro y va a vivir con eso. Yo, no sé de qué manera me recompondría o si lo podría haber hecho.
No es un documental al uso. No es una historia sencilla, pero desde estos desvaríos solo espero que la gente se pare a pensar, reflexionen y empiecen a cambiar muchas cosas, aunque lo veo a años luz.
Mientras el lente se posa en la crueldad del laboratorio, Pablo de la Chica teje con la cámara un refugio donde Carlota puede anclar todo lo que vivió en solitario y casi en silencio.
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