Un trepidante viaje a través de la extraordinaria carrera de Shane MacGowan, líder de la banda The Pogues y uno de los músicos más influyentes de la historia reciente del Reino Unido. A través de entrevistas, imágenes inéditas de archivo y animaciones a cargo del reconocido ilustrador Ralph Steadman, la película nos sumerge en un personaje carismático que supo aunar en sus canciones la poesía de la música tradicional irlandesa con la energía visceral del punk rock.
-ESTRENO ESTE VIERNES-
Adoro los documentales es uno de mis géneros preferidos del séptimo arte y me he vuelto a enamorar de uno.
Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan es de esas historias eléctricas y que te enganchan desde el segundo uno. Desconozco si es la manera en la que esta narrada el documental o la forma en la que el propio Shane Macgowan y las otras formas de narración se unen, pero es de esas vidas que una vez termina te dejan sin saber que decir, hacer o pensar.
Shane Macgowan no se anda por las ramas y el documental no te deja indiferente y tampoco es de hablar a medias, habla de todo y sin medida, aunque al principio le cuesta mucho.
La narración es de cuento de hadas o de cuento de leprechauns tiene magia, duende o lo que sea, tal y como es Irlanda.
Para conocer mejor las decisiones, la forma de ser o de actuar nos tenemos que remontar al pasado, a los orígenes de Shane y esto lo vemos al principio y a lo largo de toda su vida. Shane estaba muy arraigado a Irlanda, aunque la mayor parte de su vida la vivió en Londres y en la carretera.
La personalidad de Shane resulta controvertida, pero también simpática, ya que es de esas personas que son sinceras por naturaleza, pero por otro lado te dan pena, sus decisiones equivocadas con el mundo de la droga y el alcohol.
La música que toca es hipnótica, no tanto como las letras, algunas son un tanto directas e incomodan hablando de lo que el tan bien conoció y sabía, pero en cambio hay otras que son magia para el alma.
Me ha sorprendido ver a algunas personas en el documental y desconozco cómo será visto en los lugares en los que el IRA, golpeó tan duramente, aunque para que sepáis de lo que estoy hablando, debéis de ver el documental.
Son dos horas en un viaje sin retorno al pasado y la mente de uno de esos músicos que vagamente sabes o apenas conoces.
Tal y como os dije al principio la producción es exquisita y de repente estamos en una foto en blanco y negro o estamos en una charla con Shane y Jhonny Deep o...
Un viaje por el tiempo y por un país como es Irlanda, ya que para conocer a un músico o el origen de alguien, debemos de bucear en su pasado, en su vida y en su familia.
Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan es una película bien narrada, bien llevada y con una narración cautivadora, creo que va a gustar mucho, pero que va a suscitar algún debate que otro.
La vida de Shane no fue fácil, pero creo que la música le salvó de algún modo en muchas ocasiones.
Muy recomendada.
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