«Recuerdo que esa mañana, en el párking del centro comercial, mientras salía de la furgoneta, agarrando el rifle del asiento trasero, miré hacia el bosque y me di cuenta de que el sol emergía del campo como un moratón. Era octubre y yo tenía quince años.»
Ercole y su hermana Asia pasan una infancia difícil, que superan a base de imaginación y perseverancia. Sin embargo, como todo el mundo, crecen, van a la escuela, se enamoran... Hasta que todo parece hacerse pedazos y Ercole cree que ser un desastre es un destino del que no puede escapar.
Cuando está a punto de rendirse, se entera de que su madre, de la que no ha tenido noticias en mucho tiempo, vive cerca de él. El reencuentro terminará provocando que tome una elección dramática. Tal vez, la única posible si quiere cambiar su destino...
* Traducción de Helena Aguilá Ruzola.
Vidas descalzas nos cuenta la historia de Ercole, un
adolescente italiano que ha crecido en un ambiente bastante desestructurado. Su
madre se marchó cuando él era muy pequeño y su padre siempre se ha dedicado a «vivir»,
por lo que es Asia, la hermana mayor de Ercole es quien se ha encargado desde
el principio de cuidar de la casa y la familia. Pero ahora todo parece estar
cambiando porque Ercole está viviendo su primer amor y Asia se siente preparada
para irse a vivir con su pareja. Todas estas nuevas sensaciones harán que
Ercole empiece a sentirse al borde del precipicio, hasta que descubre la verdad
sobre su madre y decide ir a buscarla.
Vidas descalzas es una novela de personajes, por lo que son
ellos quienes cargan con prácticamente todo el peso narrativo del libro, dejando
de telón de fondo los escenarios y demás contexto. Porque aunque está
ambientado en un lugar y en un tiempo concretos, esta historia podría estar
sucediendo en cualquier sitio ahora mismo o hace cincuenta años. Y eso la
convierte en una lectura totalmente atemporal, libre de modas y sin fecha de
caducidad.
Ercole es un adolescente al que se le ha obligado a crecer
pronto. Es maduro e inocente al mismo tiempo, valiente e inseguro, terco y dispuesto
a cuidar de los que considera más débiles. Obviamente, la infancia que ha
tenido lo ha marcado mucho, aunque a veces no quiera reconocerlo, y justo esos
déficits que ha ido acumulando a lo largo de su corta vida son los que le crean
dificultades a la hora de enfrentarse a las frustraciones cuando cree que algo
no está saliendo como él quería o cuando se siente atacado. De hecho, es él
quién nos va narrando toda su historia mientras recuerda cómo fue su infancia,
su adolescencia y los sucesos que le condujeron a ser quien es en la
actualidad.
El primer capítulo es espectacular. Apenas un par de páginas
que te atrapan sin dejarte escapatoria. Porque, a ver, el protagonista está en
el tejado de un supermercado, con un niño pequeño a su lado y una escopeta en
la mano… ¿qué narices ha pasado para que acabe ahí arriba? Y, claro, ya no puedes irte
sin descubrirlo.
Fabio Geda es
también el autor de En el mar hay cocodrilos, que ya
reseñé el año pasado. Una vez más, si tuviera que destacar una única cosa de su
modo de escribir, sería la humanidad que desbordan sus textos, porque sus
novelas hablan de personas, de seres humanos que se enfrentan a sus vidas
mientras descubren cómo plantarles cara para poder salir adelante y el autor
posee una sensibilidad especial para contárnoslo.
El estilo es sencillo y ameno, aunque me ha «molestado» un
pelín que los diálogos no estén puntualizados como diálogos, sino como parte
del texto descriptivo. No sé si me explico.
Vidas descalzas ha sido una lectura que me ha gustado mucho
porque habla de personas que podrían ser reales, a través de unos personajes
bien construidos, situados en la vida cotidiana y narrada con delicadeza, con un
tono cargado de humanidad. Si os gustan este tipo de historias, os aseguro que
este autor no os va a defraudar.
¡Hola! Parece que puede estar interesante pero la verdad es que no me termina de llamar así que no lo leeré. Un besote :)
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