El cuento clásico de Victor Hugo es una apasionante historia de sueños rotos y amor no correspondido, pasión, sacrificio y redención, un testimonio intemporal de la supervivencia del espíritu humano.
Los Miserables sigue la historia de Jean Valjean, un exconvicto que busca redimirse tras salir de prisión. Perseguido incansablemente por el inspector Javert, Valjean reconstruye su vida mientras cuida a Cosette, la hija de Fantine, una mujer explotada por la pobreza.
En el contexto de la Francia postrevolucionaria, los destinos de Valjean, Cosette y otros personajes se entrelazan con el levantamiento de jóvenes idealistas en las barricadas. La obra aborda temas como la justicia, el sacrificio y la esperanza, con la magnífica partitura de Boublil y Schönberg que incluye canciones emblemáticas como Soñé una vida, Solo para mí, Sálvalo, La canción del pueblo, Sale el sol y muchas más.
Opinión de los miserables, el musical dirigido por Víctor Conde: Vuelve a latir París
30 nov 25
El musical de los miserables es una de las producciones más complejas y ambiciosas de llevar a cabo y producir.
El trabajo delante del telón y detrás es de orfebrería y de encajar todo al milímetro. Pues que, París cobre vida delante de nuestros ojos y lo haga como un personaje silencioso, pero con gran presencia y peso en la historia es complicado, ya que nuestros ojos siempre irán a parar a Jean Valjean y a Javert.
Pero, la gente que ha trabajado en la escenografía, luces y detalles ha hecho un tremendo trabajo para que París, sin hacer sombra al elenco, pero esté como observando todo lo que sucede.
Hablando de los personajes del musical, ¡Menudo duelo de titanes el que tienen sobre el escenario Adrián Salzedo y Pitu Manubens! Los dos son la némesis del otro, y se respira en cada encuentro una tensión brutal que deja al espectador sin palabras.
Adrián y Pitu, cuando se quedan desnudos en el escenario con solamente sus voces, nos regalan un espectáculo mágico. Ellos mantienen la tensión en cada palabra, gesto y nota.
Teresa Ferrer (Fantine) nos regala los momentos más desgarradores de la historia, pero su magnetismo escénico resulta inolvidable como la de su personaje, que es clave para el desarrollo de la trama.
Hay un duelo majestuoso entre Éponine (Elsa Ruiz Monleón) y Cosette (Aléxia Pascual). Estas dos actrices nos muestran dos caras de la moneda de la vida y del corazón, pero es a través de sus hipnóticas voces en las que el dolor de una me conmovió, y el lamento romántico de la otra protagonista me pellizcó el alma.
Marius (Quique Niza)fue una grata sorpresa en mayúsculas, puesto que le había visto en Grease y no le había puesto tanta atención como en el papel que interpreta que le hace mostrar una faceta distinta y más versátil.
Thénardier (Xavi Melero) y Madame Thénardier (Malia Conde) son únicos, ya que provocan diferentes tipos de emociones en el espectador, y eso es muy complicado de conseguir.
Enjolras (Javier Mamente) es ese personaje con una frescura natural e inusual que nos guía hacia donde él desea con su carisma.
Pero, no me quiero dejar en el tintero al resto del emsemble y a los niños, los cuales, sostienen el drama, tejiendo al unísono este tapiz coral de los miserables.
Cuando cantan los protagonistas con el resto del elenco, la obra adquiere una fuerza épica, dotándola de ricos matices.
Tuve la ocasión de ver los miserables hace muchos años, y aunque conservó algunos nítidos detalles, quedaron enterrados en mi memoria. Así que he ido a redescubrir la obra con nuevos ojos al Teatro Nuevo Apolo.
Soy una gran apasionada de los musicales y al elenco le había visto en distintas obras, pero sentía una gran curiosidad descubrir, de qué manera se enfrentarían a sus roles.
En España tenemos un gran talento teatral, pero soy de las personas que creen que es sobre un escenario donde un actor demuestra su verdadera fortaleza y en donde las alas les pueden crecer. Todo el equipo artístico son muy valientes no solo por interpretar a personajes tan complejos emocionalmente, sino por hacer que la historia se meta en la piel del espectador y nos transmitan mil latidos por hora.
Es extraordinario cuando el silencio se apodera del teatro, las únicas luces que se ven son las del escenario y no las del móvil. Es excepcional cuando una producción te regala un viaje en el tiempo al París postrevolucionaria y lo hace con tanto mimo y cuidando hasta el más mínimo detalle.
Siento que tendría que ver la obra de nuevo para descubrir algunos ornamentos y cosas que se me pasaron desapercibidos por la emoción del momento.
Uno de mis musicales favoritos vuelve a revolucionar la escena teatral y lo hace como un huracán.
Imprescindible. Increïble.

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