Opinión de frontera de Judith Colell: donde el silencio grita

Año 1943, plena guerra en Europa. Franco ha bloqueado el paso de judíos que huyen de la represión nazi por los Pirineos. En la aduana de un pueblo fronterizo, Manel Grau, un funcionario con pasado republicano, decide contravenir las órdenes ayudado por Juliana, una vecina del pueblo, y Jerôme, un pasador francés. Entre todos inician una cruzada para ayudar a huir a tantos judíos como sea posible. Es entonces cuando Manel se verá atrapado en una peligrosa odisea que despertará en él y en su mujer Mercé viejos fantasmas de la todavía reciente guerra civil española.

Frontera es una película coral repleta de voces que susurran con miedo, de silencios que hablan con miradas, y de palabras que se pierden entre montañas y bosques donde la esperanza decide esperar a que alguien se mueva.

Una historia donde la humanidad se encuentra en los momentos más oscuros, y donde la valentía y el ingenio no sirven solamente para sobrevivir, sino para unir a personas.

No me he equivocado al averiguar quienes serían los que no mirarían hacia otro lado y quienes los que con tal de llevarse méritos venderían hasta su alma.

Bruna Cusí y María Rodríguez Soto son los pilares esenciales de esta historia, que llevan, cada una de ellas a su manera, el peso silencioso de la frontera no solo real, también metafóricamente hablando.

Estas dos mujeres, que aparentemente parecen no tener nada en común, cuando se las deja hablar y se las escucha, sorprenderán a más de uno. Bruna y María están soberbias en sus papeles.

Estas dos actrices cada vez que aparecen son como un soplo de aire fresco que anuncia cambios en la historia o locuras en el guion.

El personaje de Manel, interpretado maravillosamente por Miki Esparbé aporta distintas capas de complejidad a la trama y varios conflictos de distinta índole a la historia.

Miki Esparbé, con su papel, me ha dado en que pensar. Os diré unas pequeñas pinceladas sin hacer spoilers. Su pasado le perturba de mil maneras y aunque desconocemos todos los motivos completos por los que hizo, es de esa clase de personas con alma, de los que no pueden mirar hacia otro lado, puesto que no fue consecuente con lo que hizo.

Asier Etxeandía como el Teniente Sánchez me ha sorprendido muy gratamente. No encarna al malo, no encarna a ese brazo totalitario de la ley, aunque quiera serlo. El personaje que cobra vida de la mano de Asier sorprende en muchas ocasiones por observarlo todo silenciosamente, frente a un cansancio que le devora lentamente.

Este personaje parece frío como el hielo, sin sentimientos, pero cuando alza la voz o tiene que pasar a la acción le remueve su corazón de padre y/o se lo cuestiona todo.

Un irreconocible Jordi Sánchez encarna a Ovidi. Un personaje detestable, que encarna al lado oscuro de la humanidad. El lado amargo o la nota discordante, pero que sin él, el retrato coral en la historia quedaría huérfano, sería un lienzo incompleto.

Cuando Jordi aparece en escena la tensión se dispara y me ha gustado mucho verle alejado de sus papeles habituales. Creo que sin él, la historia estaría vacía.

La narrativa ingeniosamente cruza la frontera, pues además de la trama que se ubica en los Pirineos, la película tiene a Kevin Janssens (Jérôme) y Joren Seldeslachts, quien encarna a un alto cargo de los alemanes en la frontera.

El personaje de Jérôme es como el de un faro luminoso que aporta esperanza. Un personaje misterioso que se camufla con el paisaje a las mil maravillas. Es de esos personajes omnipresentes, puede no estar presente en todas las escenas, pero su nombre resuena como el eco en las montañas.

Joren Seldeslachts es un recordatorio sombrío de un pasado no muy lejano que vuelve a repetirse. Su gelidez y frialdad han traspasado la pantalla. Cuando le veía aparecer, me ponía nerviosa, pues parecía una amenaza que podría saltar en cualquier momento.

Todo el elenco, hasta incluso los actores/actrices que interpretan a los judíos que huyen del terror para encontrarse con una cárcel inesperada en pleno bosque y cuyos nombres apenas conocemos, logran dotar a su anonimato de algo de humanidad.

No conocía esta historia, de hecho cuando supe que estaba basada en hechos reales, me entristecí, puesto que me doy cuenta de lo poco que conocemos de algunos años en nuestro país o lo poco que se ha hablado de ello.

Es muy bonito ver la manera en la que Judith Colell logra el equilibrio perfecto entre el dolor y la esperanza. Siendo precioso ver la manera en la que los silencios pueden hablar de una manera mágica.

No me quiero olvidar tampoco de los hijos de Manel y de Juliana. Cada uno, en las antípodas del otro, parecen crecer deprisa y corriendo. La hija de Juliana me ha encantado, pues aporta ligereza al conflicto. Aporta luz y hay varios momentos en los que nos hace esbozar una sonrisa tímida. Es inteligente y capaz de demostrar bondad en medio de la tempestad.

En cambio, el hijo mayor de Manel necesita que su padre se sienta orgulloso de él. Necesita afirmar su propia identidad, incluso a riesgo de generar muchos más conflictos a la trama.

Pero, ambos niños son firmes representantes de sus padres. Es decir, la hija de Juliana, por como es su madre y por como Julina habla en voz alta, sin casi callar, parece entender todo lo que se juega. En cambio, el hijo de Manel, por todos los silencios que se esconden en su casa, parece buscar respuestas en el exterior o intenta buscar las palabras que no se dicen en voz alta.

La fotografía de frontera te deja sin aliento. Esas montañas vistas desde arriba parecen inmensas y son una advertencia del precio que se debe pagar para encontrar la libertad.

Por historias como estas merece la pena ir al cine. Espero que muchas personas vayan a verla y que ese silencio se rompa.

Creo que les debemos a nuestros bisabuelos y abuelos romperlo. Es decir, yo conocí a mi abuelo por lo que no le he podido preguntar nada de su época, nada de lo que vivió o sucedió. Murió dos años antes de que yo naciese, y por eso, yo siento una gran tristeza y no me siento completa.

Siento que a los mayores no se les escucha y se les deja ir sin habernos sentado con ellos y decirles ¡te escucho, no tengas miedo!

¡Cuántas historias parecidas a estas o similares no conoceremos! Nos estamos cargando la memoria y películas como estas, nos lo enseñan.

Me encantaría saber más sobre esta época oscura del mundo en donde personas normales y corrientes hicieron algo extraordinario.

Recomendadísima.