Ana se diploma en Interpretación en la EMTZ de Zaragoza y acaba sus estudios de Grado Elemental en canto y piano en el conservatorio Citta di Roma de Zaragoza más tarde se traslada a Barcelona y se licencia en el Institut del Teatre de Barcelona en la especialización de Interpretación Gestual, después realiza un curso de posgrado en la especialidad de Commedia dell’arte en l’AIDAS de Versailles, Paris bajo la dirección de Carlo Boso y Danutta Zarazik gracias al Programa de Becas en el Extranjero Erasmus. Se forma también en acrobacia, esgrima y en Danza Contemporánea en diferentes escuelas como María de Ávila, Àrea Barcelona y el Centre Superior de Dansa de Barcelona entre otras.
Durante 20 años, Ana ha trabajado extensivamente en distintos países como Francia, Italia, España e Inglaterra. Como actriz y bailarina ha trabajado para instituciones de prestigio como el Centro Dramático Nacional, el Centro Dramático Aragonés, el Teatre Nacional de Catalunya, Teatre Grec y Festivales de prestigio como el Festival Molière, Festival d’Avignon o el Festival de Commedia dell’Arte de Milano.
En el ámbito audiovisual destacan su participación en la película “Cromos”, en la serie infantil “Flipante Noa” para Disney Channel interpretando el personaje de Helen, El Apagón en Movistar, Cuéntame cómo paso, El refugio atómico de Netflix, La que se avecina, Isla Brava II y La Encrucijada en antena 3, y su trabajo como actriz y reportera en el programa en directo de la TV Almansa, “Almansa en Vivo”.
Crea su Cía. De Teatro La Roche La Roche Producciones en enero de 2023 y estrena su primer espectáculo “Cómete un pie” en marzo de 2023 en la sala Mirador, girando hasta la actualidad por Castilla La Mancha, Castilla y León, Madrid, Aragón, La Rioja. En 2024 dirige y escribe un nuevo espectáculo de teatro sobre maternidad, “Fantásticamente bien”, actualmente en proceso de venta.
Como directora teatral por dos años consecutivos, ha creado, dirigido y adaptado, el recorrido teatralizado “La promesa”, basada en el romance de Bècquer “La Promesa”, en Gómara, Soria, para la Asociación La Cerca de Gómara y el Ayto. de Gómara. Acercando el teatro a lo rural.
Durante 7 años ha impartido la asignatura de Commedia dell’Arte en la EMTZ de Zaragoza y también ha impartido cursos sobre Interpretación, Creación Colectiva y Movimiento en diferentes escuelas de Madrid, Zaragoza, Barcelona y Gijón.
— Fantásticamente, bien, empieza con tres amigas en lo que es su cita semanal y termina de la misma manera, como si de un bucle narrativo se tratase ¿Querías que empezase y terminase en el mismo lugar, como un guiño o una metáfora del círculo de las tareas y el agotamiento con la maternidad?
La estructura circular fué el punto de partida para crear el texto. Está forma refleja el viaje íntimo que atraviesa una mujer al convertirse en madre. Ese retorno al mismo lugar es una metáfora: desde fuera parece que nada ha cambiado, pero por dentro ya no eres la misma. El círculo evidencia ese tránsito silencioso del deseo a la maternidad, y de ahí al regreso a la vida laboral donde todo se transforma aunque el mundo siga igual.
— La obra es una tragicomedia, y hay momentos emotivos y momentos en los que te sale una carcajada espontánea, ¿cómo ha sido equilibrar esa parte sensible y dura con la parte de la comedia? ¿Tenías miedo de no poder equilibrar ambas narrativas?
La maternidad contiene esa mezcla de fragilidad y humor, y desde ahí empecé a trabajar el estilo del texto y la dirección. No buscaba forzar un equilibrio, sino escuchar lo que nuestra propia experiencia nos estaba contando. Yo estaba embarazada durante los ensayos, igual que Marta Galán, una de las actrices, y el resto del equipo también traía consigo sus propias vivencias. Ese mar lleno de historias reales marcó el tono del espectáculo. Fué una cuestión de afinación de oído para sentir cómo vibra la maternidad: a veces agota, duele, a veces te llena de risa, y en esa oscilación constante apareció la tragicomedia. Más que miedo a no equilibrar ambas narrativas, sentí que era la maternidad misma la que nos enseñaba a hacerlo.
— Si algo me encantó y me pareció, una increíble idea es que las madres puedan acudir con sus bebes a las funciones. Además, en mi función había una madre con su bebe y fue algo mágico de ver en el teatro, ¿cómo ha reaccionado el público a esta iniciativa? ¿Crees que se debería aplicar a más espectáculos?
Qué maravilla que se vayan dando estás situaciones: madres con sus bebés, amamantando o calmándolos, que puedan moverse con total libertad dentro del teatro mientras disfrutan de una obra que además habla de ellas. Esta iniciativa nació como un pequeño acto reivindicativo de conciliación desde nuestro lugar: abrir un espacio donde la maternidad no tenga que quedarse fuera para que el arte pueda entrar. La reacción del público, especialmente del femenino, ha sido profundamente agradecida; sienten que por fin pueden decidir si quieren disfrutar del ocio con o sin sus bebés, pero no sienten una renuncia de su realidad. Y sí, creo firmemente que esta lógica debería extenderse a muchos más espectáculos. No concibo que la maternidad se siga relegando a los márgenes cuando forma parte esencial de la vida. Integrar todo esto en la cultura, en el ocio, en lo cotidiano es un gesto mínimo pero necesario para empezar a cambiar esa mirada.
— Como dramaturga y directora, ¿tenías claro que querías que hubiese solo tres actrices dando vida a múltiples personajes? ¿Querías que esto fuese un reflejo y una crítica de todos los roles y papeles que desempeña la mujer con la maternidad?
Desde el inicio era claro que la obra debía sostenerse con tres actrices. Marta Galán, Irene Gómez y Beatriz Lavesque son las productoras y su punto de partida y objetivo era el deseo firme de trabajar juntas y hablar de sus experiencias en la maternidad. Por otro lado, está tríada abría un enorme campo de juego dramático. Tres intérpretes en escena me permitían multiplicar los puntos de vista, construir situaciones variadas y dar vida a un abanico de personajes secundarios que enriquecen y tensan el viaje de las tres protagonistas. Esa polifonía escénica funciona también como un espejo crítico de todos los roles que una mujer asume con la maternidad. Sabíamos que en una hora es imposible abarcar toda la complejidad de la experiencia materna, pero sí podíamos mostrar fragmentos significativos. Y el hecho de que tres actrices encarnan múltiples voces y cuerpos subraya precisamente eso, la carga de multitareas que se le exigen a una madre. La fuerza y el desgaste que implica habitar tantos roles a la vez, es la metáfora misma de la fuerza y desgaste que implica a las madres cada día desde que nace nuestra criatura.
— La obra está basada en hechos reales y en testimonios de amigas, de otras mujeres y con las propias, ¿tienes pensado en expandir, o los testimonios que se quedaron fuera de la obra, con ellos crear o hacer algo multidisciplinar? ¿Cuál es ese testimonio que no sabías si ibas a poner en el guion y te lo pensaste mucho?
En este momento nuestra intención es recibir feedback de lo que hemos creado para entender qué necesita realmente el público al abrir debates sobre temas de la maternidad que siguen siendo tabú. Para nosotras es importante escuchar cómo resuena la obra antes de expandir o transformarla. Durante el proceso tuvimos que seleccionar muchos testimonios y dejar otros fuera, pero no hay nada en el guión que no hayamos querido contar. Los relatos que no entraron siguen siendo material valioso, ya veremos que va pasando.
— La obra trata sobre el embarazo, la maternidad, el postparto, la conciliación, ser madre… pero, hay una palabra que no muchas mujeres conocen y es la violencia obstetricia que es más común de lo que pensamos ¿Qué esperas que sientan o qué reflexión esperas despertar en las espectadoras al tratar un tema tan delicado y silenciado sobre el escenario? ¿Qué comentario te han llegado muchos comentarios sobre la violencia obstetricia tras terminar la función? ¿Qué crees que tiene que pasar para que esto pare de producirse contra la mujer?
Que deje de silenciarse. Que se conozcan los datos, que el público esté informado y que cada persona pueda sacar sus propias conclusiones. Las mujeres nos jugamos la vida en un parto y merecemos comprender qué ocurre en ese momento y qué derechos tenemos. La escena sobre violencia obstétrica está narrada desde el humor y la pantomima, casi como un cine mudo, contrapuesta con la Quinta Sinfonía de Beethoven y ese “ta-ta-ta-tannn”, que simboliza “el destino llamando a la puerta”. Ese contraste crea un humor negro que provoca una carcajada desde la incomodidad porque está cargada de información. El humor y el gesto nos permiten contar algo que duele, que es incómodo y que a veces cuesta ponerle palabras. Lo sorprendente es que, después de la función, muchas mujeres que no son madres comparten también sus propias experiencias de violencia obstétrica en otros contextos, simplemente por el hecho de ser mujeres. Recibir esos relatos es un acto de confianza enorme y evidencia que la necesidad de narrarnos no es solo de las madres, sino de todas. La violencia hacia la mujer aparece en muchos ámbitos, y es importante compartir nuestras historias, escucharnos y acompañarnos porque es una forma de sanar y de protegernos. Por eso esperamos que la obra despierte reflexión, conversación y, sobre todo, conciencia.
— El trabajo actoral de las tres actrices es increíble y en algunas escenas más importantes solo son con mímica y con objetos importantes ¿cómo fue ese trabajo con las actrices para muchas de las acciones importantes recayesen en la gestualidad y no en la voz? ¿Querías que la mímica y los silencios escénicos funcionaran como una metáfora del silencio o la invisibilidad, nos imponemos las mujeres en muchas experiencias de la maternidad? (por miedo al prejuicio o por desconocimiento).
Me alegra mucho que lo menciones, porque el trabajo actoral y la dirección fueron un proceso muy cuidado. Venimos de trayectorias artísticas distintas: yo tengo una formación más centrada en lo gestual y en la creación desde cero, mientras que ellas vienen de un trabajo más textual dentro del aula de teatro de la Carlos III. Conseguimos que esa diferencia no fuera un obstáculo e hicimos una oportunidad de ella, así pues nos llevó a encontrar un lenguaje común y a desarrollar una metodología que respondiera a las necesidades de las actrices para brillar aún más en el escenario.
Para mí, el gesto y la acción física ofrecen una mirada mucho más universal. Era importante que la identificación con el espectáculo no se limitará solo a mujeres o madres, sino que pudiera resonar en cualquier persona, independientemente de su género o de su rol. Todas y todos venimos del vientre de una madre y, de una forma u otra, somos hijas e hijos. Esa evidencia tan básica, permite que la maternidad deje de ser un tema “solo de mujeres” para convertirse en algo que nos concierne a todos.
Por eso el recurso de la gestualidad: porque el cuerpo tiene un lenguaje directo, común, que atraviesa la palabra y que llega a un lugar más profundo. Además, hay un punto crítico en esta decisión: en nuestra sociedad la maternidad suele quedar relegada, escondida, tratada como algo íntimo o “privado”, cuando en realidad es una experiencia que sostiene al mundo. Usar el gesto y la fisicidad permite llevarla al centro, hacerla visible y convertirla en un tema mainstream, sin perder su complejidad.
— Si tuvieses que describir a la obra con un sentimiento, con un sonido y con un adjetivo, ¿cuáles serían para ti?
Sentimiento: Hondura
Sonido: un suspiro que se convierte en carcajada.
Adjetivo: Vibrante


Comentarios
Publicar un comentario
La nueva politica de privacidad donde encontrarás información acerca de comentarios, entradas...https://blog.paseandoamisscultura.com/2010/09/Contactme.html