Opinión de anonimato dirigida por María Pastor: cuando la genética cuestiona el amor

Eva e Iván son una pareja que esperan su primer hijo. Su vida es pura armonía. Después de un control rutinario el médico les pone en jaque con una posible sospecha. A partir de ese momento la búsqueda de una certeza abre un cambio en la realidad de la pareja. Se descubre una verdad oculta donde la identidad se pone en cuestión y las relaciones se tambalean. ¿Qué pasaría si no eres quién crees que eres?

Anonimato, dirigido por María Pastor, va de menos a más. Empieza con el sonido del mar a lo lejos, con un silencio atronador y con una palabra que me dejó pensando: ¿hacia dónde nos va a llevar este viaje? ¿Por qué la elección de papá y no otra palabra?

Papá, una palabra que pesa como una herencia, como un interrogante, como un eco distante en una casa vacía de recuerdos, será el eje de una historia compleja.

Hablando de desencadenantes, si algo me ha gustado de esta obra es cómo, con una pregunta sencilla y una respuesta inesperada, un evento tan mágico y precioso como es un embarazo puede ser un hecho que te llene de dudas y hasta te haga plantearte toda tu existencia.

Es una obra profunda, pero también incómoda, que busca de qué manera podríamos mirar dentro de nosotros, y al mismo tiempo nos hace reflejarnos frente a nuestro propio reflejo. Nos invita a reflexionar sobre los pilares sobre los que construimos nuestra vida y existencia.

Me ha llamado la atención una cosa que puede resultar hasta una tontería y es la manera en la que los personajes se sitúan sobre el escenario. Aunque, el diálogo suceda entre Eva e Iván, la madre de Iván parece una sombra perenne, tiene una gran presencia silenciosa constante. Puede que sea un espejo al que Iván no quiere mirar, pues se niega en su crisis a reconocer lo que su alma sabe.

En cambio, cuando la madre e Iván hablan sobre Eva, ella da la espalda al público en muchas ocasiones y, me hubiese encantado ver su rostro o su expresión. Aunque creo que es un buen recurso, pues no sabemos lo que piensa, pero lo intuimos. Así, Eva no nos da una pista de lo que podría decir en su siguiente frase.

El escenario parece un tándem o un ring en donde parece librarse una gran batalla emocional y emocionante.

Emocional por las fases por las que va pasando Iván, y emocionante porque la madre nunca sabemos por dónde saldrá.

Fanny Condado aporta tensión al conflicto y una naturalidad deslumbrante. Su personaje es omnipresente y hasta incluso cuando no habla, solo con sus gestos y sus silencios ensordecedores te arranca una carcajada.

El tándem formado por Alba Alonso y Mariano Rochman aportan luz y sombra a la historia. Estos dos actores, sin necesidad de artificios, hacen que la realidad del conflicto se sienta creíble.

Al principio Mariano empieza una búsqueda de respuesta, pero en un giro inesperado nos lleva a un viaje inesperado a través de sus recuerdos, a través de sus sentimientos y de que manera se siente.

El personaje de Iván se tambalea en muchas direcciones y navega sin rumbo. Es esta travesía que realiza a través de su memoria, y de la reconciliación con él mismo y sus raíces, lo que más destaco y me gustó de la producción.

Pienso que Mariano hace un papel redondo, incluso cuando la ironía se apodera de su personaje. La ironía en el texto transita de una manera muy bien equilibrada; siempre estará entre el humor y el dolor

Por el contrario, Alba Alonso es la voz firme, el ancla de Iván en el presente, la única que le puede traer de vuelta a tierra firme. Su papel es muy complejo, ya la honestidad que desprende obliga a su marido a enfrentarse a lo que viene, a su hijo…

Las voces en Off en anonimato aportan riqueza, más matices y muchas más capas de introspección a la escena, ya que nos invitan a entrar en la madeja mental del protagonista.

El sonido del mar y el mar mismo son una metáfora de la memoria, de lo que está oculto bajo la superficie de nuestra alma.

Las olas van y vienen, y son un recordatorio de que nosotros mismos somos jinetes de nuestra propia vida, pero a veces estas olas nos dominan y nos golpean hasta que dejamos de resistirnos y aprendemos a surfear por esos recodos de la vida.

La palabra Papá es tan poderosa que inunda el teatro obligándonos a explorar nuestra verdadera identidad y nuestro pasado.