Háblame que te escucho es la visita inesperada de una hermana, un viaje por los recuerdos del pasado, un intento desesperado de entender el presente y de cuestionarse el futuro. La relación de dos hermanas completamente distintas, con conversaciones pendientes y ambas llenas de verdades a medias. La incertidumbre, la esperanza, la pérdida, la superación, el amor, la familia, la vida y lo que hay después de ella.
Producción: Elena Pino, María León y María Páguez (Compañía)
Idea original: Elena Pino y María Páguez
Dramaturgia: Elena Pino y María León
- ¿De qué color veíais la obra cuando se empezó a escribir? ¿De qué color es ahora la obra (una vez que se ha estrenado)?
Elena: Cuando empecé a escribir “Háblame que te escucho” y no teníamos claro ni dónde ni cómo la íbamos a hacer, tenía la sensación de que era como un lienzo en blanco solo con los trazos del dibujo hecho a lápiz. A medida que fuimos asentando el texto con la incorporación de María León al equipo y fuimos montando la obra, empezaron a verse colores. No te diría un color concreto, sino más bien diferentes colores, como el típico cuadro en blanco donde se lanza pintura de colores llamativos diferentes. Hoy la veo así, como un torbellino de colores.
María L: Estoy totalmente de acuerdo con Elena. Creo que el texto nos lleva por un viaje lleno de emociones diferentes, y que esas emociones a su vez van de la mano de colores concretos. Creo que es algo que también se refleja con las luces en distintos momentos de la obra y que es totalmente intencionado, aunque haya ido construyéndose progresivamente y de manera intuitiva.
María P: Para mi también a día de hoy es una mezcla de muchos colores. Como dice María, colores que van acompañando a todas y cada una de las emociones por las que transita la obra. Y mi impresión cada vez que acabamos cada función es blanco, sin ninguna duda. Recorremos todo un camino con distintos matices que terminan reflejando un blanco potente.
- Hay tres canciones que hilan momentos únicos de la obra. Estas canciones son como una transición de un estado de ánimo a otro, de una decisión importante o de una confesión entre las dos protagonistas ¿Fue fácil elegir las canciones? ¿Cómo fue la unión entre la musicalidad y la coreografía? Cuando se empezó a escribir la obra y más tarde a representarla ¿teníais en mente las mismas canciones que escuchamos en la obra?
- Algo que me enamoró y cautivó fue el juego con las linternas entre las dos hermanas y el momento de la noche. ¿Cómo surgió esta idea tan maravillosa? El uso de la linterna entre preguntas y recuerdos de la niñez es una metáfora de no querer perder a la niña interior y, al mismo tiempo, esa necesidad de dejarla ir para cerrar el círculo del duelo.
Cuando se tiene hermanos/as el momento de dormir juntos/as creemos que es algo muy significativo, los juegos entre ellos/as y el aferrarse a los recuerdos, a lo que fuimos una vez pero ya nunca seremos. Es duro pensar que esos momentos no vuelven, pero también es bonito recordarlos para sanar.
María L: Cuando Elena me contó la idea de las linternas me pareció superacertada para esa escena en concreto. Creo que todas hemos compartido confidencias con nuestras hermanas, primas o amigas cuando dormíamos juntas. A partir de ahí, fuimos creando un juego de luces y acompañando el texto de ese juego, y planteé otras cosas como halos de luz, la forma de la Luna con la linterna, etc., que van acompañando la escena. En general, creo que se genera una atmósfera íntima y especial que nos lleva directamente a la infancia.
María P: Algo muy presente en la obra es el recuerdo de la niñez, y nos parecía bonito poder reflejarlo de forma expresa en algún momento. De hecho una parte de esa escena se añadió más tarde precisamente para poder contar un poco más de la historia desde ese punto. La idea de las linterna nos pareció muy interesante a nivel visual por el juego de luces, ya que es algo que también hemos tenido muy presente a la hora de plantearnos qué contamos y cómo lo contamos, y utilizar un elemento así nos dió mucho juego también en ese sentido.
-Me llamó la atención la gran diferencia entre las dos hermanas desde el minuto uno, pero también, el microcosmos que crean entre ellas o los recuerdos que vemos de ellas son solo ellas dos, y solo en una ocasión el recuerdo de la madre. Siento curiosidad por saber ¿tenías pensado introducir a más personajes que la madre en algún momento? Si el resto de la familia pudiese salir a escena y hablar ¿cómo serían? ¿a quién se parecerían?
- Una de las hermanas en la obra es psicóloga y me llamó mucho la atención que el final es como cerrar un círculo. No solo es pedir ayuda para procesar el duelo, también, no sé si me estaré equivocando, es un homenaje a la hermana que murió. Una metáfora de empezar con un recuerdo y terminar ese viaje con la realidad. Con ese abrazo que muchas veces necesitamos ¿cómo lo veis vosotras?
Como bien dices, el final es una manera de cerrar el círculo, no solo para la historia de las hermanas, sino para el proceso que está viviendo Ale.
- Otra de las cosas que me cautivó de la obra son las señales que aparecen en toda ella. Señales que vemos, que no vemos y que sentimos. ¿Qué tan importantes son para vosotras las señales? ¿Creéis en ellas?
María L: Yo también creo en las señales y, de hecho, creo que es una de las formas más bonitas de tener esperanza, porque realmente cada persona interpreta las señales a su forma e incluso puede ser más o menos sensible a las señales. Está claro que cuando añoramos o deseamos algo, nuestra mente está alerta e interpreta algunas cosas como señales. Sean de verdad o no, creo que es una manera bonita de transitar por un mundo que nos da, pero también nos quita muchas cosas.
María P: Definitivamente sí, creo en las señales. Quiero pensar que es una forma bonita que tiene la vida para darnos a veces un toque de atención. Cuando interpretamos algo como una señal se genera un momento de reconectar y también poder detenerte en eso y dedicar un tiempo a lo que acaba de pasar. Hay algo que cambia en ti cuando sientes algo como una señal. Como dice María muchas veces pueden ser o no, pero hay una frase en una canción de Vanesa Martín que a mi me encanta y que define muy bien esto: “a veces no es ver para creer, sino creer para ver”.
- En "Háblame que te escucho", muchas escenas se desarrollan solamente con miradas, no con palabras. Son silencios cargados de interrogantes, de vida... ¿Cómo fue trabajar esa parte?
El silencio también es parte del diálogo, una parte de hecho muy importante con la que se cuenta muchas veces incluso más que con las palabras.
- Durante la obra, y en muchas ocasiones, se me iban los ojos al álbum, cuaderno o libro que había sobre la mesa con el mantel y todas las fotografías, pensando ¿tendrá algún significado?, ¿por qué estará ahí? Hasta que se descubre.
Me gustaría saber, ¿Qué significado tiene en la escenografía para vosotras? ¿Cómo surgió esa escenografía tan llena de detalles, pero en una sola mesa? Y, ¿cómo esas sillas silenciosas se convierten en un personaje más? ¿Fue así desde el principio?
La sencillez de la escenografía, a su vez, también es intencionada: queríamos un lugar sin mucho adorno, tranquilo y lleno de paz en el que Dani y Ale pudieran reencontrarse, que nos llevara a una habitación y con el altar como elemento prominente, como ya hemos dicho antes.
- ¿Cuál es esa escena que, al escribir la obra, no estaba clara, pero luego os encantó?
Elena: Para mí la escena del momento del rezo. Al venir de un texto muy coloquial, con mucha energía y juegos, al llegar a ese momento tan íntimo y poético no sabía cómo se vería desde fuera y no podía imaginarme la puesta en escena. Al final es uno de los momentos que más disfrutamos y desde fuera te diría que impactante.
María L: En mi caso, me sorprendió mucho la puesta en escena de la coreografía, porque venimos de un momento bastante tenso entre las hermanas y el cambio de energía es radical. Al mismo tiempo, creo que Elena hizo muy buen trabajo con los movimientos, que en ocasiones nos vuelven a trasladar a la infancia y al juego entre hermanas, pero que al mismo tiempo resaltan ese momento de reconciliación, de volatilidad y calma.
María P: Para mí toda la parte que es como un ritual, incluyendo por supuesto el rezo pero también el antes y el después. Especialmente el momento de las preguntas, que va seguido del rezo, es un momento que como actriz siempre resuena en mí a la hora de hacerlo. Siento que la obra se resume en esas preguntas, que a nivel de texto puede parecer muy simple pero en la puesta en escena engloban mucho más.
- Si la obra fuese un sentimiento, palabra o adjetivo ¿Cuál sería para vosotras?
Elena: Especial.
María L: Superación.
María P: Emoción.
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