Martín, Jimena, Julián, las gemelas Ada y Lía, y la pequeña Daniela, que es hermana de Julián, viven en el número 46 de la calle del Buhonero.Un sábado por la mañana, de forma misteriosa, desaparece por el edificio el perrito Thor, por lo que deciden crear una agencia de detectives para investigar el enigma.
A través de los interrogatorios a todos los vecinos descubrirán algunos secretos y en especial la importancia del valor de la solidaridad. Pero. ¿conseguirán encontrar sano y salvo al pequeño pomerania?
“El sábado que no fue sábado”de Inés Díaz Arriero es una historia que ocurre en un solo día y cuya trama transcurre en el número 46 de la calle del Buhonero. Lo que llama la atención es que es una novela coral con personajes dispares, cada uno con una personalidad propia. Incluso los animales protagonistas tienen su propia forma de ser.
Llama la atención desde el principio que sean los niños quienes, cuando desaparece Thor, tomen la iniciativa y que los padres no hagan nada. Es algo que destacaría, pues también los padres les dan la libertad de jugar, de salir y de vivir aventuras.
El edificio, como personaje silencioso, pero con muchas vivencias en su interior, será clave para que esta historia divertida.
Además, debo añadir que Inés nos regala unos personajes inclusivos y entrañables que nos regalarán enseñanzas fundamentales sobre la vida, vista desde la perspectiva de pequeños y mayores.
La imaginación vuela libre por la antigua escalera de este edificio y los niños nos enseñan que la perseverancia da sus frutos y que las apariencias engañan.
La unión de esta comunidad de propietarios en los tiempos que corren es algo inusual y me suscitó nostalgia, pues hace tiempo conocía a todos mis vecinos y había una relación armónica. Sin embargo, ahora, cada uno va a lo suyo y se ha creado, no una comunidad unida, sino una casa de egoístas.
Inés Díaz Arriero hace unas descripciones tan detalladas que, en muchos casos, restarían interés al libro. Sin embargo, en esta ocasión contribuyen a crear una imagen muy clara y viva de la personalidad de cada uno de los habitantes del número 46 de la calle del Buhonero.
El sábado que no fue sábado me ha gustado mucho, pues me ha hecho recordar mi niñez, en la que no necesitaba ningún móvil ni grandes cosas para divertirme.
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