En 1951, dos esposas de altos cargos del Régimen de Franco quedan para tomar un vermut. La alta costura, los chismorreos, Dios y los toros se verán comprometidos cuando el sofocante calor madrileño haga aflorar las más bajas pasiones de Covadonga y María de las Mercedes. Nada es lo que parece y el pecado está en cada esquina… Ave María Purísima, ¡qué calor!
Adrià Freijo y Lara Pons son los encargados de hacer que suba la temperatura en el teatro, aunque las adversidades climatológicas sean horribles y lo harán con un método infalible: utilizando un humor irónico e inteligente.
El texto es brillante y los dobles sentidos pueden incluso ser un personaje más de la trama. Adriá Freijo y Lara Pons en sofocadas, apostólicas y romanas nos regalan unas actuaciones carismáticas y fuera de serie. ¡Menuda compenetración que tienen! Las veía y la naturalidad con la que se ponen en la piel de Covadonga y María de las Mercedes me dejaban embobada, porque es complicado realizar esta obra y no reírse (yo, no podría).
En el texto hay mucha tensión y jugar con este factor hasta el final hace que no quieras ni pestañear, pues no sabes lo que te perderás si pierdes el hilo de la función.
Los personajes de Covadonga y María de las Mercedes están llevados al límite y tenía miedo de que en algún momento la historia se volviese tan loca que perdiese el sentido, pero tranquilos, la locura del texto es refrescante y “cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor” (me habéis entendido).
Es divertido ver la forma en la que, un humor antiguo, pega maravillosamente con algunas frases míticas más actuales. Creo que, mucho, no han cambiado ciertos tipos de personas.
No creías que todo es humor, pues hubo un momento en el que me encogí en el asiento y pensé ¡Madre mía!
En Sofocadas, apostólicas y romanas no hay partes en las que se baje el ritmo o sientas que decae, al contrario, sentí que es un ir, venir y volver, pero con un ritmo trepidante y sin relajación.
1951 es el año escogido para la producción y la escenografía es pura fantasía. Un escenario tan pequeño, con todos los detalles que tenemos en él, me ha dado una sensación de amplitud asombrosa y los recursos visuales de los que hace gala son un tesoro.
Se complementan a la perfección las pequeñas particularidades con los diálogos.
Lara y Adría son los dos personajes protagonistas, pero como nombran a muchas personas sentí que todas ellas estaban sobre el escenario y que les llegaba a conocer mucho más que a las protagonistas, pero no me digáis el motivo, aunque puedo pensar que es, ya que con los detalles que nos dan de los maridos y de algunas amigas es como si los conociésemos de toda la vida.
Es un paseo que nos despierta, un paseo atrevido y valiente, pero también da un poco de miedo.
Un recuerdo no tan lejano cuya memoria se va apagando para unos, mientras los otros parecen no tenerla.
Aunque, no lo parezca, esta obra nos hará reflexionar de la mano de estos dos geniales actores.
Muy recomendada.
Muy divertido y entretenido he estado muy bien espero que lleguéis muy lejos
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