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Opinión de Los tres terribles inventos de Walter Swizwit de Ben Brooks

Un viejo carromato se aproxima a Rainwater, el pequeño pueblo de trabajadores en el que viven Víctor y su tortuga Oswald. En él viaja Walter Swizwit, vendedor ambulante y presuntuoso inventor de tres artefactos, según él, revolucionarios. Pero en Rainwater nadie tiene tiempo para inventos: las tierras han de ser labradas, la fruta recolectada y las calles barridas.

Swizwit, herido en su orgullo, abandona el pueblo pero promete venganza. Al día siguiente una maldición ha asolado el pueblo y todos sus habitantes amanecen terriblemente enfermos. Todos excepto Víctor.

¿Será capaz de pararle los pies a Walter Swizwit y salvar así su hogar?

 

*Traducción de Rebeca González Izquierdo.

 

Víctor vive en un pueblo autosuficiente, en el que siempre hay alguna tarea que hacer. Cada mañana se despierta cuando su tortuga Oswald le muerde el dedo del pie y juntos corren a la cima de la montaña más baja para ver el amanecer y soñar con el día en el que puedan salir de Rainwater. Porque Víctor está convencido de que tiene que haber otros lugares, grandes ciudades llenas de libros, de arte, de entretenimiento… donde quede tiempo para divertirse y aprender además de trabajar.

Una de esas mañanas, Víctor divisa a lo lejos un carromato que se acerca al pueblo. Cuando llega, resulta que se trata de Walter Swizwit, un gran inventor que viene a presentarles sus mejores creaciones: tres artefactos que cambiarán para siempre sus vidas.

El primero de ellos es el espejo de Emit Tsol, donde uno puede ver cómo mejorar su aspecto.

El segundo, el estereoscopio Greengrass, que promete una experiencia reveladora que te pondrá en el camino para lograr tus sueños.

Y, por último, el Mundo Portátil, una granja en miniatura con la que disfrutar de horas de diversión.

Pero ninguno de estos inventos impresiona a los habitantes de Rainwater y Walter Swizwit se marcha humillado, dejando al pueblo sumido en una maldición.

A la mañana siguiente, todo el mundo en Rainwater está tan enfermo que a duras penas puede moverse de la cama. Víctor y Oswald, que son los únicos que quedan sanos, se ponen enseguida en camino tras el inventor para intentar conseguir la cura.

Por el camino, el niño y su tortuga se toparán con varios pueblos por los que queda claro que ya ha pasado el vendedor ambulante. Cada uno de ellos ha sucumbido a uno de los artefactos y en cada uno de ellos Víctor conoce a un niño tan desesperado como él por salvar a su familia.

Juntos, continuarán el camino en busca del inventor, descubrirán la realidad del lugar en el que viven, harán todo lo posible (y casi lo imposible) para salvar a sus padres y para hacer que su mundo sea un poquito mejor.

Los tres terribles inventos de Walter Swizwit es una novela middle grade con alma de cuento clásico que analiza el sistema económico, político y social en el que vivimos, critica sus injusticias y ensalza el valor de la comunidad.

La estructura narrativa sigue el tradicional viaje del héroe, llevando a Víctor y sus compañeros a través de una aventura emocionante, llena de peligros, de acción y de momentos en los que parece que todo está perdido, mientras van reflexionando acerca de sus modos de vida y de lo que los han enseñado sus respectivos padres.

Porque ese ha sido uno de los aspectos que más me han gustado del libro: la riqueza del mundo que ha creado Ben Brooks y como, incluso siendo un mundo fantástico, es un reflejo del nuestro. Cada uno de los personajes proviene de un pueblo distinto. Y cada uno de estos pueblos tiene características propias y estilos de vida diferentes. Lo único que comparten todos, salvo Rainwater, es la dependencia que tienen con los Recolectores, pues sus tierras, sus herramientas, su comida, la ropa que llevan y, sobre todo, su tiempo, les pertenece a los Recolectores. Los habitantes de cada pueblo viven exclusivamente para trabajar y pagar las deudas imposibles que tienen con esas terribles figuras. ¿Te suena?

De hecho, los tres inventos de Walter Swizwit también tienen muchísimo que ver con la realidad en la que vivimos actualmente. ¿Una superficie en la que mirarte todo el día para tratar de estar perfecto? ¿Una «pantalla» que te muestra lo perfectísima que es la vida de los demás? ¿Un chisme al que le dedicas tiempo y tiempo y tiempo sin recibir realmente ningún beneficio a cambio? No sé por qué, pero me recuerda mucho a ciertas cosas del día a día.

El estilo narrativo de Ben Brooks me ha encantado. No había leído antes nada suyo, pero segurísimo que repito. Cuidado, lleno de lirismo, de metáforas… pero también con toques de humor y un ritmo ligero. Una prosa directa, ágil y al mismo tiempo bellísima.

Los personajes también me han parecido muy interesantes, pues son tan imperfectos que resultan totalmente creíbles. Cada uno de los niños está condicionado por lo que ha vivido, por cómo ha vivido y por lo que le han enseñado. No se hacen amigos «mágicamente», sino que simplemente deciden ser valientes y colaborar para conseguir un bien común, porque además no les queda más remedio. Es a medida que avanza la aventura y comparten tiempo cuando se van conociendo poco a poco, intercambiando anécdotas, debatiendo sobre cuál sería un mejor modo de vivir. Y aún así siguen surgiendo pequeñas rencillas entre ellos, desacuerdos… como la vida misma. Todos ellos (y también los adultos, aunque no participen tan activamente en la aventura) evolucionan y aprenden de las circunstancias que les han tocado experimentar.

En resumen, Los tres terribles inventos de Walter Swizwit me ha parecido una lectura preciosa y con un gran mensaje. Una especie de fábula moderna que nos invita a reflexionar sobre el sistema en el que vivimos y nos muestra lo fuertes que pueden ser los individuos más pequeños cuando se unen formando una comunidad.

De la edición de Blackie Books poco tengo que decir. Tapa dura y todo impecable, como siempre.

 

Opinión de Inés Díaz Arriero

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