¡CONTIENE SPOILERS DE ENCÉLADO Y TUBULARES!
Creían estar a salvo. Soñaban con poder volver. Habían olvidado los defectos, pero también las virtudes, de la otra mitad del grupo. El reencuentro tumba todos los supuestos que los doce jóvenes traen de sus aventuras previas y los lleva, junto con el robot de la Calypso, a unir fuerzas ante un último desafío. Solo uno de ellos, sin embargo, podrá superarlo.
Bueno… sin duda Cénit era uno de los finales de saga que estaba esperando con más ganas. ¿Y sabes qué? Ahora estoy un poco triste porque se haya acabado.
Voy a empezar por el final y voy a decir que ojalá el
epílogo hubiera tenido muchas más páginas. Después de todo el sufrimiento que
pasé con este libro y con el cariño que le he cogido a los personajes, hubiera
agradecido un poco más de espacio para alargar el momento de la despedida. Desde
luego, va a ser uno de esos epílogos a los que vuelvo de vez en cuando, a modo
de pequeño reencuentro con personajes queridos para «preguntarles» cómo están.
Y volviendo al principio:
Los doce astronautas y el robot Sugus han vuelto a reunirse a
bordo de la Calypso. Cuando parecía que la misión estaba llegando a su fin,
cuando la posibilidad de regresar a la tierra estaba ya ahí al ladito… ¡una
noticia bomba resquebraja los planes y las expectativas que habían trazado a medio
plazo! Así que no les queda más remedio que limar las asperezas que surgieron
durante el tiempo que estuvieron separados, ponerse a trabajar juntos y tomar
una serie de decisiones nada sencillas. Porque ahora el destino de todo lo que
conocen está en sus manos.
No quiero contar más de la trama para no desvelar más de la cuenta.
En Cénit, la narración va a contrarreloj, el tiempo se
agota y los interrogantes se suceden unos a otros sin fin. Cuando parece que están
encontrando una solución, la esperanza se desvanece. Pero ya conocemos a los protagonistas
y sabemos que no se rinden. El problema aquí es que una idea terrible, un plan
B trágico sobrevuela las cabezas de algunos de ellos.
Y como lectora me pasé todo el libro preparándome por si
llegaba ese plan B, mentalizándome tanto para que ocurriera eso en concreto, que
después el desenlace me dolió muchísimo más de lo que esperaba. Fue una lectura
intensa, emocionante, llena de tensión, de intriga, de acción y con algunas
escenas muy angustiosas. Pero también llena de sentimientos de todo tipo, pues
nuestros protas tienen la cabeza y el corazón funcionando a mil por hora, han
crecido muchísimo, pero en el fondo siguen siendo niños y en muchos momentos
dejan asomar ese contraste entre la razón que tratan de utilizar como adultos y
las emociones desbocadas propias no solo de la adolescencia, sino de una convivencia
forzada en un entorno restringido y extraño. Pero este remolino de emociones tiene
su parte positiva, pues en varias ocasiones los vemos permitirse tomar un respiro y disfrutar genuinamente de lo que los rodea.
El libro está narrado en dos tiempos. Además de la trama en
el espacio in extremis, hay pequeños capítulos salteados situados en la Tierra del
año 2053. Estas partes me han parecido tremendamente interesantes por la cantidad
de temas importantes que se abordan. Por un lado, se sigue profundizando en el
debate acerca de las IA que ya se inició en los tomos previos. Por otro, se
analiza el modelo de organización social en el que vivimos y se compara con una
propuesta valiente y un tanto utópica (tanto en la propia Tierra como en los
entornos que exploran los chicos), mucho más justa e igualitaria, a la que
quizá deberíamos aspirar aproximarnos en la vida real.
Un pequeño detalle que me ha gustado mucho y que demuestra
una vez más la valentía de los autores es el modo en el que la regla aparece de
manera natural, varias veces a lo largo del libro. Es lógico, hay seis adolescentes
que menstrúan en el grupo, pero creo que nunca antes había leído a ninguna heroína
de novela juvenil comentando cómo los síntomas de la regla afectan a su
aventura o a cómo se siente en ese momento respecto a su cuerpo.
Me ha encantado cómo Amaya García y Alberto
Mínguez han hilado algunos detalles que nos dejaron de pista en los tomos
anteriores para dar coherencia y cohesión a todo el relato, dejando todo bien
atado.
Una vez terminada toda la trilogía de Doce Soles, me ha
maravillado darme cuenta de que a pesar de contar varias partes de la misma
historia, cada uno de los tomos tiene una «personalidad» propia, algo que le
hace destacar por encima de los otros. En Encélado descubríamos
como es la vida cotidiana de los astronautas, fue un libro lleno de
curiosidades. En Tubulares despegó la ciencia ficción, la
aventura y la acción. Y Cénit, aunque tiene también muchísima
acción y tensión, es un libro mucho más reflexivo, no solo de cara a los temas
externos sino también al interior de los personajes. Así que al final hacen un
conjunto buenísimo, se complementan y se enriquecen, creando una trilogía
juvenil muy original que he disfrutado, que me ha enganchado a pesar de no ser
un género que suela leer tan a menudo y que creo que merece mucha más visibilidad de la que
está teniendo.
Desde aquí queda totalmente recomendada.
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