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Opinión de Cénit de Amaya García y Alberto Minguez

¡CONTIENE SPOILERS DE ENCÉLADO Y TUBULARES!

 


Creían estar a salvo. Soñaban con poder volver. Habían olvidado los defectos, pero también las virtudes, de la otra mitad del grupo. El reencuentro tumba todos los supuestos que los doce jóvenes traen de sus aventuras previas y los lleva, junto con el robot de la Calypso, a unir fuerzas ante un último desafío. Solo uno de ellos, sin embargo, podrá superarlo.

 


Bueno… sin duda Cénit era uno de los finales de saga que estaba esperando con más ganas. ¿Y sabes qué? Ahora estoy un poco triste porque se haya acabado.

Voy a empezar por el final y voy a decir que ojalá el epílogo hubiera tenido muchas más páginas. Después de todo el sufrimiento que pasé con este libro y con el cariño que le he cogido a los personajes, hubiera agradecido un poco más de espacio para alargar el momento de la despedida. Desde luego, va a ser uno de esos epílogos a los que vuelvo de vez en cuando, a modo de pequeño reencuentro con personajes queridos para «preguntarles» cómo están.

Y volviendo al principio:

Los doce astronautas y el robot Sugus han vuelto a reunirse a bordo de la Calypso. Cuando parecía que la misión estaba llegando a su fin, cuando la posibilidad de regresar a la tierra estaba ya ahí al ladito… ¡una noticia bomba resquebraja los planes y las expectativas que habían trazado a medio plazo! Así que no les queda más remedio que limar las asperezas que surgieron durante el tiempo que estuvieron separados, ponerse a trabajar juntos y tomar una serie de decisiones nada sencillas. Porque ahora el destino de todo lo que conocen está en sus manos.

No quiero contar más de la trama para no desvelar más de la cuenta.

En Cénit, la narración va a contrarreloj, el tiempo se agota y los interrogantes se suceden unos a otros sin fin. Cuando parece que están encontrando una solución, la esperanza se desvanece. Pero ya conocemos a los protagonistas y sabemos que no se rinden. El problema aquí es que una idea terrible, un plan B trágico sobrevuela las cabezas de algunos de ellos.

Y como lectora me pasé todo el libro preparándome por si llegaba ese plan B, mentalizándome tanto para que ocurriera eso en concreto, que después el desenlace me dolió muchísimo más de lo que esperaba. Fue una lectura intensa, emocionante, llena de tensión, de intriga, de acción y con algunas escenas muy angustiosas. Pero también llena de sentimientos de todo tipo, pues nuestros protas tienen la cabeza y el corazón funcionando a mil por hora, han crecido muchísimo, pero en el fondo siguen siendo niños y en muchos momentos dejan asomar ese contraste entre la razón que tratan de utilizar como adultos y las emociones desbocadas propias no solo de la adolescencia, sino de una convivencia forzada en un entorno restringido y extraño. Pero este remolino de emociones tiene su parte positiva, pues en varias ocasiones los vemos permitirse tomar un respiro y disfrutar genuinamente de lo que los rodea.

El libro está narrado en dos tiempos. Además de la trama en el espacio in extremis, hay pequeños capítulos salteados situados en la Tierra del año 2053. Estas partes me han parecido tremendamente interesantes por la cantidad de temas importantes que se abordan. Por un lado, se sigue profundizando en el debate acerca de las IA que ya se inició en los tomos previos. Por otro, se analiza el modelo de organización social en el que vivimos y se compara con una propuesta valiente y un tanto utópica (tanto en la propia Tierra como en los entornos que exploran los chicos), mucho más justa e igualitaria, a la que quizá deberíamos aspirar aproximarnos en la vida real.

Un pequeño detalle que me ha gustado mucho y que demuestra una vez más la valentía de los autores es el modo en el que la regla aparece de manera natural, varias veces a lo largo del libro. Es lógico, hay seis adolescentes que menstrúan en el grupo, pero creo que nunca antes había leído a ninguna heroína de novela juvenil comentando cómo los síntomas de la regla afectan a su aventura o a cómo se siente en ese momento respecto a su cuerpo.

Me ha encantado cómo Amaya García y Alberto Mínguez han hilado algunos detalles que nos dejaron de pista en los tomos anteriores para dar coherencia y cohesión a todo el relato, dejando todo bien atado.

Una vez terminada toda la trilogía de Doce Soles, me ha maravillado darme cuenta de que a pesar de contar varias partes de la misma historia, cada uno de los tomos tiene una «personalidad» propia, algo que le hace destacar por encima de los otros. En Encélado descubríamos como es la vida cotidiana de los astronautas, fue un libro lleno de curiosidades. En Tubulares despegó la ciencia ficción, la aventura y la acción. Y Cénit, aunque tiene también muchísima acción y tensión, es un libro mucho más reflexivo, no solo de cara a los temas externos sino también al interior de los personajes. Así que al final hacen un conjunto buenísimo, se complementan y se enriquecen, creando una trilogía juvenil muy original que he disfrutado, que me ha enganchado a pesar de no ser un género que suela leer tan a menudo y que creo que merece mucha más visibilidad de la que está teniendo.

Desde aquí queda totalmente recomendada.


Opinión de Inés Díaz Arriero

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