Lucila se siente distinta por su aspecto: lleva la cabeza rapada, muchos aros en las orejas y camisetas anchas. Vive con sus dos hermanos y su padre. Su madre murió y Lucila heredó su vieja guitarra, que ya no sirve. Por eso, decide presentarse a un concurso de jóvenes talentos. Pero, para asistir, necesita una guitarra y ropa adecuada para la actuación. Buscando en internet, encuentra una web que ofrece hadas madrinas. Envía el formulario pensando que es una broma; pero, a la mañana siguiente, encuentra a Calisto en su cuarto: es su Hado Padrino y va vestido de rosa brillante…
Después de una larga e intensa vida, la guitarra de Lucila
se le ha roto. Y el disgusto de la niña no es solo por haber perdido el instrumento
como tal, sino porque era de las poquísimas cosas que todavía le quedaban de su
madre, que murió unos años atrás.
Así que, cuando ve en Instagram el anuncio de un concurso de
talentos, no duda ni un instante en inscribirse. Si gana, podrá invertir el
dinero del premio en una guitarra nueva. El problema es que quien lo organiza
es el conservatorio de música y, por lo que ve en las fotos, allí todo el mundo
viste muy elegante.
Nuestra prota es una pequeña rockera, que viste con
camisetas anchas, lleva el pelo rapado, un montón de pendientes en las orejas y
ya tiene pensado cuál será el primer tatuaje que se haga en cuanto sea mayor de
edad. Aparentemente, no encaja mucho en el canon que pide el conservatorio.
Como tampoco suele conseguir encajar en ningún otro sitio.
Así que ahora tiene dos problemas: no tiene guitarra, ni
ropa adecuada para el concurso.
¿La solución? Pedir ayuda a un hada madrina, claro.
¡Como si eso existiera!
Ya…
Pues mira, tras enviar la solicitud sin ningún tipo de
esperanza, Calisto aparece en su cuarto dispuesto a ayudarla.
Calisto es un Hado Padrino en prácticas, que
tampoco encaja en su mundo. Y enseguida se pondrán manos a la obra en busca del
vestido ideal para el evento.
Sin embargo, como suele pasar en la vida, las cosas no salen
como planeaban, hasta el punto de que casi están a punto de renunciar.
¿Conseguirán cumplir sus deseos?
Ambientada en una realidad de lo más actual, Anaïs
Baranda Barrios nos presenta a una Cenicienta tan del siglo XXI que incluso
ha vivido la pandemia del COVID y las consecuencias de la «nueva normalidad».
Además de la trama principal, en la que seguimos a la niña
en su lucha por triunfar en el concurso de talentos, asistimos a la parte más
cotidiana de su vida en familia. Su padre y sus dos hermanos tienen un estudio
de tatuajes. Por lo que ha escuchado Lucila, al negocio le está costando
recuperarse después de tantos meses cerrado. La niña se siente excluida de las
conversaciones sobre este tema y la duda que empieza a surgir en su interior
contribuye a hacerle perder un poquito más la confianza en sí misma.
Por supuesto, también conocemos la realidad de Calisto. El
muchacho sufre porque todo el mundo le dice que «los hombres no están hechos
para ser hados». Debido a estos prejuicios de género, Calisto se siente
discriminado y se está topando con un montón de trabas para conseguir su título
oficial de Hado Padrino.
Lucila y Calisto son dos protagonistas maravillosos, tan
lindos que es imposible no quererlos. Ambos comparten ese sentimiento de no
encajar, de no ser suficiente, de no tener derecho a luchar por sus sueños
porque la sociedad les ha dicho que no se los merecen. Y aunque al principio
les cuesta un poco confiar, porque los dos tienen rota esa capacidad, poco a
poco aprenderán que los roles preestablecidos no son más que una construcción a
base de prejuicios, que nadie tiene derecho a impedirnos luchar por nuestros
sueños y que la mejor manera de triunfar es mantenerse fiel a uno mismo.
La única pega que tengo que ponerle es que se me ha hecho
corto. Los personajes son tan estupendos que me hubiera encantado poder
conocerlos todavía mejor y saber un poco más del mundo del que viene Calisto.
Como no podía ser de otro modo, la música juega un papel
fundamental a modo de hilo conductor de la historia. Cada capítulo corresponde
a una canción y en el propio libro encontramos un código QR para escuchar la playlist
que da ritmo a la vida de Lucila.
La edición del libro contiene ilustraciones en blanco y
negro, obra de María Brenn. ¡Son increíbles! Os recomiendo que dediquéis
tiempo a fijaros en ellas, porque están llenitas de detalles, desde las
expresiones de los rostros de los personajes, hasta su ropa o la decoración de
los escenarios.
El Hado Padrino es una novela sencilla, con una premisa original,
un ritmo narrativo muy ágil, dos protagonistas extraordinarios y un mensaje
importante entre líneas.
No termina de llamarme, pero me alegra que lo hayas disfrutado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Genial hay que leerlo, fresco y actual
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