OPINIÓN DE PERRO QUE NO LADRA DE BLANCA CABAÑAS

Lara Ortiz vive en Sevilla desde hace catorce años sin tener noticias de su familia. La llamada repentina de su hermana trastoca su mundo y la obliga a volver al lugar del que ha huido toda su vida: Chiclana de la Frontera. Su regreso hará que retome el contacto con aquellos que marcaron su infancia y desentierre los recuerdos sobre el suceso que precipitó su marcha: la desaparición de una niña en extrañas circunstancias. Alertada por los extraños comportamientos de quienes la rodean, investigará por su cuenta el misterio. Lo que no imagina es que la verdad es siempre más afilada y esconde razones más oscuras que la dejarán sin habla.

Perro que no ladra de Blanca Cabañas ha sido una gran sorpresa, un debut de una autora que maneja a la perfección dos tiempos narrativos diferentes y lo hace a la perfección.

Por no hablar del increíble manejo que tiene de la tensión que se acumula y que luego estalla y no lo ves venir.

La ambientación de esta novela es otra de las cosas que destacaría y los personajes que cobran vida en estas páginas son de los que dejan huella.

Os voy a confesar la locura que hice, pero es que por primera vez tenía ganas de saber que cambiaba de la novela que Blanca publicó en Amazon a la que salió en Suma de Letras.

He visto pequeños cambios, pero la esencia de la trama, de la historia, de la narración, sigue intacta.

Me sorprendió la forma en la que empieza la novela y la forma en la que se va sucediendo todo y las nuevas tramas que se van abriendo frente al lector.

Lara es la protagonista inconfundible de perro que no ladra, pero algo que destacaría es la forma en la que los secundarios cobran importancia en la mayor parte de la historia y la manera en la que participan en todos los misterios que rodean a Lara.

Me he dado cuenta de que Blanca Cabañas ha jugado muy bien sus cartas, ya que el lector sospecha de todos los personajes, el lector va formándose su propia teoría de lo que ocurre, etc.

Tuve la suerte de poder charlas con la autora y de preguntarla algunas cosas, pero es que mientras escribo esta opinión se me vienen a la mente más.

Blanca nos embarca en un viaje a través de la fragilidad de la memoria y de los recuerdos. Un paseo entre la infancia/adolescencia y la madurez de Lara y de su círculo más cercano de amigas y familia.

Chiclana de la Frontera es el lugar elegido para que los secretos salgan a la luz y todo se ponga patas arriba.

La madre de Lara es de esos personajes hipnóticos y desconcertantes que te dejará sin saber qué decir, ya lo comentaba con la autora, pero en muchas ocasiones se me pareció a Bernarda Alba.

No podría deciros a que género pertenece esta novela, ya que navega en muchos y eso me ha encantado.

He sentido pánico y claustrofobia en la casa familiar, una sensación extraña me ha acompañado en mi lectura en este espacio. Lo mismo me ha ocurrido mientras la acción pasaba en el exterior y es que me sentía observada (siendo lectora).

El otro punto del cuadrado familiar de esta historia es Olga, hermana de Lara y con ella he tenido sentimientos encontrados que todavía estoy procesando, aunque me parece un gran personaje, pero no nos olvidemos de Lucas.

Leía a Blanca Cabañas y perro que no ladra y he sentido nostalgia de esos juegos infantiles y/o adolescentes, de esos lugares secretos, de esa confianza...

Pasaba una crisis lectora de esas de larga duración, pero empecé a leer y no paré, pero es que Blanca sabe cómo captar la atención del lector, sabe cómo hacer que las páginas vuelen de tus dedos y sabe en que momento justo hacer que todo salte por los aires.

Cuando leo un libro que me ha gustado mucho, como que divago mucho, pero os quiero contar nada que os fastidie la lectura.

Perro que ladra ha sido una de esas lecturas que empiezas a leer de una forma y terminas de otra manera, ya que es una montaña rusa.

Ritmo ágil e in crescendo, giros continuos, pasado y presente que se separan en una fina línea...Una de mis novelas favoritas de este 2022.