En el edificio donde vive Lucía no hay más que problemas. Entre jubilados y parados, la crisis ha golpeado fuerte. Cuando tienen que hacer frente a una gran derrama, cunde la desesperación. Entonces Lucía tiene una idea para aprovechar los grandes pasillos del edificio: poner en marcha un pasaje del terror en el que los vecinos se disfracen de monstruos para recaudar dinero. Como suele suceder en estos casos, algunos planes saldrán mejor de lo previsto y otros, bastante peor.
Lucía es una gran aficionada al terror, pero nunca había sentido tanto miedo como cuando se entera por casualidad de que el edificio en el que vive está en tan malas condiciones que, de no conseguir pagar la derrama para hacer las reparaciones necesarias, podría perder su casa.
Y aunque a los niños no se les suele hacer caso en estas
cosas tan serias, porque los adultos tendemos a creer que por ser más grandes
ya somos más listos, Lucía tiene una idea tan original y la explica con tanto
detalle que casi nadie del vecindario es capaz de negarse a intentarlo.
A partir de ese momento, la comunidad se pondrá en marcha
para transformar los pasillos del edificio en un pasaje del terror. Disfraces,
maquillaje, decoración… todo con el objetivo de recaudar dinero con el que
poder hacer frente a la derrama.
Me ha gustado mucho recorrer «La Escalera del Terror» a la
vez que los visitantes y poder ver cada una de las escenas creadas por los
vecinos. Desde luego, si existiera un lugar así, me encantaría poder entrar.
Los personajes son bastante peculiares, con sus características
propias y las rencillas habituales que se crean por el roce de la convivencia.
Son todos muy divertidos, porque además el libro tiene bastantes toques de
humor que aligeran la tensión, pero mi favorito ha sido el habitante del ático.
Sofía Rhei ha creado una historia que mezcla la
pasión por el género de terror, con temas actuales de la vida real que dan más
miedo que la ficción, pero que me parece importante tratar en la literatura
infantil, como la crisis económica, el duelo o los prejuicios.
Pero para mí lo mejor de ¡Qué horror de vecinos!
ha sido el poder que se le da a la imaginación y al arte para salvarnos de los
problemas cotidianos. La propuesta nacida en la imaginación de Lucía pone en
marcha una cadena de solidaridad, de implicación y de trabajo en equipo que
resulta mucho mejor de lo que pensaban pues, además de colaborar para conseguir
el dinero y salvar sus casas, harán nuevos amigos y se creará entre ellos un fuerte sentimiento de
comunidad.
La edición lleva ilustraciones de Stefanie Pfeil y está
recomendada a partir de diez años.
Comentarios
Publicar un comentario
La nueva politica de privacidad donde encontrarás información acerca de comentarios, entradas...https://blog.paseandoamisscultura.com/2010/09/Contactme.html