Anna es una gamer que está castigada sin jugar. Ricardo es un aprendiz de herrero que se siente afortunado porque ayuda a que la espada definitiva, la que matará al dragón que asedia su aldea, esté en buen estado.
Ambos se apuntan al programa Pen Friends y empiezan a cartearse. Anna pronto descubre que el universo de Ricardo le es familiar. Solo ha de fijarse en la pantalla del ordenador…
¿Quién se apunta a Pen Friends? Los pasos son muy sencillos: solo hay que rellenar un formulario, esperar a que te asignen a tu cartamigo, recibir los sellos especiales ¡y a escribir! Yo me apuntaría si existiera en el mundo real, ya te lo digo.
En este primer tomo de la nueva colección middle grade
creada por Ana Campoy, conocemos a Anna y a Ricardo. Y además los
conocemos a la vez que ellos se van conociendo el uno a la otra, porque los cartamigos
son secretos, cuando te asignan a alguien lo único que te entregan es un
número.
Los dos niños son muy diferentes entre sí y vienen de mundos
totalmente distintos.
Anna vive en un apartamento de una gran ciudad y lo que
más le gusta en la vida son los videojuegos; aunque ahora mismo está
castigadísima y se aburre como una ostra.
Ricardo habita en una pequeña aldea
medieval, donde se gana la vida como aprendiz de herrero y disfruta cada tarde
de las historias que le narra su amiga Flora.
Y, a pesar de todo, sus problemas no son tan diferentes como
podría parecer (obviando el hecho de que uno de ellos debe enfrentarse a un
dragón, claro). Ambos sienten que no terminan de encajar en su entorno y tienen
a alguien que parece empeñado en hacerles la vida imposible.
Pero todo da un giro inesperado y se pone incluso más
interesante cuando Anna empieza a percatarse de que el mundo de Ricardo le
resulta muy familiar, pues ella misma ha estado allí desde el otro lado de la
pantalla de su ordenador.
El libro está narrado en forma epistolar: todo el hilo de la
trama y las descripciones se van desarrollando a través de lo que se cuentan
los niños en las cartas que se intercambian.
Me ha gustado muchísimo cómo se va fortaleciendo la amistad
entre ellos, pero, sobre todo, cómo se van maravillando a medida que leen las
cosas tan desconocidas que le va contando el otro, cómo van compartiendo sus
diferencias y aprovechándolas, no solo para dar a conocer nuevas realidades a
su amigo, sino para tratar de ayudarle a resolver sus problemas.
Sabía que me iba a durar poco la lectura, pero no tenía planeado
acabarlo de una sentada, que fue lo que sucedió. La disfruté mucho y me hizo pasármelo
muy bien.
La edición de Molino es en tapa dura y contiene
ilustraciones interiores en blanco y negro, hechas por Álex Alonso.
Cartamigos de leyenda me ha parecido una apuesta
muy original, con un formato curioso por lo poco frecuentes que son las cartas
en papel en la actualidad, una trama entretenida, muchos toques de humor y sin
olvidarse de plasmar temas importantes como los prejuicios, la amistad o la
necesidad de comunicarse para resolver conflictos.
Recomendado a partir de nueve años.
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