Una advertencia sobre cómo la economía digital amenaza la vida y el trabajo de los artistas: la música, la escritura y las artes visuales que sustentan nuestras almas y sociedades. Se escuchan dos relatos sobre ganarse la vida como artista en la era digital. Uno surge de Silicon Valley: «Nunca ha habido un mejor momento para ser artista. Si tienes un ordenador portátil, tienes un estudio de grabación. Si tienes un iPhone, tienes una cámara de cine. Y si la producción es barata, la distribución es gratuita: se llama Internet. Todo el mundo es un artista; simplemente explote su creatividad y publique sus cosas». El otro relato proviene de los propios artistas: «Claro, puedes poner tus cosas ahí, pero ¿quién te va a pagar por ellas? No todo el mundo es un artista. Hacer arte lleva años de dedicación y eso requiere medios de apoyo. Si las cosas no cambian, el arte en gran medida dejará de ser sostenible». Entonces, ¿qué relato es el verdadero? ¿Cómo se las arreglan los artistas para ganarse la vida hoy en día? Deresiewicz, un destacado crítico de arte y de la cultura contemporánea, se propuso responder a estas preguntas. Sostiene que estamos en medio de una transformación de época. Si los artistas fueron artesanos en el Renacimiento, bohemios en el siglo xix y profesionales en el xx, un nuevo paradigma está surgiendo en la era digital.
*Traducción de Mercedes Vaquero Granados.
La muerte del artista es un ensayo bastante completo que analiza la relación entre el arte y el mercado; o cómo los artista tienen que luchar por tratar de sobrevivir en este mundo capitalista nuestro dominado por las grandes multinacionales y en el que parece existir una idea generalizada de que el arte debe ser gratis porque los creadores lo hacen por amor y no necesitan comer, ni pagar la factura de la luz.
El libro está dividido en cinco partes que, al final, son inseparables unas de otras, pues lo que se trata en una afecta a lo que se trata en las otras. Y aunque está muy focalizado en Estados Unidos, por desgracia, la mayoría de las cosas que cuenta se pueden extrapolar fácilmente a un espacio global.
William Deresiewicz aborda
este análisis del arte desde distintos ámbitos, haciendo un recorrido por la idea de qué es el arte y cómo ha evolucionado
esta concepción a lo largo de la historia, arrastrando asimismo el concepto de
artista, su modo de vida y sus medios de subsistencia.
Con testimonios reales de artista de distintas esferas
(literatura, música, cine, artes visuales…) el autor ejemplifica los últimos
cambios que ha sufrido el sector y cómo ahora los artistas tienen que luchar,
no solo por seguir haciendo arte, sino por llegar a fin de mes, frente a las
grandes plataformas tecnológicas multimillonarias y a las excusas baratas que
tratan de justificar que «es que los artistas no deberían ganar dinero, porque
lo hacen por pasión».
Creación de comunidades de fans, derechos de autor, micromecenazgo,
autoedición, piratería, redes sociales, algoritmos, velocidad de producción, precariedad, pluriempleo…
conceptos que a muchos por aquí seguro que nos resultan muy familiares.
No os voy a engañar: es un libro denso, que no se puede leer en un rato y que, seguramente, si estáis metidos en el mundo del arte en cualquiera de sus vertientes, os haga sentir un poco más descorazonados de lo que estabais hace un rato. Lo recomiendo para leer poco a poco, teniendo tiempo para detenerse (yo lo he llenado de Post-it), porque trata temas muy interesantes sobre los que merece la pena recapacitar, pues aunque no todos estemos en el lado de los artistas, sí que lo estamos en el lado de los consumidores.
La muerte del artista es un ensayo completo y complejo sobre la
realidad actual de los artistas, una realidad en la que la mayoría lucha a diario por encontrar
un salvavidas al que aferrarse un mes más, mientras son absorbidos sin remedio
por un mercado feroz del que forman parte de manera irremediable.
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