*Traducción de Silvia
Moreno Parrado.
Al abrir La parábola del sembrador, nos
situamos en 2024 (no tan lejano ¿eh?) en California. El cambio climático, la
corrupción política y las crisis económicas han llevado el mundo (en este caso
se centra en EEUU, pero asumimos que el resto estará parecido) al borde de la
destrucción total. La gran «potencia americana» es ahora un completo horror: el
agua es muchísimo más cara que la gasolina, las desigualdades sociales son abismales,
las fronteras entre los estados están cerradas, el calentamiento global está
asolando el territorio, la privatización desmedida alcanza ya el nivel de
ciudades enteras, la policía está totalmente pervertida, el gobierno acaba de
retirar la partida económica que podría suponer una esperanza real a medio plazo y se
está popularizando una droga que hace a quien la consume deleitarse con el
fuego.
Nuestra protagonista es Lauren Olamina, una adolescente que vive
en uno de los barrios donde todavía existe una cierta «seguridad», pues el muro
que lo rodea los protege del mundo de los desposeídos, donde nadie está a salvo
de la violencia en todas sus facetas, donde todo el mundo es capaz de cualquier
cosa con tal de mantenerse con vida un día más.
Lauren es una joven inteligente, activa e inquieta que, a
pesar de la aparente seguridad en la que habita, tiene los ojos completamente
abiertos hacia la realidad que la rodea y hacia el futuro que se podría tener
si se hicieran las cosas bien (o mal). Además, padece hiperempatía, un
trastorno que hace que comparta de manera involuntaria el dolor y el placer (si
es que todavía queda de eso) de las personas que la rodean. Mientras ayuda a la
mujer de su padre con la escuela de la comunidad, Lauren lee, se informa,
reflexiona, se cuestiona a sí misma, se prepara para lo que puede llegar e
intenta advertir a los demás para que hagan lo mismo.
Hasta que en un momento dado tiene que comenzar un viaje
hacia el norte, en busca de un futuro mejor, donde se convertirá en una líder precoz
que mantendrá unido a un grupo de lo más variopinto, un grupo que bien representa
la diversidad del ser humano. Durante este viaje, no solo se enfrentará a
peligros, debates morales y nuevos sentimientos, sino que también desarrollará y
compartirá lo que lleva años escribiendo en cuadernos y que se convertirá en la
semilla de una nueva fe bastante curiosa.
Lo más terrorífico de La parábola del sembrador es que,
escrita hace casi treinta años, ambientada de 2024 a 2027 y catalogada como
distopía futurista, contiene ciertos aspectos que son ya narrativa
contemporánea y otros muchos que no es descabellado pensar que puedan también
hacerse reales si no empezamos desde ya a cambiar muchas cosas.
Quizá no es una distopía al uso, al menos no es una distopía
como las que yo suelo leer. No es un libro con muchísima acción (obviamente la
hay, en un mundo en el que el objetivo es sobrevivir a cualquier precio tiene que
haberla), aunque sí contiene escenas desgarradoras, pero lo verdaderamente
importante aquí son los personajes y los temas que planteó Octavia E. Butler en lo que ella misma denominaba «cuentos de
advertencia». Y no le faltaba razón.
En primer lugar, lo más evidente: el futuro que nos espera y
al que nos estamos acercando peligrosamente. Cambio climático, crisis
económicas, corrupción política, leyes que reducen derechos fundamentales
mientras tratan de convencernos de que lo hacen «por nuestro bien», desigualdades
sociales cada vez más pronunciadas, escasez de recursos naturales,
privatizaciones de servicios básicos, abusos de poder… creo que son temas que a
todos nos suenan demasiado próximos, aunque muchas veces queramos pensar que en
realidad no nos tocan tan cerca y encima tener la desfachatez de excusarnos
diciendo que «yo no tengo la culpa». Este autoengaño también aparece reflejado
en el libro con consecuencias terriblemente trágicas.
Además, resuenan ecos de problemáticas que en teoría
deberíamos haber erradicado hace mucho tiempo, como la esclavitud. Y, por
supuesto, en el 2024 de la novela, el racismo sigue estando a la orden del día.
La protagonista me ha gustado muchísimo por sus contradicciones.
Lauren duda de todo, está segura de sus convicciones, comete errores, acierta,
tiene miedo, tiene ganas de seguir adelante, sufre, siente, es fuerte, es
vulnerable, quiere rendirse, quiere estar preparada para todo… Es un personaje
complejísimo y completo que al final demuestra que, a pesar de todo, sí tiene
esperanzas. Reconozco que me mantuvo un poco recelosa con respecto a su entusiasmo
por crear una nueva fe, pero que al final, cuando lo comparte con otros, pude
entender (más o menos) lo que decía. Lauren escribe las bases de esta nueva fe
en el libro de Semilla Terrestre: el
libro de los vivos. Semilla Terrestre contempla un destino sorprendente
para los seres humanos. Y su Dios es cambio y el cambio ocurre y está en manos
de todos. Desde luego, ella lo explica mucho mejor, que para eso es la
fundadora.
El asunto de la hiperempatía me ha parecido bastante peliagudo
y muy bien planteado. No nos lo muestra como algo maravilloso, ni lo romantiza.
Sí que en algún momento alguno de los personajes plantea la posibilidad de que
el mundo sería mejor si todos pudiéramos sentir el dolor de los demás, pero el
precio sería demasiado alto y además podría volverse en contra.
Si una cosa tengo clara es que merece mucho la pena leer a Octavia E. Butler. Y no lo digo solo yo,
lo dicen sus premios y la cantidad de puertas que abrió a pesar de morir
bastante joven. Si lo pensáis, una mujer negra escribiendo ciencia ficción en
los setenta era algo extraordinario, lamentablemente.
Este libro te deja la cabeza como un bombo. Una de las cosas más fascinantes es que la autora no se decanta por ninguno de los extremos de las cuestiones que plantea: te muestra el abanico de opciones, de posturas… y ya allá te apañes para devanarte los sesos y cuestionarte a ti mismo igual que hace la protagonista. Es muy complicado salir de la historia, incluso al acabarla. Yo ya la terminé hace unos cuantos días y sigo dándole vueltas al asunto y pensando en cuál será el devenir de personajes.
La parábola del sembrador iba a ser el primer tomo de una
trilogía, pero, por desgracia, Butler
murió de forma prematura y no pudo acabarla. Sí llegó a escribir la segunda
parte, La parábola de los talentos, que yo, desde luego, tengo
intención de leer.
Tiene una pinta fantástica. Tomo buenísima nota.
ResponderEliminarBesotes!!!