Una caja que jamás debe abrirse; una misteriosa mujer que no puede ser vista mientras teje; un tarro que contiene un veneno o quizá la más dulce de las mieles…
Hay algo que sucede en el mismo momento en el que algo se prohíbe, y los protagonistas de estas historias se enfrentarán con todas sus fuerzas al irresistible deseo de caer en la tentación.
Una obra sobre la atracción de lo prohibido y las contradicciones de la naturaleza humana.
En No lo abras jamás, Ken Niimura recopila y reinterpreta tres
leyendas tradicionales japonesas, dándoles un nuevo final y creando su propia
versión de tres historias muy distintas entre sí, pero unidas por un nexo
central en torno a la curiosidad humana y al atractivo inherente a las cosas
prohibidas.
Para ser nada más que tres historias, la verdad es que hay para todos los gustos: momentos dramáticos, épicos, cómicos, tiernos, emocionantes, intriga...
La primera de ellas es No lo abras jamás. Esta historia,
que da nombre al libro, nos narra la fantástica (y dramática) aventura de un
niño pescador que tras salvar a una tortuga es invitado a visitar un palacio
submarino en el que es agasajado con todo tipo de lujos. Pero en el momento de
regresar a su hogar, no solo recibe una caja con las estrictas instrucciones de
no abrirla bajo ninguna circunstancia, sino también una sorpresa bastante
desagradable.
Nada nos cuenta el dilema al que se enfrenta el maestro de un
templo para proteger de la curiosidad de sus pupilos el misterioso contenido de
un tarro (o al revés). Esta segunda historia es la que me ha parecido más
divertida e incluso cómica, dando así respiro y aire entre las otras dos que
son mucho más intensas.
La tercera y última historia se titula La promesa y su
protagonista es una mujer con una capacidad prodigiosa para tejer, siempre y
cuando nadie la mire mientras trabaja. Este es el único relato que conocía de
antes, pero aun así me sorprendió el épico desenlace.
El dibujo de Niimura
es bastante sencillo, pero posee muchísimas fuerza, en especial las expresiones
de los personajes. Es todo en blanco y negro, con algunos toques de rojo que
hacen que esas escenas específicas sean más impactantes a nivel visual.
No lo abras jamás ha sido una lectura que he disfrutado bastante.
Las tres historias que componen las más de cuatrocientas páginas son variadas,
pero mantienen ese hilo de unión que hace que las sintamos bastante cercanas y
reconocibles, enredando al propio lector para que también quiera incumplir las normas y descubrir qué es eso que se esconde detrás de cada una de las prohibiciones. Lo recomiendo mucho para amantes de la cultura japonesa, de las
leyendas y de los cuentos tradicionales en general.
Es una cultura que me atrae mucho, así que tomo buena nota de este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!