*Traducción de
Enrique Maldonado.
El mar es un lugar desconocido. Aparentemente, el ser humano
ha invertido más recursos y esfuerzo en formarse un retrato lo más completo
posible del espacio que en conocer la inmensidad que esconde el fondo marino. No
tenía ni idea.
Pero lo que está claro es que la mayoría solo conocemos del
mar lo que vemos en verano cuando vamos a la playa (a quien le guste ir), lo
que nos muestran en los documentales, los desastres naturales que a veces se
ganan un puesto entre las noticias del día o lo que sospechamos que ocurre
detrás de los pescados que se exhiben en los supermercados… vamos, apenas una
ínfima porción de todo lo que de verdad sucede.
Después de leer Océanos sin ley, he aprendido que en
alta mar existe todo un mundo aparte. Un mundo fascinante y espantoso a partes
iguales, por la belleza que ocultan sus aguas y por las barbaridades que se
llevan a cabo en ellas, amparadas por la imprecisión y las ambigüedades de la
legislación de las aguas internacionales.
En las más de 500 páginas de este libro, se han recopilado
quince reportajes escritos por Ian Urbina,
tras cinco años de duro trabajo de investigación periodística para dar voz a
casos brutales de esclavitud, tráfico de personas, maltrato feroz, pesca
ilegal, robo de barcos, destrozo de hábitats completos… que en demasiadas ocasiones quedan impunes e incluso
silenciados. Por supuesto, no hay que olvidar que, muchas veces,
los responsables últimos (aunque no las caras visibles) son empresas cuyo único
objetivo es ganar aún más dinero, sin importar el bienestar de los ecosistemas
marinos o los derechos humanos. Además, al tratarse de aguas internacionales,
las responsabilidades se desdibujan entre unos y otros, que se van pasando la
pelota hasta que esta cae en tierra de nadie y acaba olvidada.
Por suerte, también hay algunas grandes historias que
invitan a la esperanza, protagonizadas por personas que aprovechan estos vacíos
legales para ayudar a otras personas, por organizaciones que no dudan en
ponerse en primera línea de batalla para defender a especies indefensas o por
países que han empezado a incluir en sus legislaciones cláusulas para controlar
el bienestar de sus aguas, aunque sin colaboración de sus vecinos, debido a la
falta de fronteras tangibles, terminan por caer un poco en saco roto. Pero es
un comienzo…
Incluso hay alguna historia más ligera, en la que los
personajes son unos sinvergüenzas, sin más.
Ian Urbina es periodista
de investigación y generalmente escribe en The
New York Times, The Atlantic y
National Geographic. Me ha gustado mucho que, además de narrar las historias
en sí, también nos va dejando pequeñas anécdotas de cómo afrontó estos trabajos,
cómo se preparaba para los viajes, cómo contactaba con los protagonistas, cómo
se acercaba a ellos a la hora de entrevistarlos y cómo, al final, era un
extraño en un hábitat que no era el suyo y él mismo se terminaba sorprendiendo por
las cosas que iba descubriendo y fascinando con los cuadros maravillosos que de vez en cuando
le regalaba el mar. Me parece muy importante el hecho de que explica los casos
desde el lugar en el que suceden, adentrándose allí como observador, escuchando
lo que los protagonistas quieren compartir con él y dándole muchísima
relevancia a la historia, al contexto y a los escenarios.
La edición de Capitán
Swing incluye fotografías en blanco y negro de cada reportaje, además de
algunas instantáneas a color en las páginas centrales del libro.
El ritmo de lectura es bastante ameno, pues casi se puede
leer como si se trataran de pequeñas novelas de aventuras y crímenes: la crueldad, la
crudeza del entorno e incluso algunas de las realidades, que en teoría deberían
estar ya extinguidas, bien podrían pertenecer a la ficción, aunque por
desgracia no es así. Además, al ser una serie de reportajes independientes,
aunque enlazados todos por el contexto en el que se desarrollan, permite
intercalar otras lecturas entre uno y otro, en caso de que necesitemos reposar
un poco después de alguno de los testimonios (yo lo he necesitado con alguno,
de hecho).
Océanos sin ley ha sido una lectura interesante y muy
impresionante para mí. Por mucho que quisiera imaginarme o sospechar lo que
ocurre en alta mar, es imposible realmente hacerse una idea de la gran cantidad
de acciones criminales que suceden en esos barcos y el sufrimiento al que se
ven sometidas tantísimas personas que lo único que buscan es un trabajo para
ayudar a sus familias o un destino en el que construir el inicio de una vida
mejor. Me ha resultado aterrador ver cómo los seres humanos dejan libres sus
peores instintos cuando se ven protegidos por la falta de autoridad o por la ausencia
de una amenaza real de ser sancionados.
Recomendado.
Mi marido trabaja por aquí por la zona del Estrecho de Gibraltar y podría contar un montón de cosas. Un libro interesante, sin duda. Tomo nota.
ResponderEliminarBesotes!!!