Nací en Benavente (Zamora), donde resido actualmente con mi marido y mis dos hijos. Cursé los estudios de derecho en la Universidad de Salamanca, pero desde niña mi verdadera pasión fueron los libros. La vocación de escritora me llegó a través de la lectura, y reparto mi tiempo entre esta y mi familia. Me encanta el cine, y adoro el campo y la naturaleza. Escribo desde la adolescencia, aunque dejé de hacerlo cuando me casé. Después de bastantes años, decidí retomar la escritura, algo que para mí se ha convertido en una forma de vida.
Estados Unidos, 1861.La apacible existencia de Brianna Fallon en Boston cambia cuando se ve obligada a aceptar un empleo en el hogar de Wyatt Miller, el dueño de una de las plantaciones de algodón más importantes de Atlanta. Un hombre oscuro, atractivo y enigmático que despierta en ella emociones que no creía poseer, hasta el punto de poner a prueba su juramento más sagrado.Para Wyatt, la presencia de Brianna supone encarar un pasado que intenta olvidar para enfrentarse a sus propias emociones y a una mujer llena de secretos que no puede manejar, pero que debe desentrañar para salvar su vida, su corazón y su alma. Mientras ambos luchan por superar la atracción que sienten, el inicio de una guerra que sacudirá los cimientos del país pondrá a prueba la fortaleza de unos sentimientos que apenas han empezado a surgir.Cuando dos almas dañadas se encuentran, están destinadas a sanarse.Cuando dos corazones laten al unísono, deben luchar por mantenerse a flote.Cuando el viento habla el lenguaje de las armas, el amor puede ser la única salvación.
- No es la primera novela histórica que escribes “La heredera”, “Casualmente Valentina”, “Tiempo de lobos” y “Tiempo de promesas” son ejemplos de otras novelas tuyas en donde el lector puede viajar al pasado de tu mano, como escritora. En “Vientos de guerra” viajamos a Estados Unidos de 1861 ¿Te ha costado mucho investigar esta época? ¿Qué cosa desconocías de este siglo y época y descubriste con esta novela?
La verdad es que el proceso de investigación no ha sido difícil. Es una época pasada, pero no tan antigua como para no encontrar material suficiente para lo que pretendía en mi historia. Además, la Guerra de Secesión americana es un tema que ha servido para infinidad de películas, series, libros…
¿Desconocer? Pues prácticamente todo, exceptuando lo que todo el mundo ha visto en la televisión, y que es lo más comercial, claro. Para empezar, ignoraba las cifras generales de bajas por ambos bandos, y que me dejaron completamente atónita. Entre un 30 y un 40 por diento de la población masculina de ambos bandos pereció en el campo de batalla, lo que es un número escalofriante. Eso sin contar con sus consecuencias, que aún seguimos viendo. En cuanto a la población de color, me sorprendió encontrar que sí, que había propietarios sureños que trabajaron para conseguir su libertad en la clandestinidad, así como «amos» que no aplicaban castigos físicos a sus esclavos, o que les enseñaban a leer y a escribir. Y me satisfizo, muchísimo, encontrar un montón de información acerca del «tren subterráneo», una organización clandestina de la que formaban parte todo tipo de personas, incluidas mujeres esclavas especialmente importantes en esa época por esa causa.
- ¿Cómo ha sido dar vida a dos personajes con secretos? ¿Ha supuesto algún reto que los dos sean personajes con secretos?
Mis personajes siempre son complejos, así que sí, fue complicado. Más que nada porque soy la dueña de sus secretos durante buena parte de la novela, jajajajaja. Tengo que poner especial cuidado a la hora de dosificar la información que doy al lector acerca de esos secretos, no sea que los descubran antes de tiempo. O, en su defecto, dar una de cal y otra de arena, como se suele decir, reservando un lugar muy especial para los giros inesperados de la trama, que siempre puede haberlos… Aunque mi mayor reto es contrastar dos personajes con secretos, de forma que su relación vaya avanzando a través de ellos, hasta el punto de alcanzar la confianza mutua suficiente para desverlárselos el uno al otro. Espero haberlo conseguido con Wyatt y Brianna, porque ambos ya son complicados de por sí.
- ¿ Es más difícil o más fácil dar rienda o describir emociones en novelas contemporánea o en novelas históricas? (por temas de protocolo, países distintos)
Siempre he pensado que si actualmente el protocolo en cuanto a determinados comportamientos ya no existe, es porque alguien, en un determinado momento, se ha encargado de romperlo. Sobre todo en lo que a las mujeres se refiere. Quizá por eso no lo tengo demasiado en cuenta, y sí doy más importancia a las mentalidades existentes en determinadas épocas, sobre todo relacionándolas con el contexto histórico que los envuelve. En el caso de VIENTOS DE GUERRA, me ha resultado especialmente complicado adecuar el modo de vida de Wyatt, un protagonista masculino que, al mismo tiempo que posee una plantación de algodón en Atlanta, trabajada por esclavos, es copropietario de una fábrica textil en Boston, cuya materia prima sale de su propia plantación. Su modo de entender la esclavitud se basa, en muy buena parte, en esa dualidad.
- Si pudieses introducirte dentro de la novela y ser un personaje de la misma ¿Quién serías?
Uf, pregunta complicada donde las haya. Creo que, en diferentes momentos, sería todos los personajes, incluidos los malos malísimos. Todos tienen una parte de mí y de las personas que conozco, así que me encantaría experimentar en primera persona la fortaleza con la que Brianna se sobrepone a todo lo que lleva con ella, o las dudas, el miedo e incluso el egoísmo de Wyatt, solo por el placer de comprobar cómo el amor va cambiándolo hasta hacer de él un hombre fiel a sus principios originales, por mucho que eso suponga soportar el dolor que lleva consigo. Incluso intentaría ponerme en la piel del capataz, Grady, de Quennie, la esclava, del Búho, que ayuda a esas pobres gentes, y hasta de Roxanne, su modo particular de ver el amor y su despecho.
- ¿Tenías claro que querías que la trama sucediese en Atlanta?
Sí, y era una de las pocas cosas que tenía claras, jajajaja. Desde luego, existían muchísimas plantaciones en los estados sureños que podrían haberme servido, pero consideré que Atlanta, como ciudad que acogió algunos de los episodios más cruentos de la guerra civil norteamericana, era, al mismo tiempo, la más conocida para los lectores y la más emblemática para mí. El incendio del que fue víctima y que se refleja tan bien en la película «lo que el viento se llevó», por poner un ejemplo, es una buena muestra de ello.
- Si esta novela fuese una palabra, una canción o sonido y un color ¿Cuáles serían?
Palabra: libertad. No solo la de los esclavos, sino también la de Wyatt y Brianna, porque al fin y al cabo, ellos también terminan liberados de todo aquello que al principio de la historia les ataba.
Canción: cualquiera de las que entonces entonaban los esclavos, y que escondían esas ansias de libertad.
Color: el verde de la esperanza en un futuro mejor.
- ¿Qué sería para ti ganar u quedar finalista del Premio Amazon 2019?
¡Uy, eso son palabras mayores, jajajaja! La verdad es que me he presentado porque llevaba tiempo queriendo hacerlo, y nunca tenía nada para presentar. Así que por mi parte las expectativas ya están cumplidas. A partir de ahí, lo que venga será bienvenido, pero desde luego, si quedara finalista sería un paso más en ese sueño, ¡no te digo nada si ganara! (Aunque tengo los pies en el suelo y conozco mis limitaciones, jejejeje)
- ¿Quisieras añadir algo más a la entrevista o decir algo a los seguidores de la web?
Daros las gracias, tanto a ti como a los seguidores de la web, por darme la oportunidad de hablaros un poquito acerca de lo que ha supuesto el proceso de creación de VIENTOS DE GUERRA. No me cansaré de repetirlo: sois vosotros, los lectores, los blogueros y sus seguidores, los que hacéis que este sueño continúe cumpliéndose historia a historia. GRACIAS, en mayúsculas, por estar ahí, por dejar reflejadas vuestras opiniones en las páginas web, en las redes sociales, en Amazon o en cualquier página de lectura, porque para mí valen millones. Ha sido un verdadero placer, y todo un honor, estar aquí.
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