Ágata es una chica sin demasiadas amistades. Su tía Amelia es, de hecho, su profesora y su única amiga. Con ella habla de literatura y de amores próximos y lejanos, y así se establece entre ellas una relación de amistad que crece cada vez más. En sus encuentros comentan extractos literarios de grandes autores. Estas referencias sirven como reflejo para ellas, que sufren las mismas dolencias y los mismos pesares que los héroes literarios universales caracterizados a lo largo de los siglos. De pronto, un día, Ágata decide aprender a tocar la vieja guitarra de su tía y todo cambia.
En Aquellas galletas de canela (Editorial Tandaia) nos encontramos con Ágata, una adolescente solitaria que además tienen un problema en la espalda que le acarrea las burlas de algunos de sus compañeros de instituto. La mejor amiga de Ágata es su tía Amelia, que además es su profesora de Literatura. A pesar de pertenecer a generaciones totalmente diferentes, ambas comparten la pasión por los libros y las preocupaciones por temas universales como el amor. Para completar el trío, tenemos a Manu, el guapo y popular de la clase, el amor platónico de Ágata, que en su interior guarda mucho más de lo que aparenta a primera vista. Los tres juntos irán aprendiendo y experimentando lo que es la vida, el amor, el dolor o la soledad, teniendo siempre a los otros para compartir los buenos y malos momentos.
Sin necesidad de tener una trama compleja ni unos giros espectaculares, Aquellas galletas de canela ha sido una lectura que me ha dejado un agradable sabor de boca. La historia se basa en las cosas cotidianas de la vida, en los pequeños detalles del día a día de unos personajes que podrían existir perfectamente en cualquier ciudad. Es una novela sencilla y cortita, llena de ternura y que hace un bonito homenaje a la literatura, a la amistad, a la enseñanza vocacional, al amor y a la vida.
El final es bastante predecible, pero eso no le ha restado
puntos al libro, al menos para mí. No creo que la importancia de esta novela
recaiga en la intriga de lo que va a suceder, sino en el vínculo que se crea
entre los tres protagonistas, tanto en las relaciones dos a dos, como en el inusual
grupo que forman los tres juntos.
Aunque se nota que es la primera novela del autor, también se
nota que sabe de lo que escribe y que ha escrito de lo que le gusta, porque
logra transmitir el ambiente de complicidad entre esa profesora y sus alumnos,
así como entre la propia Amelia y sus amados textos literarios.
Cristian Olivé es
profesor de Lengua y Literatura. Además, suele compartir en redes sociales con
el hashtag #aulaxtianolivé sus
métodos de enseñanza, con los que trata de contagiar a sus alumnos su pasión
por la literatura de un modo muy original.
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