Ada y Sara forman parte de una generación en paro que se ve obligada a vivir la vida a través de las redes sociales. En un país dominado por una justicia machista, las jóvenes convierten su aburrimiento y malestar en un juego llamado “Todos los hombres blancos cishetero deben morir”. El juego consiste en buscar juicios donde el culpable de alguna agresión social haya salido prácticamente impune e imaginar cómo lo asesinarían sin ser descubiertas. Un juego teórico propiciado por un exceso de series policíacas y tiempo libre. Pero en mitad de la diversión, Marc, su compañero de piso, resulta acusado de violación. Es hora de aprender un par de cosas.
Pude ver la semana pasada la obra de teatro "Los hombres blancos deben morir", con un texto inteligente, divertido y transgresor que te cambiará el chip completamente.
No hagáis caso al título, cuando veáis la obra, sabréis el motivo y dejaréis de pensar pero ¿qué narices es esto?
Lidia Galiana y Mikeka Mshimbi son las que nos llevarán por fascículos y lentamente nos meterán en materia.
Entre risa y risa, los hombres blancos deben morir, te va calando lentamente, es como un viaje catártico , un viaje sin retorno, entras sin saber que te vas a encontrar y sales totalmente anonadado u anonadada, de la experiencia que acabas de vivir, de como el teatro ha sido capaz una vez más, de tratar temas como el racismo, homofobia, violaciones, de manera tan exhaustiva, pero a su vez, tan bien tratados o explicados y de que manera tan delicada, con ejemplos y seguramente con vivencias reales que harán que se te ponga la piel de gallina.
Los hombres blancos deben morir , es de ritmo ágil, de lenguaje sencillo pero contundente, de mensajes claros, concisos y que calan hondo, es todo un verdadero acierto.
Me ha gustado la sintonía entre los personajes, que todo suceda en una habitación, pero que la acción se extrapole a la calle y a otros lugares.
Dos chicas y un chico como protagonistas, pero cualquiera de los que se acerquen a ver la obra, se sentirán identificados o conocen a gente que les ha ocurrido algo similar o igual.
Hay dos momentos clave en los que de las risas se pasaron a la seriedad y fue algo mágico, y confesar que Mikeka fue la culpable de que el espectador fuese participe de como se sentía su personaje, de manera tan intensa. Aunque el tandem de Lidia, Mikeka e Ignasi es fabuloso y esta obra de teatro debería de ser una obra referente y la veo un gran recorrido y futuro.
Dejaos de tonterías y de criticar algo por un simple nombre o título....si cuando la vais a ver, no os hace tilín, vale...no a todos, nos puede gustar todo, pero los hombres blancos deben morir, ha sido todo un descubrimiento único.
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