“Año
1990. Arthur es un joven estudiante de veinte años que vive en
Rennes. Su vida cambia el día que conoce a Jacques, un escritor que
vive en París con su hijo pequeño. Durante el verano, Arthur y
Jacques viven una historia de amor. Pero Jacques sabe que este amor
lo tiene que vivir rápidamente.”
-SE
ESTRENA EL 10 DE MAYO-
El
director Cristophe Honoré retrata los años 90 en su película
“Vivir deprisa, amar despacio” a partir de una historia de amor
que bebe de sus propias experiencias.
En
el verano de 1990 el amor entre dos hombres se abría paso en una
sociedad todavía homófoba. Jacques (Pierre Deladonchamps) es
escritor y vive en París cuando conoce a Arthur (Vincent Lacoste),
un joven estudiante. Entre los dos surge rápidamente la atracción y
el vínculo necesarios para vivir deprisa y amarse despacio. Ambos
están aprendiendo a quererse en lentitud ,con la distancia de por
medio y los romances que cada uno tiene por su cuenta. Pero
sobretodo, están aprendiendo a hacerlo debido a la traba que a
Jacques se le ha interpuesto en su camino: el sida.
En
los años noventa, el sida fue uno de los grandes problemas que
acechó a la sociedad. El director francés ofrece una historia que
lejos de parecerme melodramática, me ha parecido bastante realista.
Jacques sabe que tarde o temprano la enfermedad podrá con él,
convive con la prisa por disfrutar lo que sino hace ya, la muerte le
arrebatará más pronto de lo que todos tenemos pensado para la
historia de nuestros días.
Por
otro lado, Arthur se presenta como el álter ego del director, un
joven estudiante de Bellas Artes que disfruta del cine y la lectura y
termina por conocer a un escritor mayor que él del que se enamora
profundamente y se propone querer consciente de las restricciones que
el poco tiempo que tienen les pone.
La
verdad es que al principio, la película se me hacía un poco
insulsa, pero conforme iba avanzando la historia adquiría más
matices. Probablemente lo que más me ha gustado es la forma tan
libre de prejuicios con la que el ambiente que rodea a Jacques lleva
su enfermedad, además de la falta de miedo que él muestra al
enfrentarse a algo así. Hay un momento donde tiene una conversación
con un buen amigo y le manifiesta la rabia que siente hacía la
actitud de la gente que tiende a culparle de lo que le ha pasado, que
le juzga. Su amigo le calma y le comenta que no vale la pena llenarse
de resentimiento, a lo que un valiente Jacques, le responde
asintiendo mientras tira hacía adelante a sabiendas de que gran
parte de la sociedad va a señalarle con el dedo.
No
solo él mismo, su hijo y sus amistades lo llevan con naturalidad,
como debe ser, sino que Arthur le muestra constantemente, durante
toda la película y con mucha ternura y gracia, que le quiere, que no
le juzga y que piensa aprovechar el tiempo que tienen para amarle.
En
general, considero que es una película que sigue una línea
creciente y conforme pasan los minutos va gustando más. La escena
final donde Arthur aparece solo, sentado en un muro, cuando ya todo
ha terminado y mientras suena “One” de Three Dog Night me gustó
muchísimo y creo que refleja lo que al final prevalece en esta
película y es, la importancia de amarse a pesar de las
circunstancias y las consecuencias.
-Opinión de Marina Fernández-
Comentarios
Publicar un comentario
La nueva politica de privacidad donde encontrarás información acerca de comentarios, entradas...https://blog.paseandoamisscultura.com/2010/09/Contactme.html