Sophia tiene siete días. Una semana antes de que su vida cambie para siempre.
Nacida en Japón, de madre americana y padre francés ahora divorciados, Sophia vive a caballo entre dos continentes. Tras pasar los últimos dos años en Tokio rodeada de otros adolescentes expatriados como ella, está a punto de regresar a Nueva Jersey con su madre y su hermana.
Tan solo le quedan siete días para disfrutar de sus amigos. Siete días para despedirse de Tokio, la ciudad que ha llegado a considerar su hogar. Siete días para vivir intensamente el día y la noche, para averiguar qué siente en realidad por Jamie, el chico que siempre le ha gustado en secreto… y qué significa ella para él.
Un plazo muy breve… o muy largo tal vez. Porque siete días pueden ser suficientes para transformar relaciones que parecían inamovibles, para sacar a la luz secretos, traiciones y viejos resentimientos y para albergar no solo finales sino también, tal vez, nuevos comienzos.
¡Me encantan los libros
ambientados en el Japón contemporáneo! Adoro las descripciones de sus calles,
de sus costumbres, de sus locales de ocio, de sus gentes… Y eso fue lo primero
que me llamó la atención de Último verano en Tokio. Y ahora,
como me pasa siempre que leo un libro así, me muero de ganas por visitar el
país.
El argumento de Último
verano en Tokio es sencillo. Sophia va a mudarse dentro de una semana y
quiere aprovechar esos últimos siete días para disfrutar de la ciudad y de sus
amigos como si no hubiera un mañana. Pero las cosas no siempre marchan como uno
esperaba y a Sophia le va a salir casi todo al revés.
Además de la ambientación, el
punto fuerte de esta novela es la parte emotiva. Sus páginas están llenas de
reflexiones y me parece imposible mantenerse ajeno a la historia de Sophia una
vez que has comenzado a leerla. Quizá es que yo soy demasiado sensible al tema
de las despedidas, pero empecé a sufrir ya desde la primera página y el final
me destrozó por completo. La protagonista va a darse cuenta de cómo la imagen de
una persona puede cambiar de forma radical cuando por fin te muestra su
verdadera cara y, en definitiva, cómo tu vida puede dar un giro inesperado en
un instante.
Pero mi parte favorita, sin duda,
es la definición de la palabra «hogar» que van construyendo algunos de los
personajes a lo largo de la historia.
El libro está narrado en primera
persona por la protagonista. El estilo de Cecilia
Vinesse es bastante sencillo y los capítulos cortitos, así que puede
considerarse una lectura muy ligera, a pesar de todos los sentimientos que
despierta.
Con los personajes, sin embargo,
he tenido mis más y mis menos. Sophia, la protagonista, no ha terminado de
convencerme (y juro que lo he intentado con todas mis fuerzas). Me ha parecido
demasiado inocente para su edad y a veces me entraban ganas de gritarle que
madurara de una vez y se enfrentara a las cosas en lugar de solucionarlo todo
enfadándose. A David, directamente, le he odiado. Mucho. Pero luego me he
encontrado con Mika, con Alison y con Jamie, que me han parecido el polo
opuesto de esos dos. Ellos sí son personajes que merece la pena conocer a
fondo, porque guardan en su interior muchísimo más de lo que nos pensamos
cuando nos los presentan por primera vez.
El libro está estructurado
mediante una cuenta atrás con sus días, sus horas, sus minutos y sus segundos.
Y eso ha contribuido bastante a la angustia que he sentido durante toda la
lectura.
Último verano en Tokio es
el ejemplo perfecto de que no hace falta una trama espectacular para emocionar
al lector. Una lectura ligera que te dejará el corazón roto. ¡No os olvidéis de
preparar el paquete de Kleenex!
—Opinión de Inés Díaz Arriero—
Justo sorteo este libro en mi blog pero no tenía ni idea que contenía una historia tan profunda, interesante sin duda.
ResponderEliminarbesos =)
No es lo que me apetece ahora mismo, así que lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!