- Antes que nada , mil gracias por esta entrevista y felicidades por este libro y por el premio más que merecido.¿ Es fácil saber como son las personas y leerlas como un libro abierto?
Creo que es muy difícil
conocer realmente a las personas. Mostramos una mínima parte de
quienes somos a los demás, porque es más sencillo convivir así.
Por eso es imposible adivinar qué está sintiendo o qué batalla
está librando una persona cualquiera. Todos tenemos alegrías,
pesares, secretos… Pero muchas veces fingir ser normales es una
aspiración, porque creemos que así seremos más aceptados. Tanto
Laura como Alexei se mienten el uno al otro, pero solo cuando revelan
su realidad el uno al otro son capaces de evolucionar.
-¿Cuál fue la última fotografía que sacaste con tu mente de algo o alguien?
El
atardecer en los montes Drakensberg, en Sudáfrica, en un viaje que
hice.
-¿Con que soñabas despierta? ¿Sigues soñando de esa manera?
Cuando
era muy joven soñaba con vivir grandes historias de amor y con
dedicarme a escribir profesionalmente. Ahora sueño con llegar al
corazón de muchos lectores y lectoras, pero tampoco me paso el día
deseando cosas, sino más bien sintiendo gratitud por todo lo bueno
que hay en mi vida. Eso sí, a veces, cuando viajo, me gusta imaginar
que vivo en Viena o en París en los años del modernismo, que es una
época que me encanta.
-¿Ha sido dificil, crear un personaje que al principio no quiera soñar por miedo a tener pesadillas?
Siempre resulta
complicado darle vida a un personaje. Cuando lo hago intento que
tengan todo la verdad posible. Así que la tristeza de Laura, o la
soledad de Alexei, se podría decir que es una mezcla destilada de
los sentimientos y sensaciones que alguna vez he tenido; y si no los
he tenido, me los he imaginado, o he recordado que los tenía gente
cercana. Uno de los mayores retos de escribir es crear personajes que
sean creíbles… por eso hago el ejercicio de pensar continuamente
cómo pensaría, como actuaría y como me sentiría si tuviera
circunstancias tan dolorosas como las que tienen ellos dos.
-¿Crees que a la gente que no les gusta los libros de ficción, es porque les ocurre como a Javier? (no entienden, porque tienen que leer algo se han inventado y no es real)
Nunca
me he encontrado con alguien así, o al menos, que lo dijera de esa
manera, aunque sí conozco a personas que no tienen capacidad de
interesarse por la ficción, quizá no sepan “hacer el viaje” que
supone leer y creer en ese mundo que se despliega en el papel. Es
respetable, y la no ficción también me encanta, pero para mí la
evasión en forma de historia, sea una novela o una película, es uno
de los mayores placeres que existen, y ya no solo en el plano lúdico,
sino que pienso que las buenas obras nos dan compañía; qué
maravilloso es leer algo en una novela y pensar, “Yo también he
pensado eso”, “yo también he vivido algo así”… Conectar con
un libro o con la persona que lo escribe es una experiencia
increíble.
.¿Qué pasaría si los problemas desapareciesen cada vez que se habla de ellos? ¿Cómo sería el mundo?
Entiendo que todos
hablaríamos de ellos, y que desaparecían, y todo cambiaría, a
todos los niveles. En el plano de la ficción, sería un desastre. Si
el conflicto no existiera en el presente, no habría películas, ni
novelas, ni nada, casi ni siquiera revistas de cotilleos. La
felicidad no interesa a nadie; es como cuando vas de viaje, a Roma,
por ejemplo. Si vas al Coliseo y comes helados y te lo pasas
fenomenal, el relato no tiene mucho interés; en cambio, si te roban
en el metro o si acabas en un calabozo por un error, ahí tienes una
historia que interesará a todo el mundo. Por tanto, solo se podrían
hacer ficciones de época, de cuando la gente tenía problemas.
-¿Cuál fue el libro que sacaste de la biblioteca y nadie había cogido aún?
“Al
oeste con la noche”, de Beryl Markham.
-Al final... ¿Se eligen las cosas o te las suelen imponer? ¿Nos solemos aburrir siempre de lo mismo?
Creo
que en la vida nos vienen impuestas muchas cosas, según quienes
seamos, nuestra familia, lo que la gente espera de nosotros, la
propia dificultad del día a día nos va quitando mucho entusiasmo a
la hora de iniciar proyectos o arriesgarnos… Pero opino que somos
responsables de lo que nos pasa, en buena medida, y que si algo no
nos gusta podemos cambiarlo, o al menos, intentarlo. Hay gente que es
feliz porque se empeña, no porque sus circunstancias sean las
mejores, y para mí, todos deberíamos aprender de ellos.
-¿Dejaste algún mensaje escrito a lápiz en alguna mesa?
No.
Pero sí me dejaron uno en el instituto. Como no sabía qué
responder, lo borré. Ahora cuando lo recuerdo lamento no haber
contestado. La comunicación epistolar en una mesa desde luego
merecía la pena. Seguro que ahora la gente que va al instituto no
concibe tal cosa, habiendo tantas formas de escribir mensajes
privadamente a la persona que te gusta, ja, ja, ja.
-¿Cómo fue juntar a dos personas que casi nadie las ve, pero que juntas se hacen visibles ? ¿Tenías claro desde el principio que a Laura la teníamos que conocer desde la página uno, en cambio Alexei que parece un secundario, tomarnos más tiempo?
Creo
que Laura era adecuada para comenzar la historia porque quería vivir
con ella la fascinación que Alexei despierta en ella. Y que el
relato de él era el adecuado para ver en qué mentiras y en qué
vida tan complicada se sustentaba esa historia de amor sobre una
persona que en ese momento es más la que ella se ha inventado que la
que existe. Ese es uno de los temas de la novela: cómo nos
inventamos a las personas de las que nos enamoramos. Tanto, que
muchas veces ese amor tan intenso y fanático muere o se desluce
cuando conocemos de verdad a la persona. (No digo que sea el caso de
Laura y Alexei; para saberlo hay que leerlo, jajaja.)
-¿Cómo es aportar a la vez a esta historia sensibilidad y realidad? (sabiendo que los personajes por naturaleza no lo han tenido, ni lo tienen fácil) ¿Fueron los libros quienes los salvaron?
Los
libros les han salvado a ambos de una realidad muy difícil, les han
servido de refugio, les han hecho compañía. Esa sensibilidad que
tienen es una trampa, puesto que les permite disfrutar mucho de la
literatura, de la belleza que hay en un parque o en un amanecer, pero
también les dificulta recuperarse de los golpes que van sufriendo.
Son dos jóvenes sensibles que se sobreponen contra viento y marea,
incluso contra su propio carácter y sus propios miedos, a una
realidad muy adversa.
-Describe a tu libro: con una de las 4 estaciones, con un olor, con una canción y con un sónido.
Otoño.
El olor, diría “petricor”, que es el olor característico de la
piedra mojada cuando llueve en una gran ciudad como Madrid, por
ejemplo. El sonido, el del viento meciendo las hojas de los árboles.
Y si tuviera que escoger una canción… “Hymn for the weekend”
de Coldplay.
-¿Quisieras añadir algo más a esta entrevista o decir algo a los seguidores de la web?
Simplemente
que si leen la novela y les gusta la recomienden. ¡Muchas gracias,
María!
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