Álvaro León, a sus 25 años de edad ha escrito y dirigido cortometrajes de ficción por los que ha sido reconocido tanto nacional como internacionalmente como “Origami”(2024), para el notodofilmfest, “De princesas y Piratas”(2024), “Roberto” (2024), siendo también autor de premiados documentales como "Persiguiendo la Luna”(2022), o "Encontremos Sirenas”(2023). A su corta edad, fundaciones e iniciativas como "Ciudad de las ideas" y festivales como Begiradak, Suroscopia o Archidona Cinema han confiado en él para otorgarle su máximo reconocimiento.
La organización de los Premios Fugaz, considerados los galardones más relevantes del panorama del cortometraje español, dio a conocer el listado definitivo de candidatos en las 21 categorías de su novena edición.
Origami está nominado como mejor cortometraje breve.
— Una de las características principales del origami es que no utiliza cortes ni pegamento. No sé si me estaré equivocando, pero puede ser ¿qué esta cualidad se relacione con una metáfora? (en la que sucede en esa casa no se oculta y por eso se prescinde de elementos que puedan “disimular” la realidad).
El plano secuencia fue una decisión arriesgada. Queríamos contar mucho en poco tiempo, y sobre todo, queríamos transmitir cómo se vive esa realidad, tan compleja y tan simple.
Adentrarnos en esa habitación de lleno, durante los poco más de tres minutos que dura el corto, sin separarnos de nuestra pequeña ni en un solo corte, nos parecía la manera más real, cercana y sincera de llegar a las sensibilidades que queríamos llegar.
— También, esos origamis colgados, ¿puede que recuerden los pocos días felices de esta madre e hija? Y los origamis que están en la estantería y en la papelera¿los malos?
Los origamis, no dejan de ser una representación, en todo momento de como nuestra niña se siente. Colgados, a la luz de la ventana, mientras ríen y juegan. Caídos, arrugados y en la basura cuando las paredes nos gritan lo contrario.
Ese barco arrugado, ese elefante familiar que se cae sin ser capaz de ponerse de nuevo de pie, o esos papeles de colores destrozados en la papelera nos cuentan como poco a poco esa infancia va quedando herida.
— Me llama la atención como en algunos momentos la cámara no enfoca a la protagonista, sino al oso que tiene agarrado de una mano y otras veces abrazado. Como si algunas veces le dejase ir y otras veces es su refugio seguro. ¿Cuál es el simbolismo del oso?
El oso, el cual fue sometido a un exhaustivo casting de peluches, representa esa idea de familia. Es su madre y su hijo. Lo protege de los gritos cuando no los quiere escuchar y lo aprieta como su refugio cuando no tiene madre a la que abrazar.
— La escena en la que la cámara enfoca a la puerta y se oyen pisadas, pero no sabemos quién vendrá, ¿lo teníais pensado? Es una metáfora esa puerta de que esa habitación que parece un lugar seguro, se puede convertir en una pesadilla.
— La niña no habla casi durante el corto, pero lo que dice impacta y me acongojo y esa frase “no pasa nada” teniendo la fuerza de decir esa frase, ¿por qué elegiste esta frase y no otra? En este momento en el que la niña dice esta frase, ¿se hace mayor de algún modo?
—¿Qué te hizo elegir una nariz de payaso como mecanismo de defensa para huir mentalmente o una fachada de una realidad dura?
Desde el principio queríamos que quedase reflejado como los pequeños actos de nuestros padres nos afectan, nos influyen y nos construyen.
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