Dar la vuelta transcurre en Buenos Aires, el 18 de diciembre del 2022. Es el día de la final del mundial de fútbol en Qatar, que tiene a casi todo el mundo enganchado a la televisión. Dos hermanos se reencuentran en unas circunstancias muy especiales, y en este día tan significativo para todos los argentinos.
En los 120 minutos del partido entre Argentina y Francia, que tuvo en vilo al mundo entero, ellos atravesarán una de las jugadas más importantes de sus vidas, entre cuentas pendientes, secretos familiares y muestras de amor.
El futbol es un arma de doble filo en dar la vuelta. Es capaz de unir a personas, e incluso a familiares que hace tiempo que no ves, y al mismo tiempo, hacer que las personas hablen demasiado, se suelten y se descubran muchas cosas.
Andrea Santillán y Ángel Savín formando el tándem perfecto, nos logran atrapar en esta historia, donde los secretos salen a la luz, las conversaciones pendientes resuenan fuertemente y la vida y la muerte dialogan en escena.
Una casa de un barrio residencial a las afueras de Buenos Aires se cae a pedazos, así como la relación entre dos hermanos que se ven de tiempo en tiempo.
Una relación con más grietas que otra cosa será testigo de un partido histórico y emocionante, así como de la fragilidad de los lazos familiares frente a los eventos inesperados.
Me cautivaron los contrastes entre los dos hermanos y la forma en que algunos elementos cotidianos, como una silla de ruedas o una cesta de ropa, se transforman en algo vivo en la historia y cobran una importancia importante.
Resonaron y evocaron muchas vivencias y dinámicas familiares de la historia, en mi vida.
Las experiencias de ‘dar la vuelta’ me hicieron reflexionar profundamente sobre las injusticias arraigadas en nuestra sociedad y familias. ¿Por qué casi siempre las mujeres son las únicas responsables del hogar y el cuidado, casi siempre o en el 95% de las veces?
Me encanta como el des(a)mor a Argentina marca las conversaciones de los dos hermanos y como cada uno mira al país de distinta manera.
Paloma mira las cosas de frente, de manera directa, mientras que Roque siempre está con excusas y no es sincero ni con el mismo, para serlo con su hermana.
Roque, solo sale de su egoísmo cuando Paloma le toca un solo tema o dos: la figura paterna y el futbol.
La representación de las figuras paternas en la obra me causó indignación. Tanto es así que, en algunas narraciones de Paloma, sentí la necesidad de gritar y salir corriendo. Aunque, con Roque y su visión de la figura masculina que tuvo en su infancia/adolescencia, pues también queda claro el motivo por el que no quiere/puede regresar a Argentina.
La magistral interpretación de Andrea y Ángel nos muestra a dos hermanos que solo se reencuentran en los mundiales. Aun así, el profundo dolor que siente Paloma por haber regresado casi a la fuerza y por obligación a Argentina me hizo dudar incluso de ese fugaz momento de unión.
No voy a negar que sentí un poco de incertidumbre, ya que sabemos que la madre de Paloma y Roque está muy mal y se encuentra en la habitación de al lado, pero en algunos instantes pensé: ¡y si aparece en cualquier momento!, o ¿y si ya está muerta y Paloma está castigando a Roque? No sé, llamarme loca, pero lo pensé. Sentía un poco de tensión cuando se hablaba de esta madre presente en las conversaciones, en el presente y con el pasado un poco difuso.
Leticia Pascual, al frente de la dirección del texto de Andrea Santillán, construye una atmósfera de gran intensidad emocional. Logra en una sola habitación contar una historia con muchos vértices, recovecos y texturas diferentes que engancha desde el segundo uno.
El final abierto de dar la vuelta me dejó sin saber qué decir, con más incertidumbre y preguntas que al principio de la historia.
Puedo entender al Roque del pasado huyendo de Argentina, pero ¿y ahora?
También, me encantaría saber que Paloma se ha liberado de todo lo que la ataba a Argentina y puede cumplir sus sueños.
Con 'Dar la vuelta', nos enfrentan a la complejidad de los lazos familiares y a la necesidad de sanar heridas del pasado, recordándonos que el verdadero viaje comienza cuando nos atrevemos a mirar hacia adentro, incluso si el camino es doloroso e incierto.
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