El destino hace que dos hombres y tres mujeres deban compartir espacio, totalmente obligados, durante toda una noche en el bar del Alhelí, un bar de carretera perdido en la meseta. El tiempo necesario para comprobar cómo sus anhelos, necesidades, deseos y aspiraciones se van entrelazando y cruzando constantemente.
Ángela Puertas, Daniel Retuerta, Lidia Persa, María Asensio y Pablo Castellano es el elenco de una noche en el Alhelí.
Una obra de teatro que personalmente me ha chiflado. Esta producción tiene unos diálogos increíbles que navegan entre la locura y la cordura, pues no sabes si los personajes lo dicen en serio, se vacilan entre ellos…
Hay ciertos personajes como el de Ángela Puertas, que es difícil de leer entre líneas o de conocer su pasado, pues se presenta enigmáticamente y deja intuir cosas, pero poco más. Creo que ha vivido tanto que, sabe mirar a la gente y calarla.
Pero, no sé, ha percatado de Lidia Persa y María Asensio ¡Cuidado con estas dos! La noche y el día, la buena y la mala… Parece que todo está definido con ellas, pero los cuchillos vuelan entre ellas. Desconozco, si es, por algo del pasado (rencillas) o por Natacha, de algún modo quiere proteger a Nadia.
Daniel Retuerta y Pablo Castellanos forman un tándem perfecto escénicamente hablando, porque sus personajes son odiosos, bueno, el de Pablo no tanto, pero Daniel nos regala una actuación que, te dejará sin aliento. El personaje de Daniel es el más imprevisible y previsible, juega muy bien su dualidad.
Aunque, Pablo nos deja momentos icónicos sobre el escenario.
Son personajes parece que sin pasado o con este demasiado oculto. Ellos son chicos malos y ellas son chicas malas, ¿qué puede salir mal en esta noche? Os dejo que lo descubráis.
El arma secreta de una noche en el Alhelí son los diálogos. Os lo digo en serio, hay algunas conversaciones que son muy crudas, en otras ocasiones son muy irónicas y otras veces te dan ganas de llorar.
Estos cinco personajes son personas ambiciosas y carecen de sentimientos o no los muestran, aunque Nadia es el personaje que tiene menos maldad, el personaje más inocente, más lleno de sentimientos, puesto que el resto parecen ser robots sin alma.
Cuando termine de ver la obra reflexione sobre muchas cosas y es que ese final (sin decir nada) es apoteósico, es un final cerrado, pero te deja con la miel en los labios por muchas cosas.
Parece una noche cualquiera y termina siendo una noche de confesiones a medias, de momentos incómodos y en algunos instantes de silencios cargados de muchas cosas.
Una noche en el Alhelí tiene un ritmo frenético y la tensión se corta en el ambiente. Es una historia de personajes, pero el bar es un personaje silencioso que es testigo de decisiones, de conversaciones, de descuidos, de abrir el corazón…
¡Me encantó la radio del bar! Tanto la elección de las canciones, como los cortes publicitarios ¡qué maravilla!
Por no hablar de la iluminación de la obra, pues gracias a esas luces somos conscientes de cambios en el juego.
Una obra de teatro con una estética brutal y con detalles muy cuidados.
Recomiendo esta obra por muchas cosas: el elenco, la historia, el ritmo, la puesta en escena, etc.
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