Un paseo por la parte más siniestra y divertida del Bosque de los Cuentos La hermana del conde Drácula está muy preocupada porque su hijo no es cruel y sanguinario, es buenísimo. Drácula la tranquiliza y le dice que lo mande a casa, que él se va a encargar de convertirlo en un verdadero vampiro aterrador. Draculete saldrá como cada noche a visitar a su amigo Lobito, que le guarda algunos dulces que prepara en su pastelería para que el vampiro pueda cenar, ya que no quiere ni probar la sangre. Los dos se llevan muy bien y forman una pandilla de amigos junto a otros personajes de cuento, como Garbancito o Ricitos. Draculete es muy feliz, hasta que se le cae un colmillo y se lleva un terrible disgusto.
Muerto de hambre de El Hematocrítico con ilustraciones de Mar Villar ha sido una lectura deliciosa en todos los sentidos.
Una fábula que me ha hecho mirar mi niñez con nostalgia y me ha hecho esbozar más de una sonrisa mientras conocía a Draculete, Lobito, Casita, Garbancito y Ricitos,etc. Un revisionado de varios personajes míticos literarios con unas ilustraciones mágicas.
La pluma de un autor como El Hematocrítico y la tinta de Mar Villar han formado un tandem perfecto y precioso. Ya que, donde las palabras no llegan, las ilustraciones nos muestran más de estos personajes.
Me gustaría que los cuentos me los hubiesen contado así: honestos, transparentes, directos y para nada edulcorados.
Estos dos trovadores de letras y ilustraciones se unen para narrar una historia divertida y comestible que, me ha dejado con muchas preguntas, ya que el final queda claro, pero...Necesito saber ¿Qué ocurrió tras el descubrimiento de Draculete?
Una historia sobre la amistad sin condiciones y sin condimentos. Un abrazo tan pequeño que es capaz de llenar corazones ante las incompresiones de la familia o de los prejuicios.
Un libro colorido que incluso en los momentos más complicados u oscuros, como que tiene un color propio.
Lo leí en un abrir y cerrar de ojos, pero lo volví a leer. Necesitaba darle vueltas a algunas cosas y se lo presté a mi madre, así que lo leímos juntas y sacamos un montón de cosas nuevas que en la primera lectura no pude ver.
Me ha dejado un poso en el interior y he sentido que seguía teniendo a esa niña en el interior y que no la había perdido. Muerto de hambre ha sido genial.
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