Cocó, de ocho años, no encaja en las expectativas del resto y no entiende por qué. Todos a su alrededor insisten en llamarle Aitor, pero no se reconoce en ese nombre ni en la mirada de los demás. Su madre Ane, (Patricia López Arnaiz), sumida en una crisis profesional y sentimental, aprovechará las vacaciones para viajar con sus tres hijos a la casa materna, donde reside su madre Lita (Itziar Lazkano) y su tía Lourdes (Ane Gabarain), estrechamente ligada a la cría de abejas y la producción de miel. Este verano que cambiará sus vidas obligará a estas mujeres de tres generaciones muy distintas a enfrentarse a sus dudas y temores.
20.000 especies de abejas de Estibaliz Urresola Solaguren es una maravilla y una preciosidad. Con una sensibilidad única, una historia inolvidable y unos personajes únicos.
La fragilidad y la belleza de esta producción residen en Sofia Otero. ¡Qué maravillosa interpretación nos regala! Qué conmovedores son los diálogos que tiene con su tía y abuela, pero que preciosidad son las escenas sin palabras y con miradas que dicen todo.
Es una película bucólica, las abejas se convierten en protagonistas silenciosas, pero omnipresentes. Aunque no emitan más que un breve zumbido, su presencia conlleva un significado muy profundo.
Creo que las abejas son protagonistas de los momentos más importantes e íntimos de la historia y crean una ambientación única.
Estibaliz Urresola Solaguren hace una película intima sobre cuatro mujeres de generaciones: Ane, (Patricia López Arnaiz) Lita (Itziar Lazkano) su tía Lourdes (Ane Gabarain) y Lucia (Sofia Otero).
Estas mujeres se enfrentan a un montón de dudas y miedos que extrapolan a Lucia. Ellas se dejan llevar por sus creencias y su forma de ser, pero ninguna empatiza con esta pequeña.
Sofia Otero protagoniza algunas de las escenas del séptimo arte más especiales y más bonitas que he visto. Ella tiene una presencia magnética en la cinta.
El resto de personajes de la cinta son necesarios para completar la narración y la historia. Las miradas de la madre reflejan su angustia y desesperación por intentar comprender lo que está sucediendo con su hija. Las charlas entre Ane y Lita que cortan el aire y esconden muchos secretos del pasado, Lourdes y sus respuestas tan abiertas en algunos momentos y tan cerradas en otros, nos ayudan a ver esos pensamientos de muchas personas.
No me quiero dejar en el tintero a Unax Hayden que nos regala dos momentos emocionantes en los que no pude dejar de llorar.
Este personaje nos enseña lo importante de ver con ojos infantiles y libres de prejuicios lo que los mayores no ven o se obcecan por no querer dar su brazo a torcer.
El tiempo no se detiene en el pueblo y me encanta esa sensación de lentitud en algunos instantes, como de aprovechar los momentos.
Con ese final de 20.000 especies de abejas siento que tengo muchas preguntas en mi cabeza sobre ¿qué ocurrirá con Lucia? ¿qué pasará con la familia?
La directora nos deja zumbando cosas en nuestra cabeza, pero me encanta esa sensación de dejar esos pensamientos divagar, volar...
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