Es difícil encajar en un pueblo de pájaros cuando eres un ciervo.
El verano que vi luces en la isla, yo esperaba muchas cosas. Algunas grandes y otras pequeñas. Esperaba que mi padre aceptase que quería irme del pueblo; esperaba que Samuel bajase a la playa; esperaba que Alicia y Clara me viesen tal y como era, y no como querían que fuera; esperaba encajar de alguna manera, aunque fuese para despedirme…
¡Qué complicado me parece hacer la reseña de este libro! Hace
ya unos cuantos días que lo terminé de leer, pero hasta ahora no me he sentido
capaz de sentarme a escribir mi opinión.
Lo primero: ¡qué maravilla!
Lo segundo: El verano en que llegaron los lobos
ha sido la novela ganadora del Premio Gran Angular de este 2023.
Al abrir la novela nos encontramos en un pueblo costero en el que
casi todos los habitantes se convierten en pájaros en ciertos momentos: cuando
se asustan, cuando les llega el momento de partir o simplemente cuando les apetece
volar hasta la isla para darse un baño en aquella playa.
Todos, menos Ana, que es un ciervo y no puede volar. Por eso,
aquel verano, Ana estaba esperando desesperadamente la carta de admisión de la
universidad que la sacaría del pueblo y le permitiría por primera vez encajar en
un lugar siendo ella misma.
Antes de eso, tiene por delante la celebración de su cumpleaños con Tomás,
un hombre de sesenta años que vive en una mansión a las afueras del pueblo y
que es un corzo. Tampoco vuela y es probablemente el mejor amigo de Ana.
Los últimos veranos antes de empezar la universidad siempre
son de lo más intensos: últimas oportunidades de rescatar las amistades de
niñez, planes de futuro, primeros amores… y se volverá aún más intenso con la llegada de una
familia de lobos que empieza a regentar el colmado del pueblo. Y con el
misterioso suceso que tendrá lugar esa noche que Ana vio luces extrañas en
la isla.
Y no cuento más.
Durante las primeras páginas de El verano en que
llegaron los lobos parecía que la historia iba a girar en torno a la
necesidad desesperada de Ana por encajar en un lugar que, aunque dice que lo
intenta, no termina de aceptar aquello que es diferente; y a ese primer amor de
verano, apasionado y confuso a veces.
Y es verdad que tiene muchísimo de eso, pero lo que no
esperaba era que en un momento dado la trama tomara el camino del misterio, de
la investigación, de la aventura propia de los libros de
detectives que tantas veces leí de pequeña y que sigo leyendo ahora porque me
fascinan.
Además, el descubrimiento final es precioso.
A través de los personajes se exploran temas como el
sentimiento de rechazo que se sufre cuando eres diferente en algún aspecto, la
diversidad, la ansiedad por el futuro, la importancia de las historias, el camino hacia lograr quererse a uno mismo, la amistad… todo ello desde la perspectiva
de un grupo de adolescentes que están, cada uno a su manera, buscando su lugar
en el mundo.
Cualquiera que haya leído a Patricia García-Rojo sabe
que su pluma es preciosa, visual, llena de colores y trazos que convierten la
novela casi en una pintura. En este libro en concreto me ha encantado poder ver
a través de sus descripciones los paisajes del pueblo, los rincones de la isla
y las bandadas de pájaros volando sobre el mar.
En resumen, El verano en que llegaron los lobos
me ha parecido una lectura preciosa, emocionante, que me atrapó desde el
principio por su belleza, me tocó por los sentimiento de la protagonista (aunque
mi favorito creo que es Samuel) y me mantuvo enganchada por el misterio de la
trama.
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