Corre el año 1926 y Shanghái vibra al ritmo del libertinaje.Una antigua guerra de sangre entre dos bandas baña las calles de rojo, dejando a la ciudad indefensa ante las garras del caos. En el centro de esta disputa se halla Juliette Cai, la orgullosa heredera de la Pandilla Escarlata, una red de gánsteres que opera por encima de la ley. Sus únicos rivales son los criminales rusos que integran la Banda de las Flores Blancas; detrás de cada movimiento está su heredero: Roma Montagov, el primer amor de Juliette… y su primera traición.Pero cuando la población parece ser poseída por una locura que la hace desgarrar su propia garganta hasta morir, comienza a correr el rumor acerca de un contagio provocado por un monstruo oculto en las sombras. A medida que las muertes se acrecientan, Juliette y Roma deberán dejar sus rencores de lado y trabajar unidos antes de que la ciudad que ansían dominar desaparezca por completo.
· Traducción de Juan Fernando
Merino.
Placeres Violentos
es el primer tomo de una bilogía que nos ofrece una reinterpretación muy original
y potente del clásico Romeo y Julieta.
Juliette acaba de regresar a su Shanghái
natal, después de pasar la mayor parte de su vida en el extranjero, adquiriendo
una educación occidental, alejada de «eso» que sucedió en su pasado. A pesar de
haberse mantenido ausente durante tanto tiempo, a su regreso, ocupa fácilmente
su puesto de heredera de la Pandilla Escarlata, una de las bandas de gánsteres
que rige la ciudad.
Y, a pesar de todo ese tiempo,
la ciudad parece la misma. Dividida, gobernada por los gánsteres, con sonidos
de detonaciones constantes, comerciantes extranjeros haciéndose hueco en la
ciudad, burdeles escupiendo masas de clientes… y Roma ejerciendo su papel de
heredero de los Flores Blancas, el bando rival al de la familia de Juliette.
Sin embargo, esa estabilidad tan
frágil que rige Shanghái está a punto de resquebrajarse. No solo por el avance
de los Comunistas, que van ganando terreno a marchas forzadas, sino porque se
ha desatado una epidemia de locura. Nadie sabe muy bien de dónde viene, ni qué
es lo que la provoca, pero todos los que se infectan acaban desangrándose en el
suelo tras haberse desgarrado la garganta con sus propias manos. Son muchos los
rumores que corren, la presencia de un monstruo en el río es el que más se
repite, pero nadie parece capaz de encontrar la verdad.
¿Serán capaces los herederos de
los dos bandos enfrentados de guardar las armas y trabajar juntos en la investigación
para salvar la ciudad? ¿Podrán hacerlo sin sucumbir a eso que los unió en el
pasado? ¿Sobrevivirán al odio de sus propias bandas?
Pues no te lo voy a contar,
tendrás que leer Placeres Violentos para descubrirlo.
Lo primero que me atrapó de esta
novela, incluso antes que el principal misterio que mueve la trama o que la tensa
relación entre los protagonistas, fue la ambientación. Nada más abrir el
libro, Chloe Gong nos transporta al Shanghái de los años veinte del
siglo pasado. Una ciudad fragmentada en varias secciones administrativas, asentamientos
internacionales repartidos entre británicos, los japoneses y americanos, la concesión francesa
y los territorios en los que todavía ostentaban la autoridad los chinos. Por si
esto fuera poco, la lealtad del Shanghái de la novela está también dividida
entre dos bandas de gánsteres: la Pandilla Escarlata y los Flores Blancas.
A lo largo de las páginas
podemos irnos percatando de cómo esta última división es mucho más palpable a
nivel de calle. Cómo todo el mundo que llega a la ciudad tiene que decidir
hacia qué facción inclina su lealtad, cómo las fronteras entre los territorios
de unos y otros están delimitados de un modo firme y cómo quien se atreve a
desafiar las reglas tiene muy pocas papeletas de poder contarlo.
Pero la supremacía de las
pandillas parece estar a punto de llegar a su fin a causa del ascenso del
Partido Comunista… y de la locura.
Esta complejidad en la
ambientación implica que los personajes hablan diferentes idiomas e incluso
dialectos, tiene distintas costumbres, valores, creencias y modos de afrontar
la vida. Por lo que todo el contexto que presenta (buena parte de ello
sustentado en la realidad histórica de Shanghái, como explica después la autora
en una nota al final del libro) es interesantísimo, lleno de riqueza y de
detalles con los que envuelve al lector, haciéndote sentir que estás allí
mismo.
Los personajes, tanto los
protagonistas como el círculo de secundarios más cercano a ellos, están muy
bien construidos. No solo porque en ellos se aprecien las diferencias
referentes a sus raíces, sino también por cómo se han ido componiendo a ellos
mismos a través de la educación que han recibido, del ambiente en el que han
crecido o del grado de protección con el que cada uno de ellos cuenta. Mi
favorita ha sido Kathleen, pero la verdad es que todos tienen bastante chicha.
Juliette y Roma tienen un fondo
muy complejo, ninguno de los dos está en disposición de mostrar lo que tienen
dentro, pero tampoco son capaces de esconderlo todo el tiempo, pues a veces
incluso dudan de sí mismos aunque por fuera lleven puesta una careta de
indolencia. Y, a pesar de saber lo que son y lo que hacen, he podido empatizar muy
bien con ellos. Además, la tensa relación que los vincula, con todos sus altibajos,
sus conflictos y sus momentos de debilidad, me ha resultado muy creíble y
pienso que la autora ha sabido aprovechar muy bien el cliché friends to lovers
to enemies to… ya veremos.
Placeres Violentos,
con sus casi seiscientas páginas, ha sido una lectura que me ha volado entre
las manos y que he disfrutado una barbaridad. Con un ritmo trepidante, un
estilo directo pero muy cuidado, unas descripciones de lo más evocadoras, muchísima tensión, acción, traiciones, misterio, giros inesperados, secretos, amor y referencias
muy claras al clásico que reinterpreta. Es que no se le puede pedir más.
¿Y el final? GUAU. No puedo
esperar a leer la segunda parte.
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