Últimamente, sin embargo, la naturaleza parece estar
realmente molesta. La localidad de Siacaso ha sufrido incendios y
deslizamientos de tierra, sequías y fiebres, e incluso la migración anual de
«osibríes», una especie de aves que es fuente de orgullo e ingresos para los lugareños
ha disminuido. Desde que todos tienen memoria, estos diminutos pajarillos
invernaban en sus relucientes nidos globo, encaramados en las copas de los
sauces azules y atraían a turistas de todos los lugares. Sin embargo, este año ni
un solo osibrí ha regresado a Siacaso, y nadie sabe por qué.
Traducción de Mercedes Guhl.
¿Es demasiado pronto para decir que esta novela va a estar
en la lista de mis mejores lecturas de 2022?
Pues me da igual, lo digo: Willodeen va a ser
una de mis mejores lecturas de este año. No me cabe duda.
Willodeen es una niña de once años que vive en un pueblecito
llamado Siacaso. Los ingresos que mantienen a los habitantes del pueblo llegan
del aserradero, de las vías del tren y, en especial, de la feria anual y de los
turistas que acuden cada año a ver a los preciosos osibríes que anidan en las
ramas de los sauces azules.
Pero cada vez llegan menos osibríes. Y eso significa que
llega menos turismo y también menos dinero para Siacaso.
Además, la madre naturaleza parece estar muy enfadada con
sus habitantes y no para de quejarse a través de desastres naturales, como el gran
incendio que dejó huérfana a Willodeen.
El mundo en el que vive Willodeen está lleno de criaturas y
flora fascinantes, que ella ama por encima de todo y que nosotros podemos ir
descubriendo a lo largo de la lectura. Entre ellas, destacan los osibríes, que
son unos animalillos del tamaño de los colibríes, pero con forma de osito. Y
los chilladores, los favoritos de Willodeen, pero los más odiados por el resto
de las personas.
Los chilladores no son tan bonitos como los osibríes, hacen
un ruido insoportable por las noches, no sirven para nada y encima apestan. Vamos, que estorban. Eso
es lo que dicen los habitantes de Siacaso y esa es la razón por la que han fijado una recompensa
por cada ejemplar cazado o ejecutado.
Mientras la mayoría de los adultos discuten el modo de
encontrar una solución para la situación económica del pueblo, a Willodeen le
preocupa que los chilladores se acaben extinguiendo. Por eso visita a menudo a
los pocos especímenes que quedan, observa, toma notas sobre su comportamiento y
así, poco a poco, irá descubriendo que todas las criaturas ocupan un lugar imprescindible
en la naturaleza.
La novela está compuesta por dos historias que beben una de
la otra.
Por un lado, tenemos esta trama principal, que sigue la
aventura de Willodeen y la angustiosa lucha de los habitantes de Siacaso por
salir adelante. Estos capítulos son los que ocupan la mayor parte del libro y
están narrados en primera persona por la protagonista.
Por otro lado, nos encontramos la pequeña historia
del nacimiento, crecimiento y descubrimiento del mundo por parte de una
criatura muy especial. Estos fragmentos están narrados más con el estilo de
cuento. Ya descubriréis qué significado tiene.
Willodeen es una protagonista encantadora, con la que me he
sentido muy identificada, además. Es curiosa, introvertida y especialmente
sensible con todo lo que tiene que ver con la naturaleza. También es
inteligente y reflexiva. Le encantan los animales, en especial los menos
bonitos, esos a los que los demás no quieren. Se encuentra cómoda paseando sola
por el bosque, observando en silencio lo que ocurre allá fuera y siempre con su
cuadernito debajo del brazo.
Y aunque le cuesta decir o demostrar lo que siente, no está
sola en absoluto: tiene a Birdie y a Mae, que de algún modo la adoptaron cuando
el incendio mató a su familia. Ellas son dos mujeres fascinantes, resueltas, sabias,
ingeniosas, fuertes y cariñosas.
Y también, poquito a poco, empezará a tener a Connor, ese
niño del pueblo que se dedica a construir esculturas de osibríes con materiales
de la naturaleza para venderlos en la feria. La amistad entre ellos surgirá de
un modo lento y natural, construyendo una relación preciosa en la que ambos
pueden ser ellos mismos sin miedo a que el otro vaya a juzgarle.
Además de la historia y los personajes, que son una
maravilla, como guinda del pastel hay que decir que está escrito por Katherine
Applegate. Ya he escrito por aquí más veces que el estilo de Applegate me
encanta. Igual ya no sé ser imparcial con ella, pero es que a cada libro que leo suyo más me enamora. La ternura que imprime a los personajes, la magia que desprenden las
palabras, cómo utiliza una trama con fantasía y una narración de cuento de
hadas para hablarnos de un tema real, actual y muy grave...
Porque Willodeen es una preciosa oda a la
naturaleza, a la tierra… pero también un recordatorio (y un poco una regañina) para
los humanos, que muy a menudo se nos olvida que somos meros invitados aquí, que
no somos los dueños de nada y que deberíamos cuidar mejor nuestro entorno y al
resto de criaturas con las que convivimos. Que nos lo estamos cargando todo y
que con ello nos estamos destruyendo incluso a nosotros mismos sin darnos
cuenta.
«La tierra es vieja y nosotros no, y eso no lo debemos olvidar.»
El libro trae ilustraciones maravillosas en blanco y negro,
de la mano de Charles Santoso.
Willodeen es un middle grade imprescindible,
tierno y precioso. Me parece que no hace falta decirlo, pero por si acaso: lectura
recomendadísima.
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