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OPINIÓN Y ENTREVISTA A DIMAS PRYCHYSLYY POR NO HAY GACELAS EN FINLANDIA

Mario, dependiente de una librería y recién despedido, pasa las ocho horas de su jornada no laboral en el metro. Ha encontrado en el suelo de un vagón un papel con algo escrito: la lista de la última compra que uno hace en la vida. Tiene que verlo Damián, aspirante a escritor en los ochenta, que decide solicitar la ayuda de Claudia, cuyo trabajo es suplantar a algunos autores en sus redes sociales. Hay una marca en el papel que le resulta familiar y… Aquí empieza la búsqueda que los llevará hasta Olvido, bibliotecaria cómplice; a Aurelio, comisario de policía letraherido, y a Ástrid Lehrer, personaje en busca de autor.

Y mientras estos personajes «que no son capaces de separar el disfrute que les da la ficción del disfrute que les da hurgar en las vidas ajenas» se dedican a hacer de detectives salvajes, Misha batalla con su identidad sexual; su M., Isolina, con el abandono a través de una malsana relación con la comida que comparte con Antonio y Bea, y Zhora, encerrado en su casa, se ha bajado del mundo. Muy cerca de él vive Mar, una anciana de 99 años, contrapunto de paz y comprensión en el que encuentran consuelo los perdidos. Incluido el lector.

 

Aunque no me parece que la portada de este libro sea especialmente bonita, creo que el conjunto, irremediablemente, entra por los ojos. El título. La silueta de la chica. ¿De qué narices va esto?

Y esa sensación se mantiene cuando empiezas a leer. Quizá es eso lo primero que engancha de este libro: la incertidumbre. Y después, esa sensación de desconcierto incluso se agrava cuando conoces a los once narradores.

Sí, sí. ONCE narradores. Once personajes extravagantes y, aunque con aspectos en común, totalmente distintos entre sí. Creo que Dimas Prychyslyy ha hecho un trabajo impresionante manejando a tantos personajes a la vez y consiguiendo que cada uno mantenga su propio tono narrativo de un modo tan claro, que sin siquiera leer el nombre del narrador de ese capítulo, en cuanto empiezas con lo que cuenta, ya sabes quién es.

A través de estos once narradores, conocemos lo que podríamos llamar dos grandes historias, formadas por las historias pequeñitas de cada uno de ellos. Y es fascinante como, a medida que lees, pasas de esa sensación inicial de desconcierto a ver la luz. Las historias que parecían independientes se van entrelazando y cuando quedan apenas unas pocas páginas y piensas que algo va a quedar descolgado, te sorprendes comprobando que no, que todavía faltaba un último detalle.

Es muy difícil definir este libro. Podría decir que la trama principal gira en torno a la investigación de un pedazo de papel encontrado en el suelo de un vagón de metro. Pero hay tantísimos hilos alrededor de esto (un chico que no sale de casa, una anciana que hace arte con bolitas de papel, una práctica fetichista, una mujer librándose de los objetos que ya no le hacen feliz, una máquina de escribir...) que al final el libro es una especie de mosaico, de esos que de lejos muestran una imagen grande, pero si te acercas compruebas que en realidad están formados por un montón de imágenes diminutas.

Los capítulos son bastante cortos y el cambio de tono de unos a otros le dan un ritmo muy ágil.

Además, contiene elementos de géneros tan variados como la novela negra, el thriller, la comedia, la romántica, el relato corto, la narrativa costumbrista… Imposible de etiquetar. Y así mucho mejor.

Junto a todo esto, el autor aún tiene tiempo de tratar problemáticas y temas importantes como la soledad, la incomunicación, la búsqueda de la libertad o la reivindicación de la propia identidad.

No hay gacelas en Finlandia ha sido una lectura muy sorprendente, adictiva y diferente. Un libro redondo. Creo que nunca había leído nada similar y lo he disfrutado mucho.




Hola, Dimas. Bienvenido a Paseando a Miss Cultura y muchas gracias por concederme la entrevista. Lo primero: ¡enhorabuena por tu premio «25 Primaveras»! ¿Cómo te sentiste cuando te dieron la noticia?

La verdad es que me puse histérico. Luego la cosa mutó a felicidad y más tarde a miedo.

Antes de entrar en la novela, ¿podías decirnos quién es Dimas Prychyslyy, según Dimas Prychyslyy?

Una mamarracha que escribe. Preguntarle a Prychyslyy sobre Prychyslyy no es buena idea.

Y ahora la novela. Reconozco que tengo una relación complicada con las etiquetas respecto a la literatura y de hecho a tu novela no me atrevería a ponerle ninguna porque tiene elementos de tantos géneros que sería muy injusto encasillarla en uno solo, pero, si tuvieras que definirla en un par de frases ¿cómo lo harías?

No sé, eso debería hacerlo el lector, o tú, o el que sea. Yo ya tengo bastante con escribir. No es una novela de género, ni generacional, ni va sobre las redes sociales, que es lo que se ha dicho por ahí. Es una primera novela, eso ya de por sí es un género.

Personalmente, lo que más me ha fascinado ha sido el manejo extraordinario que haces de los personajes. Un elenco de lo más variopinto, cada uno con su tono personal y encima perfectamente creíbles. ¿Cómo fue el proceso de darles vida?

Complejo y agotador. No creo que me vuelva a meter en semejante berenjenal. Uno decide ponerse a prueba, superarse, intentar estar a la altura, y eso es aún más agotador. Reconozco que con algunos me divertí y a otros quería matarlos. Que eso salga de uno da un poco de jindama, es como un exorcismo innecesario.

¿Y alguno se te desmadró y te obligó a llevarle por un camino que no tenías previsto al principio?

Sí, hay uno que claramente se desmadra, pero ese es su papel, él lo maneja todo, incluyendo mi novela. Hay otra que simplemente desaparece, está muy ocupada como para perder el tiempo en mi novela.

Mis novelas favoritas son esas en las que los personajes son quienes tienen el mayor peso narrativo y tú lo has llevado al extremo. No solo son ellos quienes crean la trama, sino que asumen en sus propias carnes temas y problemáticas tan importantes como la soledad, la discriminación, la libertad sexual, la reivindicación de la propia identidad… ¿tenías como objetivo específico tratar estos temas o fueron surgiendo porque la trama así lo exigía?

Todo lo que se trata en la novela estaba cuidadosamente pensado de antemano, los temas, los perfiles de los personajes, la trama… Sí es verdad que el texto te va pidiendo cosas a medida que lo vas escribiendo, hay una parte que es imposible de controlar.

No hay gacelas en Finlandia. En un momento dado de la lectura se entiende el título, pero ¿podrías contarnos de dónde surgió la idea de llamar así a la novela?

De una conversación, fue accidental, pero al oír esa combinación de palabras me di cuenta que era la metáfora perfecta, una metáfora frívola y simpática que representa la búsqueda de la libertad. Toda metáfora es eso: una insólita combinación de palabras que crea una nueva realidad.

En la historia tiene bastante importancia la literatura y el mundo del libro. ¿Cuáles son tus referentes literarios?

La lista podría ser infinita. Pero en esta novela he bebido de autores como Andrés Neuman, Elorriaga, Fernandez Mallo, etc. Luego hay autores de fondo, que de tanto haber leído se te queda una especie de tono involuntario, como Eduardo Mendicutti, por ejemplo. Hay muchos que me gustan y que admiro, sobre todo latinoamericanos. Ya te digo la lista podría ser infinita. Hay que leer Tirante el Blanco de Martorell y Tristan e Iseo de Beroul, pero también El amante de Duras o Mis padres de Hervé Guibert. Hay que leerlo casi todo y luego, sobre esas lecturas, labrarse un camino.

He visto que antes de esta novela, has publicado poesía y relatos cortos. ¿En qué género te sientes más cómodo?

Cada género tiene su momento y su tema. Es difícil de explicar, pero si escribes muy fácil de saber. Es como la música, un día te pones a Wagner y otro a las Nancys Rubias.

Y por último… el modo en el que está escrita y estructurada la novela me ha parecido muy visual. Tanto, que casi parece una serie televisiva. Si fuera una serie… ¿qué banda sonora le pondrías a la cabecera de los capítulos?

Eso es culpa del adoctrinamiento audiovisual que estamos padeciendo, ahora todo se parece a una serie. Lo fragmentario, la novela fragmentaria es anterior a las pantallas. La primera pantalla fue un libro. Son once personajes y cada uno podría tener una banda sonora específica, te diré un par de ellas. A Mar le podría algo elegante y festivo, los cuplés de principios del siglo pasado, algo así como Las tardes del Ritz. A Mario le va bien la música de Vinicio Capossela. A Claudia la de Vaya por Dios. Y a Misha algo de M83 o Moses Sumney.

¡Muchas gracias por la entrevista!

Gracias a ti.


Opinión de Inés Díaz Arriero

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