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ENTREVISTA CON EDUARDO VIEITEZ (DIRECTOR DEL CORTOMETRAJE MAMA)

 


El verdadero relato de Rabah, una adorable niña siria, con una vida estupenda, rodeada de una maravillosa familia y la increíble historia que hace que acabe completamente sola, rogando por refugio en Turquía. Es solo una de miles de historias que han ocurrido y siguen ocurriendo ante la pasiva mirada de los países desarrollados, más preocupados en levantar más y mejores fronteras, que en abrirlas a aquellos que realmente lo necesitan.


Trailer Mama from Eduardo Vieitez on Vimeo.

- Mama, está basada en una historia real, conociendo de antemano este dato ¿Qué te supuso dirigir este corto? (sabiendo que estaba basado en una historia real, tuviste mayor presión por eso) ¿Cómo llego hasta tí esta historia?

¿Crees que estamos olvidando la guerra de Siria? O ¿Por qué crees que ya no se habla?


Para explicar como me llega la historia, tengo que contar que yo soy director de campañas internacionales de publicidad, dirijo anuncios por todo el mundo. Esta historia me llega porque el gobierno de Erdogan, a través de una agencia de publicidad turca, me pide que dirija una campaña de publicidad para promocionar la candidatura de la ciudad de Kilis al Premio Nobel de la Paz. Mi buen amigo y productor Mert Canatan me ofreció el trabajo y me ayudó a condicionar aceptar el encargo a que nos dejasen hacer un cortometraje con la historia, porque me parecía que merecía mayor metraje y difusión, y sobre todo quería despolitizar la historia, que no se la apropiase un grupo político.


Que fuera una historia real no me causó más presión, pero si me exigió mucho más, unos 4 meses de estudio intensivo sobre el conflicto Sirio, desde la arquitectura Siria para posteriormente recrear escenas en Turquía y construir decorados realistas, el estudio de la fisionomía, comportamiento y costumbres de la población local y sobre todo el estudio intensivo del conflicto bélico, desde el tipo de armamento, el tipo de humo que dejan las explosiones, hasta la barbarie que sufre la población civil. Además de vivir en un pueblo bombardeado diariamente por ISIS, coincidió durante mi estancia en Turquía el golpe de estado contra Erdogan. Me marcó mucho toda la experiencia, me cambió como persona, lo pasé mal durante un año después de rodado el cortometraje, no estamos preparados para digerir toda esa información en tan poco tiempo. Desde la comodidad en Europa, pasar a convivir con la muerte tan a diario es un choque muy duro.


Estamos olvidando la guerra de Siria. Vivimos en la sociedad del titular corto más original e impactante, nos informamos a través de redes sociales, leemos posts de unas decenas de caracteres, y cuando algo ya nos suena, lo descartamos porque no es original, no tiene “actualidad”, lo vemos viejo. La guerra siria sigue en curso, va para 10 años, y si preguntamos en la calle, la mayoría de la gente piensa que es algo del pasado. Para la mayoría de la población europea es algo que sucedió cuando hace 4 ó 5 años los telediarios usaron las imágenes para conseguir más audiencia, hasta que el tema ya les resultó manido y buscaron nuevas noticias para sorprender a su audiencia.


- El cortometraje está narrado bajo la mirada de una niña (Rabah) y su inseparable muñeca ¿Tenías claro desde un primer momento que ella fuese la protagonista y narradora?

Aunque la protagonista tiene que crecer de golpe, la muñeca siempre va con ella ¿es una metáfora de la niñez? ¿de haber crecido de golpe, pero no quererse desprender de los recuerdos...del miedo a olvidar?


Mama’ es una historia en primera persona, desde que me llegó no concebía otra manera de contarla que a través de los ojos de la protagonista. Rabah representa a toda una generación de niños sirios a los que les han robado la infancia por un puñado de dólares, que es a lo que al final se reduce el conflicto. Es un crimen imperdonable, que hemos contemplado sin actuar de verdad. Son niños que en sus pocos años de vida han sufrido más de lo que probablemente lo hagamos muchos de nosotros en toda nuestra vida. Son niños con mirada de adulto.


Cuando estaba entre los refugiados tuve la sensación de que el único vestigio de infancia que les quedaba a los niños con los que pude interactuar, era algún objeto que conservaban, un balón, un osito de peluche o una muñeca como en el caso de la protagonista. Me marcaron los cientos de cartas que pude leer de niños refugiados sirios escritas al gobierno turco, en las que lo único que pedían era volver a sus casas, volver a la felicidad que alguna vez vivieron. De alguna forma interpreté que esos juguetes a los que se aferraban representaban su vida pasada, su casa, su infancia perdida, su felicidad robada.




- Una de las cosas que más me impactó entre otras cosas fue: el modo en el que los planos y los colores cambian de una escena a otra, el modo en el que la narración cambia, pero sin perder ni una pizca de humanidad y como si el espectador fuese testigo mudo de la guerra ¿era tu idea?


Esa era precisamente la intención de la fotografía. Contar la historia en primera persona para que el espectador viese a través de la niña y usar los colores para transmitir las sensaciones y estados de ánimo, como ocurre en la realidad. Nuestros recuerdos tristes son fríos y grises, los alegres coloridos. De un mundo colorido y feliz, Siria pasó en un momento a un mundo frío y pos apocalíptico, necesitaba mostrar ese viaje emocional que estudié concienzudamente con mi amigo Hayk Kirakosyan (DOP).


- La música del cortometraje, me hizo estremecerme en muchas ocasiones, por no hablar de cuando ella dice una sola palabra: mama. Estas dos contraposiciones me llamaron la atención. ¿Sabías en que momento, la niña diría la palabra mama? ¿Cómo crees que el espectador vivirá esos silencios de la niña, unidos a una increíble banda sonora? (en un mundo en el que estamos acostumbrados a hablar).


Quería ser lo más fiel posible a la realidad. Por la investigación que hice, el drama de la guerra es silencioso, no se habla mucho y el dolor te hace introvertido, en los viajes de los refugiados no se habla, cada uno masca la pena en su cabeza. Solo se dice lo verdaderamente necesario. Los sirios y en especial los niños que llegaban a los campamentos de refugiados que vi, eran personas sin emociones, como si hubieran congelado los sentimientos para no sufrir más, solo con el tiempo iban recuperando su vida social. Intuí que este viaje de Rabah debía hacerse en silencio.


La banda sonora efectivamente es maravillosa, obra de Rahman Altin, que en todo momento apoya ese viaje emocional. Quería que el espectador viviese esos largos silencios que vivió la protagonista, solo guiados por la música, que la audiencia tuviese tiempo para meditar la historia mientras sucedía. El diseño de sonido también refuerza el realismo. Dentro de esta sinfonía de música, efectos de sonido y silencios, efectivamente contábamos con la niña despidiéndose de su madre por última vez, diciendo la palabra ‘mama’, con esa madurez inapropiada para su edad, aceptando que deja su vida atrás.


- Como describirías Mama con: un color y con un adjetivo.


Para mí Mama es de un color inhumano, para mí es gris, un gris frío, desangelado, el gris de millones de toneladas de escombros en los que ha quedado reducido Siria y las vidas de sus habitantes, del metal de las armas y frío como el comportamiento de todo el mundo hacia un pueblo que parece que hemos dado por hecho que es normal que sufra, nos hemos acostumbrado a su dolor y lo aceptamos como algo normal. 

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