Ross es un chico normal que debe enfrentarse a una situación extraordinaria. Un día, le diagnostican cáncer de ojo y, a partir de ese momento, su vida cambiará por completo.
Descubrirá que hay partes de él que se alterarán, pero también sus amigos, sus compañeros de colegio, su familia… Todos mirarán al «niño con cáncer» como un bicho raro y solo él podrá tomar la decisión más importante posible: demostrarse a sí mismo y a los demás que es capaz de escribir su propia historia.
Basada en la experiencia real del autor y llena de viñetas cómicas protagonizadas por el insólito superhéroe Baticerdo, esta inolvidable, divertidísima y conmovedora novela es una inspiradora historia sobre cómo hallar la magia y la alegría ante las adversidades de la vida.
Esta novela me ha sorprendido mucho, lo reconozco.
Cuando Gran Travesía nos habló de ella, estuve
dudando bastante sobre si lanzarme a leerla o no.
Me daban miedo varias cosas:
1. Que fuera demasiado dura porque, teniendo en cuenta el
tema que trata, hubiera sido muy sencillo recurrir a la parte más dramática y a
buscar las lágrimas del lector.
2. Que tratara el cáncer con lenguaje bélico.
3. Que estuviera lleno de frasecitas edulcoradas e
hiperfelices totalmente ajenas al mundo real.
Al final, gracias a lo que la editorial contó sobre el
libro, me decidí a darle la oportunidad. ¡Y no sabéis cuánto me alegro! Porque
no solo no me he topado con ninguno de mis temores, sino que ha sido una
lectura que me ha gustado mucho, que me ha entretenido y que incluso me ha
sacado más de una sonrisa.
Nuestro protagonista es Ross, un niño corriente que un verano
empieza a tener síntomas raros en uno de sus ojos. Los peores pronósticos se
cumplen y le diagnostican un tipo de cáncer muy poco frecuente, pero muy
agresivo. A partir de entonces, le acompañamos a través de las visitas a los
especialistas y del tratamiento de radioterapia. Nos cuenta sus miedos, cómo los
efectos secundarios se van presentando progresivamente, cómo tiene que cambiar
sus hábitos para adaptarse a las nuevas necesidades que van surgiendo y los
sentimientos encontrados que le provoca ir tachando días del calendario, días
que le acercan cada vez más al final de la terapia.
Pero Ross es un NIÑO. Y, más allá de su enfermedad, sigue
siendo un niño y sigue haciendo cosas de niños y teniendo ocurrencias propias
de un niño, que deja caer en la narración, dándole un tono fresco y ligero.
Así que en Guiño también conocemos a la familia
de Ross, a sus amigos de toda la vida y a algunos nuevos, a sus compañeros de
colegio, a sus profesores… Además, nos enteramos de que le gusta jugar a
videojuegos, tomar batidos de helado, comer con su mejor amiga en el exterior
del colegio, que es muy bueno dibujando y que, lamentablemente, como muchos
otros niños en todas partes del mundo, también tiene que enfrentarse a la lacra
del acoso escolar.
Por suerte, Ross encontrará en la música un refugio
extraordinario en el que sentirse libre, divertirse, compartir y poder
descargar la ansiedad, la furia y las frustraciones.
Rob Harrell es
escritor y dibujante, por lo que le presta a Ross no solo sus propios recuerdos
acerca de la enfermedad, sino también su pluma para dar vida a un superhéroe de
lo más particular: Baticerdo. El libro está salpicado de algunas ilustraciones pequeñitas
y de tiras de viñetas en las que Ross hace que su Baticerdo se enfrente a
monstruos y peligros sacados de sus propios miedos y que los derrote para
salvar al mundo de sus garras.
Guiño ha sido una lectura muy entretenida y amena. Aunque ha
habido alguna escena (quizá un par o tres, como mucho) que me han creado un
poco de zozobra porque soy muy aprensiva con ciertos temas hospitalarios, me ha gustado mucho y me ha sorprendido porque no me esperaba una historia tan agradable de leer, tan entrañable y que incluso me hiciera sonreír en algunos puntos. Narrada con un tono
desenfadado e inocente, pero totalmente creíble, acompañamos a este niño a
través de su día a día, donde hay momentos mejores y peores, se topa con sus
frustraciones, comprende el verdadero sentido de la amistad y descubre el poder
del arte como vía de desahogo.
No me importaría leerla si se cruza en mi camino. Más cuando me has quitado los posibles miedos que pudiera tener.
ResponderEliminarBesotes!!!