En pleno mes de junio, las aguas del Sena suben por sorpresa y amenazan con inundar París. Se rumorea que junto a los muelles están desapareciendo personas. Pero Gaspard Snow, un músico en bancarrota, se empeña en seguir la pista de un canto melancólico hasta la orilla del río, donde encuentra a una criatura malherida. Lo increíble parece cierto: es una sirena y se llama Lula.
Sin otra posibilidad que esconderla en casa e intentar curarla, nada puede salir según el plan previsto. Porque todos los hombres que oyen cantar a Lula mueren en menos de tres días. Y porque Lula también tiene los días contados fuera del agua.Con esta grandiosa fábula moderna, Mathias Malzieu reivindica el poder de la imaginación en una época oscura.
Al abrir Una sirena en París nos situamos en
una ciudad que se está ahogando bajo una tormenta muy poco convencional. El
Sena se está desbordando e incluso están empezando a desaparecer personas. Y en
medio del inusual oleaje se encuentra el Flowerburger,
un barco que esconde en el interior de su casco un club muy peculiar del que
Gaspard es el heredero.
Nuestro protagonista, al que quise mucho desde el minuto uno
porque el hombre va siempre en patines a todas partes, escucha un canto triste
y lo sigue hasta encontrarse con Lula, una sirena herida. A partir de entonces,
entre los dos comenzará una dinámica peligrosa en la que ambos corren peligro
de matarse mutuamente mientras no hacen otra cosa que intentar salvar al otro,
mientras protagonizan una serie de escenas de lo más extravagantes.
Sin llegar a poder clasificarse dentro de la prosa poética,
el París que nos presenta Mathias
Malzieu parece sacado de una pintura (yo no hacía más que pensar en El jardín de las delicias de El Bosco)
lleno de elementos que evocan sensaciones más allá de las visuales: los
colores, las texturas y, de modo muy especial, los sonidos. Me ha encantado esta
manera tan bella de escribir porque el autor, más que contar, nos muestra un
lienzo de París en el que los personajes conviven y se mueven al ritmo de acordes de ukelele.
Los personajes también me han parecido maravillosos:
· Gaspard, el protagonista, es un coleccionista de recuerdos, un
romántico al que le han roto el corazón tantas veces que cree que ya es inmune,
pero que sigue aferrándose a la imaginación y al entusiasmo para salir
adelante, incluso cuando viéndole desde fuera nos parece que todo está perdido
para él.
· Lula, la última sirena que queda en el mundo, tan herida que
siempre ataca antes de que puedan intentar hacerle daño, pero que poco a poco
volverá a contemplar la posibilidad de que el amor exista de algún modo.
· Rossy, la vecina, al principio no me gustó, porque es la
típica cotilla que se tiene que meter en todo, pero al final me sorprendió
mucho para bien.
· Y Milena, que encarna la esperanza del perdón, de olvidar para
no convertirse precisamente en eso que tanto odia.
Una sirena en París ha sido una lectura que me ha gustado
muchísimo y se ha convertido en mi favorita del autor con mucha diferencia. Es
un cuento de hadas moderno, situado en un París que podría ser el de ahora
mismo, con un protagonista que nos enseña que si mantenemos fuerte la ilusión y
la imaginación, incluso en los momentos más negros, es posible encontrar esa
lucecita para salir adelante.
Por cierto, la adaptación
al cine del libro se estrena en marzo y ha sido dirigido por Malzieu que
además se encarga de la banda sonora. ¡No os la perdáis!
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