¿Qué pasaría si las hermanas March, las queridas protagonistas del clásico Mujercitas, hubieran nacido en una sociedad totalitaria?En la ciudad ideal de Concordia todos son Buenos Ciudadanos. Hacen su vida y su día a día es plácido y sin sobresaltos, al menos, mientras obedezcan las normas y al gobierno que les vigila en todo momento.Entre los Buenos Ciudadanos de Concordia, la familia March es una de las más respetadas y las hijas de la familia son todo lo que se espera de ellas: talentosas, dóciles, buenas hermanas y buenas ciudadanas, pero todo esto cambiará en cuanto comiencen a ver las fisuras del sistema, en cuanto comiencen a preguntarse si ese mundo en el que viven es tan ideal como parece.
En Buenas Hermanas nos encontramos
dentro de un retelling de Mujercitas,
con una ambientación propia de 1984 de George Orwell y salpicada de
algún otro elemento que me ha recordado a otras distopías que he leído durante
los últimos años, como, por ejemplo, Flawed de Cecelia Ahern.
Nada más abrir el libro nos situamos en el corazón de
Concordia, una ciudad habitada por Buenos Ciudadanos que se esfuerzan por
seguir las enseñanzas del Libro y mostrarse siempre rectos y adecuados delante
de las cámaras que todo lo ven desde los postes que hay sembrados por las
calles. Toda la sociedad vive en una rutina perfectamente establecida, donde
incluso las “celebraciones” forman parte de la disciplina “aceptada
voluntariamente por los ciudadanos” por su propia seguridad. Eso en teoría,
porque pronto nuestros protagonistas empezarán a cuestionarse si la vida que
conocen desde que nacieron es realmente lo que aparenta.
Aunque aparecen varios personajes que podrían considerarse
principales, los protagonistas absolutos son Amy March, Jo March y Teddy
Lawrence. Ellos tres (sobre todo las dos hermanas), a través de su día a día,
de sus jornadas laborales, de sus relaciones con otros personajes y de los
descubrimientos que van resquebrajando las ideas que llevan grabadas a fuego,
son los que cargan con el peso de la historia. También son a los que mejor
conocemos a lo largo de la lectura. El resto de personajes quedan un poco más
desdibujados: Marmee, Meg, tía March y John Brooke han sido algunos de los que
me he quedado con ganas de conocer más en profundidad.
La historia avanza al mismo ritmo pausado que la propia vida
en Concordia. Una cosa que me ha
gustado mucho, porque siempre resta monotonía y me parece que enriquece mucho a
una novela, es el cambio de punto de vista.
A lo largo de un mismo capítulo, el narrador en tercera persona sigue a
uno u otro personaje, en función de la escena que corresponda.
Otra de mis cosas preferidas ha sido el personaje de Amy
March. Aunque Jo es mi mujercita predilecta
entre las hermanas March originales, en Buenas Hermanas, para mi gusto, le
roba todo el encanto su hermana pequeña. Amy me ha parecido el personaje más
completo y más complejo, el que se enfrenta a los conflictos más difíciles con
más inteligencia y la que sale siempre más airosa de todas las situaciones.
Para esta lectura iba con las expectativas por los cielos.
No es ningún secreto que Costa Alcalá
son unos de mis autores preferidos de los últimos tiempos (este es el quinto
libro suyo que leo este año, contando las relecturas que hice los primeros
meses). Además, había mucho hype con el tema de la reinterpretación de Mujercitas.
Quizá por eso, al final, no ha terminado de ser todo lo que esperaba y me he
quedado más bien con una sensación que podría explicar como la de estar contemplando
desde arriba el día a día de una ciudad en miniatura.
En especial, ha habido dos cosas que han supuesto los
grandes «peros» para mí:
La primera, la cantidad de erratas de edición que tiene el
libro, sobre todo palabras que faltan o sobran en las frases y que me han
molestado una barbaridad, especialmente en determinados capítulos.
La segunda, el final. Tanto si hay continuación (cosa que
también me daría rabia porque detesto leer un libro pensando que es
autoconclusivo y que de repente no lo sea) como si no, el final me ha dejado
fría. Después de más de quinientas páginas, prácticamente no se resuelve nada,
pero tampoco queda abierto como para dejarme cavilando qué va a pasar.
En resumen, Buenas Hermanas ha sido una lectura
que me ha gustado, pero sin más. No me arrepiento de haberla leído, para nada,
pero lamentablemente tampoco puedo decir que me haya encantado.
Da mucha pena lo de las erratas. A ver si lo corrigen en una futura revisión. No es una historia que me llame mucho, así que lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Lo tengo súper pendiente y espero leerlo antes de que termine el año, pero no sé qué me parecerá a mí porque estoy leyendo todo tipo de opiniones... pero tendré que ponerle remedio pronto, ¿no? :)
ResponderEliminar¡Besos!