Iván es un poderoso pero tranquilo gorila espalda plateada que vive en el centro comercial Gran Circo. Allí se ha acostumbrado a los humanos que lo observen a través de las paredes de cristal de su jaula, y rara vez echa de menos su vida en la selva. De hecho, casi nunca piensa en ello. Cuando conoce a Ruby, una bebé elefante que ha sido apartada de su familia, Iván comienza a ver su hogar de una forma distinta.
Tengo tantas cosas que decir sobre este libro, tantas
sensaciones que me gustaría compartir, tantos detalles que analizar… que si los
dejara todos por aquí casi sería más larga la reseña que la novela. Y es que
parece mentira que un libro tan (aparentemente)
sencillo pueda guardar tantísimos matices dentro.
En El único e incomparable Iván nos
encontramos con una pareja de pirados que deciden que es buena idea comprar un
gorila para criarlo como si fuera su bebé. Antes de llegar a sus despreciables manos,
Iván había sido arrancado del lado de su madre en la selva, donde había nacido
en libertad y donde debería haber permanecido durante toda su vida. En lugar de
eso, crece encerrado en un piso, llevando ropa, bebiendo refrescos y asistiendo
al cine porque a los humanos que lo compraron les parece muy gracioso ver las
reacciones de la gente cuando lo presentan como su hijo. Como es lógico, el
gorila crece y la casa no, por lo que empieza a no parecer demasiado factible
que siga viviendo allí. Cuando la situación se vuelve insostenible, Mack (el
humano en cuestión), se compra un centro comercial y monta dentro una especie
de circo en miniatura, con Iván como superestrella. El inocente gorila vive
allí, dentro de una jaula de cristal, durante años, convencido de que esos son
sus dominios y que Mack es su amigo. Sin embargo, cuando una nueva bebé
elefante llega al circo, la realidad empieza a aparecer ante los ojos de Iván,
mezclada con los escasos recuerdos que le quedan de los pocos días que pasó en la
selva.
La novela está narrada por Iván, a través de lo que se
podría ver como una especie de diario donde el gorila va plasmando lo que
siente, lo que ve y las cosas que va descubriendo a medida que pasan los días.
El tono es muy middle grade, pero es que no podría haber sido de otro modo,
porque justo ese tono deja ver a la perfección la inocencia y la ausencia total
de rencor del animal, a pesar de la durísima vida a la que ha sido condenado. Los capítulos son muy cortitos, de apenas un par de páginas cada uno o menos, pero lo que cuenta es tan importante que cala sin darte tiempo a prepararte para todas las lecciones que vas a recibir durante la lectura.
Los personajes de George (el empleado de mantenimiento del
circo) y su hija Julia me han encantado. Ella es esa niña que personifica la
esperanza, una pequeña lucecita en medio de la negrura del mundo. Julia es una
artista y además entiende a los animales, los quiere y está dispuesta a
defenderlos. George es ese adulto que ve lo que le rodea sin ser realmente
consciente de lo que está pasando, hasta que empieza a mirarlo a través de los
ojos de su pequeña y la visión cambia por completo, volviéndolo valiente a
pesar de que su situación no es especialmente sencilla.
La única pega que se me pasó por la cabeza durante la
lectura fue que en un momento dado parecía que se defendían los zoológicos, cosa que no me encajaba con todo lo demás. Sin
embargo, más tarde el propio Iván añade una serie de «condicionantes» cuando
dice que sabe que el zoo no es más que otra jaula, pero que al menos allí le
cuidan, hay otros como él y tiene espacio para moverse. Sabe que no es lo
ideal, es consciente y lo deja claro para que todos seamos conscientes, pero lo
ve simplemente como la mejor opción a la que podría optar después de toda una
vida criado en cautividad y privado de la experiencia de relacionarse de manera
natural con el entorno al que debería haber pertenecido.
En relación a esto, quizá porque me ha tocado trabajar mucho
y formarme para rehabilitar a un animal maltratado, me llamó mucho la atención
la sutil mención a la educación en positivo en contra del brutal adiestramiento mediante
castigo que todavía, desgraciadamente, está a la orden del día.
El único e incomparable Iván es una novela maravillosa, entrañable,
dulce y dura, que pega muy fuerte por dentro y que debería ser lectura
obligatoria para ver si así empezaba a cambiar la mentalidad de algunos.
No sé
cómo lo hace, pero, a pesar de estar contando una realidad terrible, Katherine Applegate consigue
transmitirla con ternura e incluso con algún pequeño toquecito de humor.
Eso
sí, acabé llorando a lagrimones como una fuente.
Cinco (mil) estrellas para esta lectura.
PD. Aunque la novela es ficción, Iván existió de verdad. De
hecho, murió hace solo unos pocos años, en 2012, a los cincuenta años de edad,
después de haber pasado más de la mitad encerrado en la jaula de un centro
comercial. Tenéis su historia por aquí si queréis leerla.
PD2. Tengo entendido que Disney va a hacer la película. Ojalá la haga bien.
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