- Antes que nada felicitarle por la novela¿Cómo fue crear un ambiente que incluso con el paso del tiempo no se siguen cuestionándose temas sociales y los que lo hacen les cuesta obtener respuesta?
No
sé si acabo de entender la pregunta, pero creo que en los 70 sí se
cuestionaban temas sociales. El barrio mantuvo una lucha constante
para conseguir escuelas y todo tipo de servicios, y sus habitantes se
implicaron de manera muy activa en huelgas y reivindicaciones de todo
tipo. Lo que sucede era que las preocupaciones de entonces eran
distintas y hay temas que no figuraban en sus agendas. Sí que es
cierto que, en mi opinión, vivimos ahora unos momentos mucho más
individualistas, sobre todo en la esfera laboral. Antes podía
organizarse una huelga por un despido injustificado; ahora, con la
crisis vivida, más bien tenemos miedo a perder el puesto de trabajo
que tenemos si nos significamos para denunciar abusos. A cambio,
somos más capaces de luchar por temas amplios, como se ha visto en
el reciente 8 de marzo, que afectan a grandes colectivos.
-“Hay escenas que pasan a formar parte del paisaje del barrio y de la misma manera nos acostumbramos a eludir” Esta frase en su libro es muy significativa y da en el clavo en toda la historia pero ¿Qué paisaje del barrio le costó más eludir o le costó más dar forma como escritor?
La
verdad es que no me costó ninguno en especial. Es un barrio que
conocía bien y eso siempre te ayuda a encontrar los rincones
adecuados. Por otro lado, aunque la geografía del barrio es
importante, a mí me interesaba más la parte humana y recrear el
espíritu de una época, y eso siempre resulta difícil. Hay que
esquivar la nostalgia que embellece los recuerdos y tratar de ser
honesto y no juzgar a los personajes, que a veces actúan siguiendo
una ética que hoy cuestionaríamos totalmente. Hay que ser fiel al
lugar pero también a los tiempos.
-¿Cree que la palabra “lealtad” ha caído en desuso y a su vez las personas no son “leales” como lo eran antes? ¿Por qué las amistades de antes eran de cine del tipo “Cuenta conmigo” y las de ahora se desdibujan antes?
La
palabra ha caído en desuso, yo creo que es obvio. De hecho suena
casi a juramento medieval… Y sin embargo la lealtad era importante
en la infancia: tu amigo/amiga te defendía y estaba a tu lado de
manera incondicional. De todas maneras, aunque la palabra en sí se
use menos, yo creo que sigue siendo importante. Hay buenos amigos
ahora también.
- ¿Qué personaje de su libro del pasado o evocando el pasado tomo vida ante sus ojos (en carne y hueso) sin usted saberlo?
Todos
acaban tomando forma, como si fueran reales, no sabría escribirlos
si no fuera así. Incluso los más desagradables, aquellos a quien no
querrías conocer nunca, tienen que parecer seres vivos para que el
lector se los crea.
-¿Cómo es rebelarse contra la tristeza para usted y como escritor crear un personaje como lo es “el moco”?
El
Moco, Juanpe Zamora, es un personaje entrañable. En la novela se
dice que al nacer le entregaron una baraja en la que faltaban los
cuatro ases, y eso siempre ha despertado en mí una gran ternura. Por
supuesto que comete errores, no es un tipo fuerte, carga con
demasiados conflictos y con un pasado muy duro, pero me gusta de
Juanpe su empeño en recuperar la amistad y en conservar casi siempre
un punto de esperanza: va a una entrevista de trabajo, desea salir
del agujero donde se ha metido, intenta conservar la cordura… pero
necesita mucha más ayuda de la que recibe.
- ¿Cree usted que las costumbres se resisten a cambiar?
No,
yo creo que hemos vivido grandes avances en muchos temas, y creo que
en la novela se percibe sobre todo en las relaciones familiares. La
relación que tienen Miriam y Iago hubiera sido impensable entre ella
misma y su madre, o entre Víctor y Anabel, por poner dos ejemplos.
Lo que sucede es que a veces no nos damos cuenta de lo mucho que
cambian las cosas hasta que las vemos juntas, una al lado de otra.
Por supuesto nos queda mucho por avanzar en bastantes temas, y hay
que seguir insistiendo, pero el cambio está ahí.
-En esta historia tenemos un narrador que hasta casi el final no conocemos y este libro esta dentro de un libro… ¿Tenía claro desde el principio que alguien no ajeno a la historia e importante iba a ser el “cotilla” que nos lo dijese casi todo? ¿Cómo fue dar vida a este libro dentro de otro que el personaje tenía entre manos?
Me
gustaba mucho la idea de introducir ese narrador “voyeur”, que lo
sabe todo y que observa desde la distancia, y que además pasa a
intervenir en un momento concreto de la novela. Ismael consigue darle
a la historia del pasado toda la intensidad de la primera persona y
una cierta objetividad, porque no es un protagonista directo sino un
testigo implicado. Por otro lado, su historia siempre aparece en el
primer capítulo de cada parte, para que los lectores no tengan
problemas a la hora de seguirla, y convenientemente fechada para que
resulte más identificable.
- En la historia del pasado el papel de la mujer esta presente pero silencioso y en la historia del presente la mujer como que tiene más voz aunque no existe la amistad o la camaderia de antes ¿Lo has querido hacer como reflejo de la sociedad actual? (un tirón de orejas)
No
sé si entre las mujeres de antes existía esa camaradería, fíjate
en el personaje de Rosi, a quien casi nadie echa una mano. En la
novela queda bastante claro que, aunque en los 70 las mujeres tenían
voz, al final eran los hombres quienes decidían, existía una cesión
por parte de ellas que los situaba a ellos al frente de las
decisiones importantes. Ahora, sin embargo, todo es distinto, y
Miriam es la gran prueba de ello: una madre soltera, con un buen
hijo, un padre enfermo y un negocio tambaleante… Ni siquiera ella
es consciente de la fuerza que tiene hasta que llega el final de la
novela.
- Si usted tuviese una voz interna o alguien del pasado que le dijese cosas o fuese su “pepito grillo”como cierto personaje ¿De quién sería esa voz?
Seguramente
sería la de mi padre, que falleció hace muchos años… pero en
realidad espero no oír voces, de verdad.
-Esta claro que en el presente los móviles pueden hacer mucho daño pero en el pasado ¿Era el silencio y el mirar hacía otro lado el que lo hacía?
Sí,
y la sensación de que algunos actos terribles eran “normales”.
Nadie cuestionaba demasiado al Cromañón, ni su acoso a Juanpe, de
la misma manera que nadie se metía en los asuntos de Juan Zamora y
Rosi. El “algo habrá hecho para que le peguen” es terrible y ha
costado años quitárnoslo de encima (si es que lo hemos conseguido
del todo, que tengo mis dudas).
-¿Quisiera añadir algo más a la entrevista o decir algo a los seguidores de la web?
Sólo
darte las gracias por el interés y saludar a los seguidores. Espero
que quienes se decidan a leerlo encuentren en “Tigres de cristal”
una historia humana e intensa que los seduzca hasta el desenlace.
-Fotografías de mi autoría