- Antes que nada agradecerte esta entrevista y felicitarte por tu premio y la novela.
¿Cómo sería un mundo en el que nos quitasen nuestro nombre y nos diesen otro? ¿Cómo sería el mundo si nos olvidásemos de nuestro nombre?
RESPUESTA:
Desgraciadamente, ese mundo ha existido. El ser humano es capaz de
procurar todo el bien y todo el mal a sus semejantes y la tortura de
suprimir el nombre, de negarla la primera palabra que es nuestra del
todo, la que nos nombra, ya fue utilizada por regímenes experto en
esa ingeniería de lo perverso. Los nazis, por ejemplo, tatuaban un
número en el brazo de los prisioneros. Los despersonalizaban así,
los convertían en una serie de cifras, aséptica, sin matices. Por
otro lado, en un convento que visité de niña en unas convivencias
me llamó la atención que las hermanas cambiaran de nombre al
ingresar allí. Dejaban atrás su pelo, su ropa, su familia e incluso
su identidad pasada. El nombre es una palabra y no hay ninguna
palabra inocente o vacía de sentido. Si te quitan o renuncias a tu
nombre estás transformándote en otro, en otra cosa. Un ser anodino
o distinto a quien hayas sido previamente.
Si
olvidáramos nuestro nombre dejaríamos de saber que alguien eligió
ese título para el libro que está por escribirse que todos somos al
nacer. Dejaríamos de saber cómo suena esa palabra cuando la
pronuncia quien nos ama o aquel que nos detesta. Perderíamos los
recuerdos que protagonizó ese o esa que se llamaba así.
- ¿Cómo has logrado que el convento de Santa Vela sea como la casa o fortaleza donde viven Mary Katherine y Constance? ¿Cómo ha sido dar vida a una casa que en si, es un personaje más?
RESPUESTA:
Me pareció muy divertido e incluso lógico plantear que la casa
respirara, supiera. Siempre he pensado que Manderley era quien más
sabía de Rebecca, el personaje que más cosas nos hubiera podido
contar de ella. Fue hasta cierto punto razonable que la casa donde
sucede la novela decidiera expresarse, lamentar en qué la habían
convertido. Ha sido interesante imaginar la perspectiva del edificio,
esa voz algo cavernosa, terriblemente cansada, omnividente. No quería
que sonara a voz humana, tenía que sonar de otra forma, porque una
casa por fuerza debe ver de otra forma que unos ojos humanos.
- En el libro aparecen varios animales como “el lobo” o “el cuervo” e incluso nombras a otros animales como “el murciélago” como aviso de cosas que van a ocurrir o como metáforas incluso de la vida de esos personajes ¿Era algo que tenías pensado introducir en la novela o te salió solo?
RESPUESTA:
Los animales son eternos secundarios nuestros, maltratados por lo
general en la vida por el ser humano que en teoría debería velar
por ellos, dado que es el único dotado de raciocinio. Me gusta esa
presencia misteriosa y enigmática de los animales que nos acompañan,
ese existir al margen de nosotros con sus propias reglas. Por otro
lado, en literatura dan mucho juego. Aportan significados
metafóricos, simbolismos que están en el subconsciente de todos.
Los animales en los bestiarios, en las fábulas, en los cuentos
tradicionales, son protagonistas definidos a partir de cualidades
positivas o negativas. He jugado a introducirlos como “extras”
en algunos casos, pero en otros, estoy pensando en el caso del lobo,
su aparición es esencial para que la novela se entienda plenamente.
El lobo es un animal bello y maldito, solitario, parecido al perro,
pero distinto al perro. Esa ambivalencia me venía muy bien para
construir a un personaje principal en la trama.
- En el libro se ve tu amor por la literatura y la biblioteca de la mansión tal y como la describes es maravillosa, si hubieses podido salvar un libro de las garras de Priscia que no se haya tirado al agua… ¿Cuál hubiese sido? Y ¿Por qué?
RESPUESTA:
Creo que me hubiera ahogado yo, de tanto dudar. Por decir algunos que
a mí me salvaron, que me abrieron puertas cerrada hasta entonces,
que me deslumbraron, te diría, por ejemplo, “Bella
del Señor”, de Albert Cohen,
una maravillosa historia sobre el amor y la destrucción, o “Ada
o el ardor”, de Nabokov, o esa
fábula sobre la inmortalidad y la igualdad de los seres humanos que
es “Orlando”
de Virginia Woolf.
Lo que hace este personaje con los libros ¿Ha sido un guiño a varios episodios drásticos de la historia en torno a la desaparición de libros?
RESPUESTA:
Claro, bien visto. Evoca la faceta salvadora, guardiana de la
cultura, que por una parte ha encarnado la iglesia. No habría
manuscritos de obras de incalculable valor si durante siglos no se
hubieran copiado a mano y custodiado en bibliotecas. Pero por otro
lado, la iglesia descubrió también el peligro cierto que escondía
la capacidad de leer. Si lees, piensas, discrepas, te rebelas. Eres
alguien que puede traer problemas. La cultura se dosificaba, se
escatimaba. Y los libros, dependiendo de su contenido, se prohibían,
como si fueran un veneno al que se le otorgara efectos irreversibles.
Quería
contarlo, como hizo Bradbury en su Fahrenhei 451, es un homenaje
también a ese mundo en el que los libros se queman y solo los
recuerda alguien que se empeñó en memorizarlos.
- En el libro también hay algo que sobrecoge o de alguna manera intimida y es la oscuridad y como esta envuelve muchos instantes de la novela ¿Cómo fue crear esa atmósfera tan tétrica que incluso parece que tiene vida y se cuela el miedo en el lector?
RESPUESTA:
La oscuridad favorece, es un básico de armario de cualquier
historia que aspire al misterio, a la inquietud, al desasosiego. No
ver o ver con dificultad, confundir por culpa de una iluminación
deficiente, imaginar cosas distintas a las reales, es un territorio
que pertenece a esa negrura que con frecuencia se emplea en el cine o
la literatura de terror. Yo creo, además, que la luz solo es posible
gracias al contraste que con ella establece la oscuridad. Un ambiente
oscuro abre la puerta a lo fantástico, a lo siniestro,a la vida más
allá de la muerte. De ahí que en la novela reine un clima de
oscuridad, de incertidumbre, de miedo. Cuando aparece la oscuridad el
ser humano ve mermado su potencial incluso físico. No ves bien, no
caminas con facilidad, no puedes percibir un peligro a tiempo…
- ¿Cómo ha sido poner voz “al amado”? (La narración es en tercera persona salvo cuando “él habla”)
RESPUESTA:
Una experiencia. Estaba cansada de que Dios siempre sea alguien que
se manifiesta a través de otros, que siempre nos pasa recados, que
no aparece para asumir responsabilidades. Quería imaginarme a ese
Dios indolente, caprichoso, aburrido de su inmortalidad, de su cargo
vitalicio. Y traté de que sonara verosímil.
- ¿Crees que Priscia siendo como es y lo que ha hecho a sus padres por la voz...Tiene miedo a la muerte o a algo en el mundo? (porque el resto de personajes tienen alguna debilidad pero ella, no la muestra)
RESPUESTA:
No hay nadie más peligroso que alguien que ama fanáticamente a algo
o alguien. Priscia se entrega a un amor fatal, el suyo por Dios, y es
capaz de todo por él. Cumple sus órdenes,impone su poder, perdona
sus traiciones… Priscia solo
teme el abandono, el quedarse a solas, el no escucharlo, como una
mujer poseída por una relación tóxica de la que no sabe ni quiere
escapar.
- Coro y Mida al llegar juntas son dos personajes especiales, pero solo Mida parece darse cuenta de las cosas que la ocurren a Coro. ¿Es por qué tiene algo de bruja?
RESPUESTA:
Mida es hija de una bruja y de un ser sobrenatural. Posee esa
intuición, la capacidad de relacionarse con lo natural que heredó
de su madre. No es raro pensar que vea más que el resto. Ella es la
que escucha decir a Dios que no existe. La que intenta convencer al
resto de que no pierdan sus nombres, la que ayuda a que esa locura
letal de Santa Vela no vaya más allá. Es valiente, leal, buena. Y
personajes como ella con frecuencia son sometidos, aniquilados
rápidamente por el poder que detecta la amenaza que suponen.
- Si pudieses describir a la novela: con una palabra, un sonido y un nombre que se te venga a la mente...¿Por qué estas elecciones?
RESPUESTA:
Veamos… La palabra sería
“metáfora”,
porque toda la historia lo es. Cuenta con un envoltorio oscuro, casi
de cuento gótico, la historia de cualquier sistema de poder que
abusa de su fuerza y condena a inocentes, sometiéndolos a través
del miedo y la alienación. El sonido sería el de los pasos de
Priscia, recorriendo Santa Vela con sus sandalias de hombre, porque
es lo suficientemente representativo de esa sombra alargada, de esa
maldad que no deja de vigilar y humillar, de día y de noche. El
nombre sería Mida, porque es el único antídoto del mal. El
personaje que salva, que ama y es leal. La niña que no se doblega,
que opone resistencia, que no sucumbe al maltrato. El bien es
peligroso, puede ser tan fuerte como el mal, tan contagioso como la
perversidad y a ello deberíamos aspirar en nuestro día a día.
- ¿Quisieras añadir algo más a la entrevista o decir algo a los/as lectores/as de la web?
Que
ojalá lo pasen tan bien y tan mal al leer la novela como yo al
escribirla. Muchas gracias.
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