Formada en Comunicación Audiovisual en la Carlos III de Madrid, se especializó en cine y ha trabajado como auxiliar de dirección en rodajes para Bambú Producciones, Amazon, Buendía Estudios y Warner Bros. Compagina el audiovisual con la producción teatral, colaborando en salas como Nueve Norte, Teatro Lara y Microteatro por Dinero. Fue asistente creativa de Juan Carlos Fresnadillo (2018-2022), participando en 1x/4x y Damsel (Netflix). Lo que te falta es su primer cortometraje como directora.
—La primera imagen es impactante y poderosa. El rostro de la protagonista permanece oculto tras unas vendas blancas. Sin embargo, lo que resalta es un círculo oscuro luminoso. No sé, si me estaré equivocando, ¿podría ser una metáfora de un nuevo inicio?
Desde el principio, la intención era rodar esta secuencia en un espacio que transmitiera aislamiento, como una especie de búnker en el que la protagonista concluye un proceso iniciado hace mucho tiempo. El instante en que comienza a retirarse las vendas marca oficialmente la cuenta atrás hacia el desenlace.
Me ha resultado curioso que hayas percibido la metáfora del renacimiento, porque precisamente ya en nuestras primeras reuniones con los diseñadores de sonido, Juan Ferro y Tomás Kruse, hablamos mucho sobre cómo debía sonar esta escena, en especial el desprendimiento de las vendas. Si se presta atención, en ese momento se escucha un ligero crujido, como una ruptura de una cáscara.
— A lo largo del cortometraje, observamos diversas miradas de Almudena Amor, cada una con una intensidad diferente. ¿Cómo crees que estas variaciones en la intensidad de la mirada de Almudena Amor contribuyen a la narrativa del cortometraje?
Poder contar con Almudena ha sido un auténtico lujo. Siempre se lo digo, pero creo que nunca va a ser consciente de lo agradecida que estoy de que se sumara al proyecto. En nuestro corto, sin apenas tener diálogo, su manera de interpretar nos hace saber lo que está sintiendo el personaje. Casi te diría que podemos “escucharla” pensar.
Lo más fascinante de Almudena como actriz es su capacidad para ser, al mismo tiempo, profundamente pasional y física, pero también muy cerebral y meticulosa. Esa consciencia y dominio absoluto de su trabajo le permite saber cuándo ejercer control y cuándo dejarse llevar, lo que era perfecto para el personaje de Teresa.
— Hay otra imagen impactante: Almudena está en terapia, visiblemente bloqueada. Solo al tranquilizarse, gracias a un agarre reconfortante, logra su objetivo de pronunciar unas sílabas incomprensibles. Es la primera vez que escuchamos su voz. ¿Por qué estas sílabas en particular para su primera vocalización? (y no otra palabra).
Esta secuencia fue una de las que más trabajo previo nos dio. Nos ayudó Clara, una terapeuta de voz que vive en la sierra de Madrid y ha viajado por todo el mundo para conocer cómo distintas culturas se relacionan con la voz. Nos dio varias claves que están presentes en la secuencia, como el uso del globo para sentir la vibración de la voz y trabajar el tono. Fue un genial contar con su ayuda.
Al final, decidimos enfocarnos más en lo que está pasando en la secuencia que en los ejercicios que podríamos haber utilizado, para que el mensaje no se perdiera. Queríamos mostrar que Teresa está cambiando su voz, pero no lo consigue del todo. Es el único momento en que la vemos dudar o romperse, el único en el que conecta con su dolor y bloqueo, hasta que, como dices, logra hacer el ejercicio y todo se coloca de nuevo.
— Algo que llama poderosamente la atención es que de la vida de Teresa solo conocemos dos habitaciones de su casa, un espacio minimalista y con escasos objetos. ¿Podría representar algo de aislamiento o de nuevos comienzos?
Para mí, hay algo de lo que dices, pero también me gustaba imaginar que Teresa veía la casa como un sitio de paso entre su pasado y lo que espera del futuro. Por eso apenas hay muebles, y en las paredes quedan las marcas de cuadros y marcos que ya no están, como restos de una vida anterior.
Me resultaba irónicamente perturbador imaginarla viviendo en un lugar casi inhabitable, cuando, en teoría, nuestra casa debería ser nuestro refugio, el espacio donde encontramos seguridad. En su caso, sin embargo, esa casa parece más un reflejo de su estado interno, un territorio suspendido entre lo que fue y lo que aún no ha llegado.
— Me ha encantado la imagen de ese pasillo largo y estrecho, pero inmediatamente después nos encontramos con Teresa en el baño. ¿Esa transición es como el inicio de lo que está por pasar con ella?
En el guion, la secuencia se planteaba de manera lineal: comenzaba con Teresa en el baño, maquillándose y disfrutando de la música. Luego, la cámara se alejaba de ella y se acercaba al mural de su habitación, donde se revelaba la foto del personaje de Raúl acompañado de una mujer con la cara tachada. Ver esta foto en el momento final de la secuencia hace que el espectador descubra que el mensaje enviado a Raúl no es un simple impulso, sino parte de un plan.
En montaje, se optó por alternar ambos momentos para enfatizar el contraste entre la aparente ligereza de Teresa antes de su cita y la revelación de la verdadera naturaleza de sus acciones. Así, mientras ella vive un instante lúdico y despreocupado, conducimos al espectador a un lugar más oscuro a través del montaje.
— ¿Crees que borrar las cicatrices del pasado permite borrar lo que la protagonista hizo o lo que le ocurrió?
No, en absoluto. Me parecía que el hecho de que Teresa se maquillara las cicatrices reforzaba su lado más delirante. Te hace pensar que, si su plan sale como ella espera y su relación con Raúl avanza, tendrá que seguir maquillándolas siempre. Y, aun así, es probable que él termine descubriendo tanto las cicatrices como la mentira, pero ella sigue adelante, convencida de que su plan es infalible. Un auténtico delirio.
En cualquier caso, aunque las heridas pudieran borrarse físicamente, eso no serviría de nada si no han sido tratadas emocionalmente. Siempre habrá algo que las delate: un gesto, un tic... como ocurre en este caso.
— ¿Cómo elegiste la canción que suena de fondo? ¿Cómo llegó hasta la historia?
Fue idea de Almudena. La canción es Oh, Cherry, Cherry, de Chiquita y Chatarra. Recuerdo perfectamente cuando nos la puso por primera vez: precisamente veníamos del ensayo con la terapeuta de voz y en el coche íbamos Álvaro, Almudena, Fran Molina y yo. En un momento, Almudena puso la canción y a todos nos encantó. La letra, la melodía… todo encajaba a la perfección con el corto.
La escuchamos otra vez y enseguida supimos que tenía que ser esa. Suena en la única secuencia en la que vemos a Teresa soltarse, disfrutar de verdad, así que tenía todo el sentido del mundo que sonara una canción que a Almudena le hiciera sentir lo mismo y cuya letra tuviera tanta conexión con la historia.
— La primera imagen que vemos del personaje interpretado por Álvaro Cervantes es un bar, con un llamativo letrero rojo al fondo que muestra un conejo y un humano. El conejo parece tener una expresión humana que sugiere dualidad, parecida a la de la protagonista. ¿Fue intencional establecer este paralelismo? (el conejo se esconde en esa mirada que no es la suya, si no la de humano).
Sin ser algo intencionado, sí fue algo que usamos a favor al encontrarlo en la localización. Desde el guion, teníamos claro que queríamos un lugar sin luz natural, oscuro y rojo. Elegimos rodar en este restaurante porque varios amigos, que conocían el tipo de lugar que teníamos en mente, pasaban por delante del local y nos escribían recomendándonos que fuéramos a verlo, que era exactamente lo que estábamos buscando. Y tenían razón. Era un restaurante de hamburgueserías en plena calle Fuencarral, que, por desgracia, ha sido sustituido por una tienda de ropa.
Como curiosidad, el día que fuimos a localizarlo, el letrero del que hablas me llamó inmediatamente la atención. El dueño me contó que su origen estaba en una película llamada El invisible Harvey, en la que James Stewart tiene un conejo como amigo invisible. Decidimos, evidentemente, dejarlo en plano, ya que aportaba un toque entre cómico y sórdido a la escena.
— ¿Crees que podemos transformarnos por completo, o que algunos gestos o manías terminarán por delatarnos?
El tema de los gestos siempre me ha atraído. Son huellas que llevamos en el cuerpo, marcas de aquello de lo que no podemos escapar, casi como un eco ancestral. Nunca deja de asombrarme ver a un niño hacer un gesto que reconozco de inmediato en sus padres.
Desde el primer momento supe que este concepto debía estar en el guion. Quería que el gesto, el tic, funcionara como un símbolo de identidad ineludible. Porque, al final, no importa cuánto huyamos de nosotros mismos: si el cambio no ocurre desde dentro, siempre quedará algo latente, encapsulado, esperando su momento de salir a la luz.
— Ese final abierto deja muchas incógnitas y preguntas. ¿Él averiguará la verdad? ¿Ella se vengará? ¿Tenías pensado ese cierre? ¿Qué sientes tú que ocurrirá después?
Una de las cosas más fascinantes de este corto ha sido escuchar todas las interpretaciones sobre lo que podría pasar después del final. Me encanta cómo cada persona lo vive de manera diferente, así que prefiero no decir nada que pueda influir en esa experiencia.
Pero un día, con un café de por medio, te cuento lo que yo imagino... y me encantará escuchar tu versión también.
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