Laura y Guille son hermanos, pero por las circunstancias de la vida, llevan 25 años sin verse. Ninguno tomó esa decisión, pero ninguno se atrevió a cambiar las cosas, y ambos se criaron con vivencias y enseñanzas totalmente opuestas. Tras el fallecimiento de su padre, y habiendo perdido a su madre 15 años atrás, ambos, se vuelven a ver en una delicada pero necesaria situación: La lectura del testamento. Una historia que pone en la palestra los lazos familiares, el poder del vínculo y los conflictos generacionales.
Me enfrento a escribir esta opinión frente al ordenador, y la canción de Avicii (Hey brother) resuena en mi mente constantemente.
Hacía tiempo que una obra no me había hecho reír a carcajadas que salían de forma natural y, al mismo tiempo, tener un nudo en la garganta.
La dramaturgia de Paula Guida que también es uno de los protagonistas, nos cautiva por su crudeza y honestidad. Paula es capaz de navegar entre temas como son: la vida, la muerte y los miedos.
Esos miedos marcan a los dos personajes de una forma u otra, pero la que nos muestra más sus vulnerabilidades y lo perdida que se encuentra y ha estado es Laura.
Es la primera vez que veo actuar a Lucas Tavarozzi y me pareció maravilloso, pues su capacidad para afrontar su personaje y transmitir la vulnerabilidad y la confusión de estar frente a su hermana, a la que hace años que no ve, pero al mismo tiempo mostrar esa fortaleza oculta que lo ha ayudado a sobrevivir, es conmovedora.
Instrucciones para cuidar margaritas tiene un texto poderoso y brutalmente honesto con unas actuaciones sublimes. A Paula Guida ya la había visto actuar en otras producciones y es un camaleón escénico increíble, pero en esta obra brilla de una manera especial y diferente que en otras ocasiones.
Paula nos ofrece una interpretación conmovedora que, uniendo su actuación a la naturalidad de la actuación de Lucas, crean una experiencia teatral emotiva.
La obra navega entre el presente, pasado y la incertidumbre del futuro en solo una hora. Por eso, tenía miedo de que todos los temas que se abordan se hiciesen de manera superficial, sin llegar a ahondar en ninguno. Sin embargo, me hubiese encantado quedarme en la butaca otra hora más.
Me ha encantado la escenografía. Son pocos objetos en escena, pero todos tienen su significado e importancia, en algún momento.
También, destacaría esa voz en off de Miguel Rellán que crea en los momentos más insospechados unas preguntas extras y unas emociones adicionales a la obra.
Chema Coloma como director ha hecho un gran trabajo. A él, le conocía como actor y creo que su experiencia sobre el escenario le ha permitido crear una puesta en escena muy original e íntima.
Son pocos los movimientos que hacen los actores, pero me he fijado que según las conversaciones y la profundidad de estas se van acercando y alejando, como dejándose llevar por sus emociones internas.
Los dos protagonistas son como tortugas asustadas en sus caparazones, como polillas, están tullidos emocionalmente y hasta que no saquen todo lo que tienen dentro, no serán felices.
Laura está perdida, mientras que Guille parece haber encontrado su camino. Ella, con su riqueza, y él, con su nada, son dos caras de la misma moneda: hermanos que deben volver a aprender a bailar bajo la lluvia.
La honestidad del texto, la fuerza de las actuaciones y la belleza de la puesta en escena se combinan para crear una obra que invita a la reflexión y a la emoción. De mis favoritas de este 2025.
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