Tras 15 años en España como inmigrante, Thimbo visita su pueblo pesquero senegalés, donde le embargan sensaciones encontradas de nostalgia y desarraigo, añoranza y despecho. Además, lidia con la peligrosa influencia que ejerce sobre los jóvenes del pueblo, que lo ven como un ejemplo a seguir y buscan emularlo con un peligrosísimo viaje en patera.
“Esta es la historia de un meme…” es la frase con la que empieza el cortometraje documental Los cayucos de Kayar, que viene a romper estereotipos desde un acercamiento de lo más humano al tema de la migración.
El cortometraje nos propone una historia conmovedora y cruda que te plantea muchas cosas que quizás no te hubieras planteado hasta el momento, pero que es a su vez esperanzadora y que nos muestra un mundo de contrastes con una autenticidad y una transparencia impresionantes.
Estamos ante un despliegue magistral del choque entre dos culturas totalmente diferentes, y no solo desde el punto de vista externo sino también desde dentro, lo que nos va a permitir abrirnos los ojos en muchos aspectos y reflexionar sobre tantos otros.
Además, trata temas muy diversos y de una manera muy breve, pero tan bien elaborados que se van a quedar con nosotros durante bastante tiempo. Es cierto que se podría echar en falta cierta profundidad a la hora de abordarlos, pero creo que la magia del cortometraje está precisamente ahí: en dejarte con ganas de saber y descubrir mucho más sobre ello.
Una historia que nos presenta de una manera muy clara lo que debería ser más importante: el deseo y las ganas de vivir de unas personas que no lo tienen nada fácil y que, en muchas ocasiones, deciden enfrentarse a una más que posible muerte con la esperanza de alcanzar una vida mejor.
Por otro lado, el corto trae consigo toda una serie de frases que se te quedan grabadas a fuego en la memoria, como bien podría ser el caso de “¿Cómo es posible que convirtamos estas coloridas barcas que nos dan de comer en ataúdes para nuestros jóvenes?”.
En definitiva, Los cayucos de Kayar nos ofrece una experiencia profundamente humana y reflexiva sobre la migración, rompiendo barreras y conmoviendo a los espectadores. Un cortometraje que deja huella, recordándonos que detrás de cada cayuco están los sueños, las esperanzas y las vidas de todas aquellas personas que se suben a ellos.
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