Daniel: Como director ¿Cómo es dirigir el texto con un personaje al que el público espera constantemente?
Muy divertido; la clave del conflicto y la relevancia del personaje de Bea está en su ausencia, permite que se desarrolle la historia, que el resto de personajes se enfrenten al conflicto, que afloren las dudas y surjan los obstáculos. Que Bea no esté presente cuando se va a decidir qué se hace con ella es exactamente lo que completa la obra. Si has esperado a Bea constantemente, me alegro, de eso se trata.
Eider y Manuel: ¿Cómo surge la idea de Bea? ¿Puede una persona tener tanto poder en un grupo de personas, es la idea que se han creado de Bea o son los secretos de los protagonistas?
La idea surge de que Bea podríamos ser cualquiera de nosotros y precisamente de ahí es de donde nace su poder, de pensar en Bea como un ser humano con sueños, miedos, dudas… Como todos. Las personas que componen un grupo son esenciales porque aportan algo imprescindible. Bea es la idea que ellos se han creado y sus propios secretos… Bea lo es todo.
Daniel, si hubieses sido un personaje de la obra más ¿Qué hubieses votado? ¿Por qué?
Precisamente esa es una de las preguntas que deseo que se hagan los espectadores. Por mi parte… Prometí al elenco que eso quedaría entre nosotros, pero lo que sí te puedo decir es que en la obra hay seis personajes, todos ellos y ellas buenos amigos con opiniones contrarias, secretos que salpican e incluso conflictos de intereses… Es complicado decidirse. Considero que hay que ver la obra, escuchar a todos y todas y saber lo que esta compañía tiene en juego para entender lo difícil que es responder a la pregunta de ¿Qué hacemos con Bea?
Eider y Manuel: La obra nos cuenta como cinco jóvenes (seis si contamos al hermano de Elena) se reúnen para echar o no a una persona de la compañía. Siento curiosidad por el hermano de Elena, el cual, parece conocer los secretos de todos, parece no tener voz/voto, pero aparece en los momentos claves. Si Víctor no hubiese estado presente ¿Hubiera cambiado algo? También, este personaje parece tener las ideas más claras que el resto ¿Es, porque es ajeno a la situación?
Sí, si Víctor no hubiera estado presente cambiaría bastante la obra, porque creemos que aporta una perspectiva distinta con respecto al resto de personajes, no solo porque no forma parte de la compañía sino porque tiene un pasado que le hace ver las cosas desde otro lugar. Víctor es también un personaje fundamental porque sirve de puente entre los espectadores y el conflicto de la obra, además de ser un alivio cómico imprescindible.
Daniel: Hay algunos momentos de transición en la obra en la que todo se funde en color negro y se pasa a un lugar diferente. Como espectadora sentí curiosidad por si de un espacio a otro, se hablaría algo distinto a lo que conocemos. Como director. ¿Cómo diste con la fórmula para estas transiciones?
Durante el tiempo de transición, con el teatro a oscuras, lo que pretendo es que tanto personajes como espectadores puedan tener unos valiosos segundos, dentro de una obra con un ritmo muy rápido y dinámico, para reflexionar sobre los pros y contras que hasta ese momento hay sobre la mesa. Cuando la acción se da en un lugar que no es la casa, afecta de manera natural a los protagonistas haciendo que se comporten y se expresen de maneras diferentes, con más o menos mentiras, por ejemplo. No es que se hable de algo distinto a lo conocido, si no que el cómo se habla de lo conocido es lo desconocido hasta entonces.
Eider y Manuel: El teléfono en el guión es un elemento importante y esencial. Es un elemento que cuando suena, todos están alterados y nerviosos, pero a la hora de debatir o cuando salen los conflictos, nos olvidamos un poco de él ¿Teníais pensado desde el principio este elemento o surgió durante el proceso? Si el teléfono no fuese un objeto elemental ¿Cómo hubiese sido el guión de la obra?
Desde el principio lo tuvimos claro, una obra que habla de nuestra generación, actual, tenía que tenerlo, naturalmente. El teléfono es un recurso que trae la realidad que hay fuera al salón de casa de estos dos hermanos. Es una manera de materializar el conflicto frente a unos personajes que hacen todo lo posible por ocultarlo, es un recordatorio de por qué están ahí. Si no estuviera, la obra perdería urgencia y ritmo.
Daniel: Me gustó mucho la forma en la que los actores, cuando no había texto, se miraban en los silencios. ¿Cómo trabajaste de manera tan orgánica este proceso con los actores? ¿Hay algún silencio que como director no tuvieses claro si introducir o no?
Siempre diré que en esta obra los personajes callan más cosas de las que dicen. La organicidad de estos momentos viene dada por el increíble elenco con el que he podido trabajar, honestamente. La comprensión y sensibilidad que cada actriz y actor ha aportado a su personaje se resuelve en momentos como esos. No hay texto, no hay acción, parece no haber nada, pero en el interior de cada uno de los seres que están habitando la escena se están desatando infinidad de dudas, contradicciones y deseos ocultos.
Silencios he tenido claro algunos. He aprendido dudando de algunos otros, que a menudo se sienten como un abismo, que en ellos es donde pueden aflorar los trazos más profundos de algunos personajes.
Eider y Manuel: Los secretos aparecen en momentos álgidos de la historia, pero ¿cuál creéis que cala más en todos los protagonistas? ¿Cuál es el que hace más daño?
Preferimos no hacer ningún spoiler, pero creemos que todos los secretos, incluido el gran secreto de Ferrán, afectan de manera diferente a los personajes en base a las relaciones entre ellos y cómo se van enterando. Con esta obra queremos privilegiar al espectador de enterarse de estos secretos, de todos, poco a poco.
Daniel: Es una comedia, pero cuando te ríes te das cuenta de la realidad tan dura y cruel del mundo del teatro. También, algo fantástico ha sido el paso de la risa a la seriedad, de la comedia al drama de manera orgánica ¿Cómo pensaste en hacer este cambio de tono?
Siento que el drama va de la mano de la comedia. Como dices, el mundo del teatro es duro, pero también tiene momentos, personas, cosas maravillosas y muy divertidas. Más allá del teatro, en la vida. Nos reímos por no llorar ante una mala noticia y acto seguido nos ponemos serios para afrontarla. Ese “cambio de tono” de la vida lo entiendo como sentido del humor. Todo lo malo termina, pero lo bueno también. Esa resignación, cómica por lo patética e inevitable que resulta, es la que el elenco logra interpretar con tanta organicidad y en la que todos y todas nos podemos ver reflejados en algún momento.
Eider y Manuel: El final sin desvelar nada te deja con ganas de más, te deja un sabor de boca agridulce. Para vosotros ¿cómo continuaría la obra? ¿Qué pasará?
Para nosotros, esta historia debe terminar así. Si te contamos más, se perdería la invitación a la reflexión, que era algo que quisimos generar en todo momento. A día de hoy no sabemos cómo continuaría, quizás en un futuro sí, con una segunda parte de la obra.
Daniel: ¿A qué retos te has enfrentado dirigiendo esta obra? ¿Cuál es tu escena favorita? Y ¿La que más te ha tocado?
Un reto que he disfrutado mucho ha sido trabajar el punto de vista que cada personaje tiene respecto a Bea con el objetivo de que al público no le sea fácil decidir sobre ella. Y también fue interesante trabajar el subtexto con cada uno de los personajes, todo aquello que ocultan, que fuera específico.
La escena final es mi favorita por las caras que muestran los personajes, por la carga que tiene. Es una escena morbosa.
Eider y Manuel: Como escritores de la obra y actores de la misma ¿A qué retos os habéis enfrentado? ¿Qué hay de realidad de cosas que os han sucedido en el guion?
Como escritores nos hemos tenido que enfrentar a las primeras hojas en blanco, a los primeros sentimientos de no saber si tenía sentido, a buscar el hilo conductor, a sacrificar ideas… En concreto, hay un reto al que nos hemos enfrentado tanto como escritores y como actores, que es no mezclar estos roles. Es decir; a la hora de escribir era complicado no pensar que íbamos a interpretar a uno de los personajes y a la hora de actuar dejar a un lado la idealización y confiar en la dirección.
Nosotros hemos escrito esta obra desde la realidad que vemos y reconocemos, es un puzle de trocitos de realidad.
-Todos (Daniel, Eider y Manuel): Cuál es ese personaje que a la hora de dirigir y escribir, pensasteis en él de una forma o lo visteis de cierta manera y terminó siendo distinto. (Os caía peor o mejor, al principio tenía un voto distinto al del final, etc.)
Tanto en el proceso de dramaturgia como en el de dirección nos hemos encontrado con diversas transformaciones; empezando por la transformación que se da cuando el
director transmite su punto de vista a los escritores, como la transformación que se da cuando el actor o actriz aporta su punto de vista al director… Y así en esta suma, que es la creación, los personajes crecen y se desarrollan hasta alcanzar una humanidad que pueda conmover al espectador.
—Todos (Daniel, Eider y Manuel): En la obra se habla de clases sociales, de trabajos precarios, entre otras muchas cosas. Todas estas cuestiones ¿Creéis que siguen teniendo peso a la hora de cumplir los sueños en el mundo del teatro?
Sí, y creemos que no solo en el mundo artístico. Antes nos preguntabas si habíamos escrito desde nuestra propia vivencia y este puede ser un buen ejemplo de ello. La obra no está dirigida a ninguna clase social en concreto porque los personajes pertenecen a diferentes, y es desde esa diversidad desde donde hablamos de la desigualdad.
Entre esas otras cuestiones que siguen teniendo peso a la hora de cumplir los sueños, tanto en el mundo teatral como fuera de él, se encuentra la cuestión que plantea esta obra: ¿Qué hacemos con Bea? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para cumplir mi sueño?
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